07 Aug 2015
El
divorcio es un problema social muy serio que está carcomiendo la
integridad de los matrimonios y la familia, máxime cuando estos no están
en continua relación con Dios, fuente que fortalece los vínculos
conyugales.
En una ocasión, los fariseos le
preguntaron a Cristo: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por
cualquier causa? – Mateo 19:3. Desde luego que los fariseos eran una
orden religiosa muy liberal en este punto y practicaban el divorcio por
toda causa imaginable. Sin embargo, Jesús les enseña que el matrimonio
es inviolable y les dice: ¿No habéis leído que el que los hizo al
principio, varón y hembra los hizo?, por tanto el hombre dejará a padre y
madre y se unirá a su mujer, y los 2 serán una sola carne – Mateo
19:4-5.
Jesús cita el propósito que en la creación tuvo Dios para la
unión marital, ya que era el propósito de Dios que marido y mujer fueran
una sola carne; toda disolución del matrimonio va contra la voluntad de
Dios.
La señora Judith Wallerstein
escribe acerca del impacto negativo que el divorcio tiene en los hijos:
“En general, después del divorcio en la familia, los hijos no parecen
felices, saludables o bien adaptados, aunque uno de los padres o ambos
se sientan más felices”.
Estudios nacionales muestran que
los hijos de padres divorciados que se han vuelto a casar son más
agresivos con sus padres y maestros. Experimentan más depresión, tienen
más dificultades de aprendizaje y sufren más problemas con los
compañeros que los hijos de matrimonios estables.
Ser
hijo de padres divorciados significa sentirse solo, aislado y enojado
durante la infancia, significa no tener opciones en cómo pasar el tiempo
y se siente un ciudadano de 2ª clase comparado con sus amigos de
familias estables. (Continuará…).
P.D.: No compartimos la idea del autor, dado que el Divorcio es la solución a los problemas de Comunicación de la pareja y no tiene motivos religiosos. Otra cosa, es la regulación del mismo que tiene intereses politicos y religiosos en cada sociedad.
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