martes, 26 de junio de 2012

¿Para qué servimos los jueces?

Entrevista a José Antonio Martín Pallín

"Un juez debe librarse de la tentación de convertirse en un activista político" . Acaba de publicar un libro, ¿Para qué servimos los jueces?, en el que hace un profundo análisis del mundo de la magistratura. 
José Antonio Martín Pallín, magistrado emérito de la Sala de lo Penal del Supremo asegura en esta entrevista que el Alto Tribunal "puede quedar desprestigiado con el caso Garzón" y advierte de que el "impacto" de verle en el banquillo "tardará mucho tiempo en borrarse".
 
Isabel G. Caballero, nuevatribuna.es 20 diciembre 2010
Nueva Tribuna: Voy a tomar el título de su libro, presentado hace pocos días en Madrid, para pedirle una primera reflexión general: ¿Para qué sirven los jueces?
José Antonio Martín Pallín:
Los jueces son indispensables en un Estado de Derecho. Sin ellos no podría funcionar y por tanto servimos lo mismo que los parlamentarios al poder legislativo o los ministros al poder ejecutivo.
NT: ¿En su opinión, cuál es el modelo de juez que necesita la democracia española?
A.M.P: La democracia española y todas las democracias. Tiene que ser un juez conocedor del derecho pero sobre todo consciente de que el Estado de Derecho no es el Estado de las Leyes. 
La época de Montesquieu ya pasó y estoy convencido de que Mostesquieu ahora habría rectificado porque era una persona muy inteligente. 
El Estado de Derecho consiste en la ley más los valores y los principios que contiene la Constitución y, además, nos dice claramente que tenemos que interpretarla a través de los derechos humanos, de los principios y garantías, etc., etc. 
Ese es el modelo de juez demócrata en el que yo creo. 
Además tiene que tener una cierta capacidad pedagógica y una cierta capacidad de razonar para que la persona, tanto al que le da la razón como al que no, entiendan (no quiere decir esto que compartan) porqué se les da o no la razón.

NT: En un artículo suyo publicado recientemente, usted dice que el juez debería ser un “actor político”. ¿A qué se refiere?
A.M.P: Efectivamente. Si consideramos como actor político las sentencias que restringen derechos o conceden derechos o incluso anulan resoluciones o actos del Consejo de Ministros y pueden plantear la cuestión de inconstitucionalidad de las leyes elaboradas por el Parlamento es incuestionable que ese juez es un actor político. 
Ahora bien, ese juez debe liberarse de la tentación de convertirse en un activista político, tiene que tener la suficiente contención para saber que su misión es esa pero no debe convertirse en protagonista y considerar que siempre la ultima palabra la tiene él.
 Hay un momento en que hay que autorestringirse y no ser un activista político.

NT: ¿Cree que la opinión pública española tiene una buena percepción del trabajo de los jueces?
A.M.P: Bueno, las encuestas son desoladoras. No nos colocan en un buen sitio…(....)

NT: También se ha mostrado crítico con el sistema de selección de jueces por estar –según sus palabras- “profundamente equivocado”.
A.M.P: Sí, sí, por supuesto, es una reliquia. Si no fuese tan importante porque se están seleccionando a personas que son un poder del Estado resultaría casi cómico. 
Esto es lo más parecido a un bingo, se sacan unas bolas de un bombo y te tiene que salir el 7, el 14 y el 25 y coincidir que en ese momento los tengas metidos en la memoria. 
Eso te exige un esfuerzo absurdo y desperdiciar la vida durante 4, 5 o 6 años para después enfrentarte a la práctica que es la que te va a dar una percepción de la realidad. 
Pues hagamos al revés, empecemos por la experiencia (bueno, primero por la titulación), hagamos prácticas, hagamos exámenes complementarios e incluso no estaría mal un test psicológico.
Es el sistema que tienen todos los países, nosotros somos la última reliquia, no hay ningún país que tenga un sistema como el nuestro.
 Es el auténtico disparate de convertir a los opositores en concursantes de televisión. (....)

NT: Con todo lo que ha supuesto la causa de la Memoria Histórica, hay quien mantiene que la judicatura ha sido el único estamento que no se ha democratizado tras la Dictadura, ¿qué opina de ello?
A.M.P: En realidad, la judicatura no tiene porque democratizarse. 
A nosotros no nos elige el pueblo y nuestra legitimación procede del imperio de la ley elaborada por los representantes del pueblo. 
En definitiva, podría perfectamente (hay muchos ejemplos a la largo de la historia del mundo), haberse incorporado lo que era una perspectiva ideológica proclive al fascismo porque muchos se refugian en la palabra franquismo como si Franco fuese el creador de una doctrina política, y no creó ninguna, es puro fascismo corporativo, y entonces se podrían haber adaptado perfectamente a la Constitución. 
Hay resistencias, a lo más que se ha llegado es a admitir que la Constitución es pura matemática, es decir que 8 vale más que 7. 

NT: Sí, pero muchos magistrados juraron los principios del Movimiento…
A.M.P: Pues yo no los juré de milagro, porque fui a un sitio donde la sala de gobierno no estaba, y me dijeron: si no te importa te damos posesión del acta en secretaría. Fue una causalidad.

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