Manuela Carmena, juez, de 62 años. Le
apasionan los juegos de mesa, y tiene uno sobre la justicia."¿Hay algún juego sobre cómo buscar una relación?".
Gonzo Suárez: "Los hay. Pero los juegos son una perversión". Con 46 años, un gran creador de
videojuegos.
Tomaron agua en una esquina del Círculo de Bellas Artes, en
Madrid.
Desde que se sentaron no pararon de hablar.
A cada uno le
mataba la curiosidad por saber qué sabía el otro.
Manuela. ¿Qué piensas del videojuego?
Gonzo. Es como el juego de mesa. Un juego de
seducción, esta vez, a través de la mecánica.
El ser humano juega desde los orígenes, y de una manera muy seria. ¿Tú juegas a los videojuegos?
Manuela. Ahora juego con mi nieto. ¡Está entusiasmado con el aparatito de mano!
Él quiere que juegue, pero a mí no me divierte nada. Me parece superaburrido.
¡Siempre hay que matar a alguien! A él le gustan de matar y de fútbol.
Gonzo. En los juegos se plantea la impunidad. Ahora ha salido uno en Japón de un entrenador virtual. Son retos psicotécnicos. Ha vendido una burrada, y es muy sencillito.
Pero sí, la mayoría son de matar. Otros aportan sensación de control.
Manuela. Cuando ideé un juego de mesa sobre la justicia pensé que en el fondo el proceso judicial es también como un juego. El juego lo que te permite es moverte dentro de unas reglas, y el derecho son reglas útiles para vivir mejor.
Gonzo. La diferencia entre las reglas de la judicatura y el juego es que el juego es impune.
Las reglas son enormemente vinculantes en el mundo del derecho y en el juego no hay un castigo que permanezca.
Manuela. Pero el mundo del derecho desde dentro es un mundo de consecuencias, no tanto de punibilidad o no. De consecuencias. Si pasan determinadas cosas, pueden ocurrir otras.
Tú puedes haber actuado legalmente, pero si no tienes un buen abogado, puedes quedar condenado.
Gonzo. El mundo del juego es más rígido, pero más impune: la consecuencia no permanece.
Manuela. Sí creo que tiene que ver con el juego: algo que es tan importante en la vida social también puede ser divertido.
Gonzo. En Japón hay un juego en el que tú eres abogado defensor, y vas defendiendo causas. ¡Y depende de cómo ejecutes el juego ganas o no!
Manuela. Me he reído mucho jugando mi juego. ¡Personas adultas, que no conocen el lenguaje del derecho, cometían errores muy divertidos!
Gonzo. Y puede vivir, deja que pase el tiempo.
No ha habido nada que permanezca si no le dedicas cariño, tiempo.
Manuela. Es cuestión de dedicarse, las cosas nuevas son difíciles. Es muy difícil persuadir; me pasaba de joven, cuando no lograba convencer a alguien de aquello que yo tenía claro.
El entusiasmo es lo que ayuda a superar esa dificultad de comunicar aquello de lo que tú estás convencido.
Gonzo. Para imponer un concepto hace falta razón, pero también carisma, flexibilidad, gracia...
Manuela. Se ha hablado muy poco de la capacidad de cohesión que tiene el diálogo.
El diálogo es ahora un campo de batalla, ¡los enfrentamientos ganan realidad en los diálogos! Cada vez es más difícil dialogar, y si no controlamos eso, llegamos al enfrentamiento.
¡Hasta los parlamentos son lugares de desencuentro, y están hechos para hablar!
Gonzo. Son foros de desencuentro. "Di algo que me yuxtapongo".
Manuela. Qué poco preparados estamos para dialogar, mi generación, la tuya y la que viene.
Gonzo. Porque estamos educados en el miedo. Eso está en nuestra esencia.
Estamos educados en muchas posibilidades negativas que nos pueden ocurrir.
Manuela. Quizá es el miedo a la nada, todo el mundo se protege en la rutina.
Hace años conocí a una chica que tuvo una experiencia terrible.
La violaron, le ocurrió de todo, y me di cuenta de que para su situación no había un protocolo. Para una operación de apendicitis hay un protocolo, pero para casos así no hay un protocolo.
Gonzo. El protocolo lleva a la liturgia.
La vida es una máquina que nos demuestra que ningún protocolo es suficiente. Y sin embargo
Manuela. Es por miedo a la soledad.
Gonzo. La soledad es un miedo a sentirte solo, a sentirte visto y afectado por la soledad.
Pero tú puedes estar solo...
Manuela. ... y muy feliz. ¿Hay algún juego sobre cómo buscar a una mujer, a un hombre, cómo establecer una relación?
Gonzo. Los hay. Pero los juegos son una perversión. Son la sublimación de la creatividad para el que los hace, pero yo no recomiendo a nadie jugar.
Que juegue el que tenga que jugar, pero que por defecto no juegue.
El videojuego pervierte lo que estamos hablando. El videojuego propone elementos que ya están capados de nacimiento.
Y, curiosamente, no prepara al individuo para vivir; es una droga muy potente. Educa. Consigue en muy poco tiempo cosas que otros no consiguen.
Manuela. Pero a mí me aburre el crucigrama; a otros los distrae.
Gonzo. A mi entender, la mente es adicta a la acción inacabada.
Cuando no tenemos nada que hacer nos sentimos desorientados.
¡Qué angustia, cuando quedas con un amigo, falta una hora y no sabes qué hacer!
Manuela. Yo creo que vamos a vivir una época con menos miedo, y eso va a dar muchísima más felicidad.
Gonzo. Eso lo cuestiono. Yo creo que la felicidad está vinculada a una idea estática, es un momento único. Les decimos a los jóvenes que trabajen para labrarse el futuro.
Y lo que creo que es fascinante es que no veo un futuro previsible.
Manuela. Ojalá que el juego ayude a superar el miedo.
Gonzo. Y que el futuro sea el presente.
El ser humano juega desde los orígenes, y de una manera muy seria. ¿Tú juegas a los videojuegos?
Manuela. Ahora juego con mi nieto. ¡Está entusiasmado con el aparatito de mano!
Él quiere que juegue, pero a mí no me divierte nada. Me parece superaburrido.
¡Siempre hay que matar a alguien! A él le gustan de matar y de fútbol.
Gonzo. En los juegos se plantea la impunidad. Ahora ha salido uno en Japón de un entrenador virtual. Son retos psicotécnicos. Ha vendido una burrada, y es muy sencillito.
Pero sí, la mayoría son de matar. Otros aportan sensación de control.
Manuela. Cuando ideé un juego de mesa sobre la justicia pensé que en el fondo el proceso judicial es también como un juego. El juego lo que te permite es moverte dentro de unas reglas, y el derecho son reglas útiles para vivir mejor.
Gonzo. La diferencia entre las reglas de la judicatura y el juego es que el juego es impune.
Las reglas son enormemente vinculantes en el mundo del derecho y en el juego no hay un castigo que permanezca.
Manuela. Pero el mundo del derecho desde dentro es un mundo de consecuencias, no tanto de punibilidad o no. De consecuencias. Si pasan determinadas cosas, pueden ocurrir otras.
Tú puedes haber actuado legalmente, pero si no tienes un buen abogado, puedes quedar condenado.
Gonzo. El mundo del juego es más rígido, pero más impune: la consecuencia no permanece.
Manuela. Sí creo que tiene que ver con el juego: algo que es tan importante en la vida social también puede ser divertido.
Gonzo. En Japón hay un juego en el que tú eres abogado defensor, y vas defendiendo causas. ¡Y depende de cómo ejecutes el juego ganas o no!
Manuela. Me he reído mucho jugando mi juego. ¡Personas adultas, que no conocen el lenguaje del derecho, cometían errores muy divertidos!
Gonzo. Y puede vivir, deja que pase el tiempo.
No ha habido nada que permanezca si no le dedicas cariño, tiempo.
Manuela. Es cuestión de dedicarse, las cosas nuevas son difíciles. Es muy difícil persuadir; me pasaba de joven, cuando no lograba convencer a alguien de aquello que yo tenía claro.
El entusiasmo es lo que ayuda a superar esa dificultad de comunicar aquello de lo que tú estás convencido.
Gonzo. Para imponer un concepto hace falta razón, pero también carisma, flexibilidad, gracia...
Manuela. Se ha hablado muy poco de la capacidad de cohesión que tiene el diálogo.
El diálogo es ahora un campo de batalla, ¡los enfrentamientos ganan realidad en los diálogos! Cada vez es más difícil dialogar, y si no controlamos eso, llegamos al enfrentamiento.
¡Hasta los parlamentos son lugares de desencuentro, y están hechos para hablar!
Gonzo. Son foros de desencuentro. "Di algo que me yuxtapongo".
Manuela. Qué poco preparados estamos para dialogar, mi generación, la tuya y la que viene.
Gonzo. Porque estamos educados en el miedo. Eso está en nuestra esencia.
Estamos educados en muchas posibilidades negativas que nos pueden ocurrir.
Manuela. Quizá es el miedo a la nada, todo el mundo se protege en la rutina.
Hace años conocí a una chica que tuvo una experiencia terrible.
La violaron, le ocurrió de todo, y me di cuenta de que para su situación no había un protocolo. Para una operación de apendicitis hay un protocolo, pero para casos así no hay un protocolo.
Gonzo. El protocolo lleva a la liturgia.
La vida es una máquina que nos demuestra que ningún protocolo es suficiente. Y sin embargo
Manuela. Es por miedo a la soledad.
Gonzo. La soledad es un miedo a sentirte solo, a sentirte visto y afectado por la soledad.
Pero tú puedes estar solo...
Manuela. ... y muy feliz. ¿Hay algún juego sobre cómo buscar a una mujer, a un hombre, cómo establecer una relación?
Gonzo. Los hay. Pero los juegos son una perversión. Son la sublimación de la creatividad para el que los hace, pero yo no recomiendo a nadie jugar.
Que juegue el que tenga que jugar, pero que por defecto no juegue.
El videojuego pervierte lo que estamos hablando. El videojuego propone elementos que ya están capados de nacimiento.
Y, curiosamente, no prepara al individuo para vivir; es una droga muy potente. Educa. Consigue en muy poco tiempo cosas que otros no consiguen.
Manuela. Pero a mí me aburre el crucigrama; a otros los distrae.
Gonzo. A mi entender, la mente es adicta a la acción inacabada.
Cuando no tenemos nada que hacer nos sentimos desorientados.
¡Qué angustia, cuando quedas con un amigo, falta una hora y no sabes qué hacer!
Manuela. Yo creo que vamos a vivir una época con menos miedo, y eso va a dar muchísima más felicidad.
Gonzo. Eso lo cuestiono. Yo creo que la felicidad está vinculada a una idea estática, es un momento único. Les decimos a los jóvenes que trabajen para labrarse el futuro.
Y lo que creo que es fascinante es que no veo un futuro previsible.
Manuela. Ojalá que el juego ayude a superar el miedo.
Gonzo. Y que el futuro sea el presente.
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