martes, 12 de julio de 2022

Cómo sobrevivir al verano sin divorciarse en el intento

No es un mito, sino un hecho probado que abogados y psicólogos podemos atestiguar: después del verano, en septiembre y octubre, se formalizan la mayor parte de los divorcios que tienen lugar durante el año. 
¿Por qué es el verano 'idóneo' para tomar la decisión de separarse? Y, llegado el momento, ¿cómo podemos gestionarlo? ¿Podemos hacer algo para evitar llegar hasta es extremo?

Ana Villarrubia, psicóloga, 11 julio 2022 
Un divorcio es uno de los eventos más dolorosos que muchas personas aseguran haber atravesado a lo largo de sus vidas. El duelo amoroso duele, y mucho; hasta el punto de que muchos pacientes relatan, con culpa y desgarro, que casi preferirían haber vivido otro tipo de pérdida antes que haber sido abandonados por la persona a la que amaban.

Con todo y con eso, la ruptura de una relación es tan natural como el inicio de la misma. Los adultos nos elegimos libremente y, desde esa posición de libertad, también nos dejamos de elegir. Por supuesto que duele, porque suele haber una historia llena de recuerdos detrás de toda pareja, y porque el afecto y el cariño pueden prevalecer para toda la vida.

Quererse no basta para estar juntos, esto es algo que muchos de mis pacientes aprenden en nuestras sesiones. Elegirse es encontrarse en un punto en el que no solo confluyen la pasión, la intimidad y la voluntad de compromiso, sino también los tiempos vitales, los ritmos y el potencial para construir un determinado proyecto.

Y si romper no fuera tan malo...
Por eso, frente a la idea generalizada de que romper es malo y seguir juntos es bueno, por sistema, lo que si cabe derribar de inicio es el mito de que las rupturas son un fracaso. Nada más lejos de la realidad.

Cada crisis que atravesamos resulta ser una ventana abierta al cambio, toda crisis bien resuelta redunda en una mayor satisfacción vital derivada del paso a una nueva etapa, una nueva vivencia, con una nueva perspectiva. Echa la vista atrás y analízalo desde tu propio recorrido vital.

Por qué rompemos en verano
Dicho esto, hay mucho que se puede trabajar en la pareja antes de llegar a tomar la decisión más radical. ¿Por qué el verano es más propicio a ello? Pues es sencillo: nos encontramos después de un largo periodo en el que la rutina ha hecho las veces de alfombra bajo la que todo se barre.

Nos encontramos sin la distracción de la inercia, miramos a nuestro lado y nos damos cuenta de quién es la persona con la que verdaderamente compartimos nuestra vida. 
Muchas veces, por desgracia, no nos gusta demasiado lo que vemos...

El verano suele ser es sinónimo de parar, de hacer balance, de planificar y de proyectar. En verano no se puede no convivir, el trabajo no justifica ninguna escapatoria y las responsabilidades del día a día que tan urgentes parecen a veces, pasan a relativizarse.

Por eso, si hemos descuidado la pareja, el verano también es el momento idóneo para dejar de hacerlo, e intentar reconducir las dinámicas de relación de pareja antes de que ya sí sea demasiado tarde y solo quede evidenciar la distancia.

¿Cómo puedes aprovechar las vacaciones para recuperar la ilusión de la pareja?
Ajusta expectativas. Esto es, sin duda, lo primero. Las cosas no son maravillosas de un día para otro, aunque hayamos decidido tirar la casa por la ventana y descansar en un paraje de ensueño. El escenario ayuda pero no da la felicidad. Si hablamos de cuidar lo que hemos descuidado durante todo el año, imaginemos que algo de trabajo hay que hacer y que algo de paciencia es necesario.

Ponte en el lugar del otro. Llegamos cansados y con la idea de que merecemos muchas cosas. Y es cierto. Pero ese a quien tenemos al lado también llega bajo mínimos, también arrastra insatisfacciones y también tiene necesidades. Una planificación que garantice el equilibrio es una planificación veraniega que tenga en cuenta las necesidades de ambos, no de uno solo.

Obliguémonos a comunicarnos mejor. Busquemos espacios para la comunicación. Aunque sean forzados. Sí, has leído bien. Otro mito generalizado en la pareja es que si no nos sale natural, entonces es que no valemos para eso. No, lo que es natural son las inercias más automatizadas, que no son necesariamente las mejores. La comunicación hay que propiciarla, es necesario crear espacios de encuentro y forzarse a compartir. Después ya fluirán las cosas de manera más espontánea, peor, de inicio, hay que despertarlas.

Busca actividades que puedas compartir en pareja. No solo en familia, sino en pareja en exclusiva. Las relaciones se mantienen, pese a su coste, porque los beneficios que conllevan son mucho mayores que sus renuncias. Compartir actividades gratificantes es una de las fórmulas más eficaces para mejorar la balanza de resultados y cosechar refuerzos.

Aprende a discutir y pon los contadores a cero. 
Nuevamente has leído bien: discutir. Discutir es necesario y a discutir también se aprende. Porque discutir no es pelear, no es agredirse, sino compartir de modo que ambos podamos escucharnos y llegar a un punto de acuerdo. Entenderse es aceptar las emociones del otro aunque nos sean ajenas, y atender a sus peticiones en cierto grado, sabiendo que nunca tendremos ni el 100 x 100 de la razón ni el 100 x 100 de todo lo que deseamos, pero que un buen porcentaje de nuestras necesidades sí será atendido. El verano es un momento excelente para solucionar puntos de fricción y descargar mochilas.

Crea nuevas metas y proyectos comunes. Planifica e ilusiónate. Incluso aquello que tenga más que ver contigo, y no tanto con la pareja en sí misma, se vivirá de manera más intensa si has contado con ella y se sientes su apoyo. El inicio de curso es casi más inicio de ciclo que el comienzo del año, y qué mejor que aprovechar para llegar con pilas recargadas y proyectos renovados que nos trasladan hacia un medio o largo plazo más motivador e ilusionante.

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