domingo, 15 de diciembre de 2019

Utilización mediática del caso de divorcio Flores-Carrasco

¿LOS OLVIDA O LOS OCULTA?: Los datos clave en el conflicto Flores-Carrasco.
Este pasado sábado, Antonio David Flores volvió al plató del programa 'Sábado Deluxe' para conceder una entrevista única y esperada.
PALOMA GARCÍA-PELAYO, 14/12/2019
La televisión encendida me regalaba la imagen de un apuesto y repuesto Antonio David Flores cuando abría el ordenador para comenzar a escribir esta semana. Reconozco que no estaba muy atenta, pendiente de conectar mi portátil y también porque poco nuevo me esperaba del discurso del exmarido de Rocío Carrasco. Entonces, lo escuché: “ha pasado algo” que le llevaba a no poner piedras en el camino de su hija para una reconciliación con su madre. Me dio un vuelco el corazón y por unos segundos pensé que había una posibilidad de que madre e hija, las Rocíos, volvieran a encontrarse. Son muchos años, demasiados, sin verse, sin hablarse ni abrazarse desde aquella mañana de julio en la que la adolescente saliera de su casa y dejara atrás a su madre. Ella sabe muy bien cómo fue. Creo que no me equivoco si digo que ninguna debe haber olvidado ese momento, ese último instante en el que se vieron. Imposible. Ningún hijo olvida la última vez que vio a su madre y ninguna madre, la última imagen que guarda de su hijo.
Como un espejismo, la idea de que hubiera ocurrido algo bueno, una llamada o un mensaje, se desvaneció en el momento en el que Flores aseguró que no se trataba de eso sino de “cosas que han sucedido”, pero que no podía contar. Él, bajo los focos, insistía en que sí deseaba una solución entre madre e hija, después de todo, y aseguró que de haber llegado a un acuerdo cuando él y Rocío se separaron “nada de esto hubiera pasado”. Desconecté unos segundos. 
¿Cómo que nada de esto hubiera ocurrido? ¿O sea, que el origen de este drama familiar nace porque no se consiguió un acuerdo al principio de la separación hace ya 20 años? (En 2003 firmaron convenio regulador privado y custodia compartida, que se elevó a público en 2005). 
Me lo ponía difícil para creerlo.
Tecleé para recuperar una información que creía haber leído en su momento y la encontré. Decía la verdad y es cierto: él no estaba de acuerdo. La sentencia de separación, fechada en enero de 2001, otorgaba la custodia a la madre y fijaba en 140.000 pesetas, de entonces, la pensión alimenticia para los hijos por lo que se designaba un número de cuenta corriente determinado, a nombre de Rocío Carrasco. Ahí debía pasar la pensión, pero no estaba de acuerdo y reclamó, vía recurso: quería la custodia de sus hijos, 500.000 pesetas, de entonces, por cada uno de ellos, y una compensatoria por ‘desequilibrio’ de 250.000 pesetas al mes para él.
El Juzgado de Primera Instancia nº 5 de Alcobendas desestimó sus pretensiones, en un auto del 4 de julio de 2002. No, no se pusieron de acuerdo. “Tras un análisis en profundidad de la personalidad, condiciones y aptitudes de cada uno, así como de sus hijos se concluye que éstos cuentan al lado de su madre de un medio estable y organizado de acuerdo con su edad y propias necesidades, no detectándose necesidad de cambio”. Sobre la pensión compensatoria, el Juzgado se pronunció también: “El matrimonio, por la fama y notoriedad antecedente de la esposa y su familia, ha supuesto para el sr. Flores una indiscutible ayuda para su promoción social y del que dicho litigante se ha servido para lograr una situación profesional y pecuniaria muy superior a la que disfrutaba en su condición de funcionario público antes del matrimonio disponiendo de unos ingresos no solo por sus actividades mercantiles sino también por la explotación de la propia imagen en diversos medios de comunicación que le permiten un holgado nivel de vida que excluyen toda ayuda ni aún temporal del otro cónyuge”. Puro dato. Publicado en ‘¡Hola!’, el 5 de julio de 2002. ¿Se le ha olvidado o lo oculta?
Vuelvo a la pantalla y Flores sigue con sus declaraciones. No seré yo quien niegue que el discurso lo tiene ganado y mucho. Todo lo que cuenta y cómo lo hace, llega a cualquiera que, como yo misma, defienda el bienestar de los hijos ante los intereses de cónyuges en conflicto
Otra cosa es la realidad, la suya, tras 2 décadas de pleitos con su exmujer y pensar cuál ha sido su verdadero papel en esta terrible historia que comenzó cuando se casó, en marzo de 1996, con la hija de la desaparecida Rocío Jurado. Le avala el que sus hijos hoy estén con él, sí, eso es irrefutable, pero ¿en serio que si todo se hubiera arreglado en el momento de la separación nada de esto hubiera pasado? ¿Really, George?
Escucho entonces que desde que en 2003 obtiene la custodia compartida él se cuestiona por qué tiene que pagar. El impago de pensión alimenticia es la principal causa de conflicto judicial, pero no desde 2003, sino desde el minuto uno
Otro dato que oculta con su discurso cautivador. Antonio David Flores decidió no pagar desde el principio y el juzgado, por su parte, embargarle. En febrero de 2002, le retienen exactamente los 26.204,13 € con atrasos, intereses y costas incluidos, que no abonaba desde el inicio de su separación en 1999. Tras el embargo de estos 1ºs años, firman un convenio regulador y la custodia compartida en 2003 y es entonces cuando realiza las primeras transferencias, alguna a una cuenta a nombre de Rocío Carrasco y de su pareja entonces, Fidel Albiac, hoy su marido, diferente a la asignada inicialmente en el juzgado. El propio Flores me mostró copia en su momento.
No sé si oculta deliberadamente estos datos, pero ahí están. Deseo de custodia, pero también pleitos continuos, dinero y nula conciliación. Empezó quedándose en la casa de Rocío Jurado, hogar conyugal del matrimonio, cuando se separaron. En contra de lo que ha declarado esta semana, ya entonces me detallaron como esa convivencia fue “un infierno”. Salió el día en que Rocío Jurado fue a recoger a sus hijos a Colombia. Le dijo hasta aquí. Para entonces, ya le había espetado a algo así como “¿Qué, Jurado, no te gusta verme en tu casa, ¿no? Pues es lo que hay». No son palabras exactas, sino una versión suavizada. Y sí, “nada de esto hubiera pasado”.

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