martes, 18 de mayo de 2010

Feminismo en España: Igualdad poco práctica

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Siete x Siete: Igualdad poco práctica

NAJAT El Hachmi. 18/5/2010
Todos conocemos a las mujeres que vieron sacrificadas sus aspiraciones formativas y profesionales gracias a unos idearios machistas que, en plena posguerra, anteponían la inversión educativa en el heredero y no en las niñas.

Son esas señoras que ahora tienen por encima de 50 años y que querían ser azafatas de vuelo, ingenieras, diseñadoras de moda o abogadas y que se conformaron con lavar cabezas, hacer arreglos de modista o despachar en la panadería de la esquina.
Durante años compaginaron la crianza de los hijos con trabajos precarios.
Después, cuando los niños se habían ido de casa y esperaban tener una segunda juventud para sacarse la espina de hacer todo lo que no pudieron durante la primera, les sobrevino el trabajo de hacer de canguros de los nietos, y poco después, el de hacerse cargo de unos progenitores dependientes.

Sus hijas lo tuvieron más fácil para formarse, pero al acceder al mercado laboral pronto se dieron cuenta de las dificultades de compaginar vida profesional y familiar.
Solo por quedarse embarazadas, se les cuelga una pancarta delante de la puerta que dice:
«Hazte funcionaria», porque, en realidad, el empleo público es de los pocos que garantizan unas mínimas facilidades para poder educar a los hijos.

Muchas de ellas volvieron a renunciar a una vida profesional más ambiciosa por imperativos prácticos y pasaron las oposiciones pertinentes.
A esas mujeres Zapatero les acaba de dar la espalda.
A ellas y a las que reciben una pensión de jubilación o viudedad que por norma suele estar muy por debajo de la de los hombres.
Que le cuenten a la señora que vive con 500 euros al mes que el recorte lo hará quien ha ido presumiendo de ser el presidente más feminista de la historia de la política española.

Feminista sí, pero de ideología y raramente en la práctica.
Tiene la «habitación propia» ideológica de la que hablaba Virgina Woolf en el Ministerio de Igualdad, pero sin un mendrugo que llevarse a la boca, que es el otro pilar de la independencia de las mujeres del que hablaba la autora, el del dinero.

Qué le vamos a hacer, a seguir alimentándonos de ideales mientras el cuerpo real va adelgazándose.

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