Adela Martínez Gómez, terapeuta, 6 Abril, 2022
Una ruptura de pareja puede llegar a ser uno de los momentos más duros de nuestra vida. Nos sentimos perdidos, desmotivados, sin esperanzas, en un bucle de pensamientos destructivos, e incapaces de hacer cosas que antes hacíamos en pareja.
Y sí, una ruptura de pareja duele tanto como la pérdida de un ser querido.
En estos momentos lo más importante es entender que cada persona necesitará su tiempo para superar una ruptura de pareja, y para comprender que nos llevará el tiempo que necesitemos, lo fundamental es que no escondamos nuestras emociones, que nos permitamos sentir y no le pongamos fecha de caducidad al sentimiento de malestar que estemos experimentando. Pero, sobre todo, debemos saber que ese malestar pasará y volveremos a tener una vida plena.
Por qué duele tanto una ruptura de pareja
Cuando se trata de una ruptura de pareja, es relevante lograr que la persona en cuestión vuelva a querer disfrutar de la vida, y esto lo haremos después de haber sanado la ruptura, pero antes se debe tratar la autoestima, y es por eso que duele tanto una ruptura de pareja, porque la autoestima se ve muy debilitada tras una separación o divorcio.
En estos momentos lo más importante es entender que cada persona necesitará su tiempo para superar una ruptura de pareja, y para comprender que nos llevará el tiempo que necesitemos, lo fundamental es que no escondamos nuestras emociones, que nos permitamos sentir y no le pongamos fecha de caducidad al sentimiento de malestar que estemos experimentando. Pero, sobre todo, debemos saber que ese malestar pasará y volveremos a tener una vida plena.
Por qué duele tanto una ruptura de pareja
Cuando se trata de una ruptura de pareja, es relevante lograr que la persona en cuestión vuelva a querer disfrutar de la vida, y esto lo haremos después de haber sanado la ruptura, pero antes se debe tratar la autoestima, y es por eso que duele tanto una ruptura de pareja, porque la autoestima se ve muy debilitada tras una separación o divorcio.
Los sentimientos de fracaso o pensamientos sobre no ser suficientemente bueno o buena, pasan por nuestra mente como excusas que intentan darle un por qué a lo ocurrido.
Sanar la autoestima
Y si la autoestima es la parte de nuestro ser que más tocada se queda tras dejarlo con nuestra pareja, ¿cómo hacemos para restaurarla y volver a fortalecerla? Uno de los mejores consejos que puedo dar en este sentido es que se coja un cuaderno en blanco y día a día se anote en él las cosas que hemos conseguido hacer.
También podemos apuntar las oportunidades que hemos tenido durante el día y las cosas maravillosas que nos han pasado y han salido bien, aunque sean cosas sencillas como una tortilla de patata que hayas hecho para cenar o una conversación con un amigo. Estas pequeñas cosas pueden ayudarnos a la hora de tomar conciencia y ver que somos totalmente capaces de hacer esas cosas que antes hacíamos en pareja.
Romper con el pasado
Es por esa autoestima debilitada, por lo que en las 1ªs fases del duelo tras una ruptura es habitual intentar volver o mantener una relación de amistad, pero yo aconsejo que se rompa totalmente con el pasado y se respete la decisión que se ha tomado. Puede que con el tiempo entre en juego una relación de amistad, pero 1º se debe pasar por todas las fases del duelo. Si intentamos mantener una amistad inmediatamente tras la ruptura, podríamos confundir a la mente y entrar en una espiral que no nos permita pasar el duelo de una forma adecuada, impidiéndonos gestionar adecuadamente las emociones.
Las fases del duelo que siguen los estudios de Elisabeth Kübler-Ross, psiquiatra suizo-estadounidense, son:
Negación: La persona que está pasando el duelo no cree que lo que esté pasando sea real.
Negociación: Es la fase en la que se intenta llegar a un pacto, negociando para que la pérdida no sea efectiva. Durante las fases iniciales es importante que se tome conciencia de lo que está ocurriendo y se identifique lo que se siente. Son momentos en los que el autocuidado es primordial.
Ira: En esta fase se siente una gran rabia, e irritabilidad por la situación, y se culpa a la otra persona, lo que lleva posteriormente a sentir vergüenza, tristeza y necesidad de aislarse del mundo.
Depresión: Suele ser la fase más larga y cuando se suele plantear la necesidad de pedir ayuda. La persona se siente apática, con la autoestima por los suelos, e incapaz de enfrentarse a su día a día. Es en estas 2 fases centrales cuando la gestión emocional se convierte en un pilar fundamental, y acudir a terapia o practicar mindfulness puede ser un gran acierto.
Aceptación: La última fase es en la que, tras haber transitado por el dolor de la pérdida, se comienza a plantear la posibilidad de volver a vivir. Esta es la fase ideal para marcarse un plan de acción, estrategias, e identificar aquellas cosas que nos hacían sentir bien: bailar, ir al gimnasio, salir con amigos… Marcarnos pequeñas metas que ayudarán a ubicarnos dónde queremos estar.
¿Y cuándo hay niños?
Cuando se trata de una relación en la que ya entran en juego hijos, hijas, e incluso mascotas, romper con el pasado se hace más duro y puede parecer imposible. En el caso de las mascotas aconsejo que se llegue a un acuerdo entre las partes, siendo importante que los animales estén perfectamente cuidados en ambos casos. En cuanto a los hijos, lo aconsejable es explicarles lo que supondrá la separación para ellos y todo lo que implicará. Es crucial que ellos sientan que no son la causa de la separación y que seguirán contando con el apoyo de ambos padres, madres, o tutores legales. Siempre propongo que se deje también un espacio para que ellos puedan expresar sus emociones, además de darnos la libertad de llorar delante de ellos sin ocultar las nuestras. Cuando hay niños y adolescentes, romper con la relación es más complicado y por el bien de ellos la relación debe mantenerse con naturalidad y cordialidad, manteniendo un vínculo. La estabilidad de los hijos e hijas es imprescindible, y para ello debemos dialogar entre todas las partes afectadas.
Sanar la autoestima
Y si la autoestima es la parte de nuestro ser que más tocada se queda tras dejarlo con nuestra pareja, ¿cómo hacemos para restaurarla y volver a fortalecerla? Uno de los mejores consejos que puedo dar en este sentido es que se coja un cuaderno en blanco y día a día se anote en él las cosas que hemos conseguido hacer.
También podemos apuntar las oportunidades que hemos tenido durante el día y las cosas maravillosas que nos han pasado y han salido bien, aunque sean cosas sencillas como una tortilla de patata que hayas hecho para cenar o una conversación con un amigo. Estas pequeñas cosas pueden ayudarnos a la hora de tomar conciencia y ver que somos totalmente capaces de hacer esas cosas que antes hacíamos en pareja.
Romper con el pasado
Es por esa autoestima debilitada, por lo que en las 1ªs fases del duelo tras una ruptura es habitual intentar volver o mantener una relación de amistad, pero yo aconsejo que se rompa totalmente con el pasado y se respete la decisión que se ha tomado. Puede que con el tiempo entre en juego una relación de amistad, pero 1º se debe pasar por todas las fases del duelo. Si intentamos mantener una amistad inmediatamente tras la ruptura, podríamos confundir a la mente y entrar en una espiral que no nos permita pasar el duelo de una forma adecuada, impidiéndonos gestionar adecuadamente las emociones.
Las fases del duelo que siguen los estudios de Elisabeth Kübler-Ross, psiquiatra suizo-estadounidense, son:
Negación: La persona que está pasando el duelo no cree que lo que esté pasando sea real.
Negociación: Es la fase en la que se intenta llegar a un pacto, negociando para que la pérdida no sea efectiva. Durante las fases iniciales es importante que se tome conciencia de lo que está ocurriendo y se identifique lo que se siente. Son momentos en los que el autocuidado es primordial.
Ira: En esta fase se siente una gran rabia, e irritabilidad por la situación, y se culpa a la otra persona, lo que lleva posteriormente a sentir vergüenza, tristeza y necesidad de aislarse del mundo.
Depresión: Suele ser la fase más larga y cuando se suele plantear la necesidad de pedir ayuda. La persona se siente apática, con la autoestima por los suelos, e incapaz de enfrentarse a su día a día. Es en estas 2 fases centrales cuando la gestión emocional se convierte en un pilar fundamental, y acudir a terapia o practicar mindfulness puede ser un gran acierto.
Aceptación: La última fase es en la que, tras haber transitado por el dolor de la pérdida, se comienza a plantear la posibilidad de volver a vivir. Esta es la fase ideal para marcarse un plan de acción, estrategias, e identificar aquellas cosas que nos hacían sentir bien: bailar, ir al gimnasio, salir con amigos… Marcarnos pequeñas metas que ayudarán a ubicarnos dónde queremos estar.
¿Y cuándo hay niños?
Cuando se trata de una relación en la que ya entran en juego hijos, hijas, e incluso mascotas, romper con el pasado se hace más duro y puede parecer imposible. En el caso de las mascotas aconsejo que se llegue a un acuerdo entre las partes, siendo importante que los animales estén perfectamente cuidados en ambos casos. En cuanto a los hijos, lo aconsejable es explicarles lo que supondrá la separación para ellos y todo lo que implicará. Es crucial que ellos sientan que no son la causa de la separación y que seguirán contando con el apoyo de ambos padres, madres, o tutores legales. Siempre propongo que se deje también un espacio para que ellos puedan expresar sus emociones, además de darnos la libertad de llorar delante de ellos sin ocultar las nuestras. Cuando hay niños y adolescentes, romper con la relación es más complicado y por el bien de ellos la relación debe mantenerse con naturalidad y cordialidad, manteniendo un vínculo. La estabilidad de los hijos e hijas es imprescindible, y para ello debemos dialogar entre todas las partes afectadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario