Los actores económicos y de progreso industrial, cultural y religioso podrían estar asociados con este fenómeno.
En
2014 el sitio Business Insider publicó un “mapa mundial” del divorcio.
Basado en estadísticas reportadas por cada país, el mapa refleja las
tasas de divorcios sobre cada 100 matrimonios en unas 5 decenas de
países. Bélgica, Portugal, Hungría y la República Checa tienen las más
altas, arriba de 65 %, y Chile la más baja, con 3 %. México aún se queda en el grupo de países de entre 10 y 19 %, aunque un dato más reciente del Inegi para nuestro país indica
que fue de 20 %.
Si bien el mapa fue una fotografía de la situación del momento, contrario a lo que pudiera pensarse, las tasas de divorcio en todo el mundo, en general, se han mantenido en aumento desde hace décadas, si consideramos cifras del pasado.
Datos oficiales reflejan crecimientos sostenidos en Inglaterra, Suecia, Estados Unidos y Canadá, al pasar de 16, 23, 42 y 18 %, respectivamente, en 1970, a 41, 44, 54 y 38 % en 1990. Es decir, las tasas se duplicaron y casi se triplicaron en el caso de Inglaterra en 20 años.
Las explicaciones que los especialistas del comportamiento y la evolución humana dan a este fenómeno han sido muy difundidas, pero coinciden en que tienen más que ver con la propia naturaleza humana, si bien factores económicos y de progreso industrial, cultural y religioso podrían estar asociados.
Lo que es de interés en el análisis es la forma en que el Estado y sus instituciones se enfrentan a y prevén esta tendencia de la que México y por supuesto Yucatán no son ajenos. En la Ciudad de México, 1 de las 5 entidades con más altas tasas de divorcio en el país, los juzgados familiares están viendo momentos muy complicados. Si bien desde 2008 se incluyó el divorcio incausado, mal llamado exprés, puesto que sí requiere de un proceso judicial, la resolución de las “incidencias” que se derivan de estos divorcios mantiene al límite a los juzgados en la materia. Las cifras del Inegi señalan que Yucatán no se caracteriza por tasas bajas de divorcio, ya que durante décadas se ha mantenido, y a veces superado, el nivel de la media nacional e incluso se ubica por encima de estados como Quintana Roo, Chiapas, Guerrero y Tlaxcala. De las cifras nacionales hablaremos en otra entrega.
Si bien el mapa fue una fotografía de la situación del momento, contrario a lo que pudiera pensarse, las tasas de divorcio en todo el mundo, en general, se han mantenido en aumento desde hace décadas, si consideramos cifras del pasado.
Datos oficiales reflejan crecimientos sostenidos en Inglaterra, Suecia, Estados Unidos y Canadá, al pasar de 16, 23, 42 y 18 %, respectivamente, en 1970, a 41, 44, 54 y 38 % en 1990. Es decir, las tasas se duplicaron y casi se triplicaron en el caso de Inglaterra en 20 años.
Las explicaciones que los especialistas del comportamiento y la evolución humana dan a este fenómeno han sido muy difundidas, pero coinciden en que tienen más que ver con la propia naturaleza humana, si bien factores económicos y de progreso industrial, cultural y religioso podrían estar asociados.
Lo que es de interés en el análisis es la forma en que el Estado y sus instituciones se enfrentan a y prevén esta tendencia de la que México y por supuesto Yucatán no son ajenos. En la Ciudad de México, 1 de las 5 entidades con más altas tasas de divorcio en el país, los juzgados familiares están viendo momentos muy complicados. Si bien desde 2008 se incluyó el divorcio incausado, mal llamado exprés, puesto que sí requiere de un proceso judicial, la resolución de las “incidencias” que se derivan de estos divorcios mantiene al límite a los juzgados en la materia. Las cifras del Inegi señalan que Yucatán no se caracteriza por tasas bajas de divorcio, ya que durante décadas se ha mantenido, y a veces superado, el nivel de la media nacional e incluso se ubica por encima de estados como Quintana Roo, Chiapas, Guerrero y Tlaxcala. De las cifras nacionales hablaremos en otra entrega.
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