Divorcio/Musica
Marvin Gaye también tuvo que renunciar a su proyecto de jubilarse
(en su caso, de manera un tanto prematura) debido a problemas
económicos sobrevenidos. 2 divorcios y una adicción a las drogas se
cruzaron en su camino. En 1977, a los 38 años, le costó cerca de 1
millón de dólares divorciarse de su 1ª esposa, Anna Gordy, hermana
de su jefe, el productor y fundador de Tamla Motown, Berry Gordy. Ese
desastre financiero fue la principal razón por la que accedió a grabar Here, my dear.
Justo es reconocerle que supo hacer de la necesidad virtud: las
canciones exudan virulencia y genuino rencor, porque se nutren del
resentimiento acumulado en 10 años de matrimonio y casi 5 de cruda
batalla judicial. La propia Anna Gordy, que se embolsó parte de los royalties de Here, my dear,
declararía años después: “Con el tiempo, he acabado apreciando todos
los álbumes de Marvin, pero tengo que reconocer que este sigue siendo el
que menos me gusta”. Ya en 1981, un Marvin Gaye de nuevo al borde de la
ruina, recién divorciado de Janis Hunter y con tendencias depresivas y
paranoicas acrecentadas por el consumo de cocaína, aceptó grabar otro
álbum, In our lifetime, tal vez el menos inspirado de su
carrera. Según el hombre que trató de hacerle de hada madrina en sus
últimos años, el dj y productor belga Freddy Cousaert, “ese disco existe
porque Marvin necesitaba el dinero, no hay mucho más que decir”.
Bob Dylan reconoce en sus memorias que muy rara vez ha
vuelto a hacer algo a la altura de su periodo más fértil, finales de los
sesenta (“ya no siento galaxias en combustión en mi interior”), pero su
álbum Blood on the tracks (1975) es una deslumbrante apología
de la rabia y las malas vibraciones, un poderoso artefacto cuyo
combustible es el odio larvado que llegó a sentir contra la que era su
esposa y madre de sus 4 hijos, Sara Lownds, de la que se
divorciaría poco después.
El rapero Eminem es un caso incluso más exagerado: ha
arremetido contra su madre, contra su expareja y madre de su hija y
contra prácticamente cualquier estrella del universo pop que se haya
cruzado en su camino hacia el nº 1 de las listas. Desde Briney
Spears hasta Mariah Carey, pasando por Michael Jackson o Iggy Azalea.
Entre los talibanes de la energía negativa, destacan el cineasta Xavier
Dolan (basta con ver Mommy o Los amores imaginarios para entender que el canadiense hace películas al dictado de los cadáveres que esconde en su armario sentimental)
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