lainformacion.com/Madrid/viernes, 22/08/14
Si las relaciones de pareja son buenas, al final
del verano son mejores, pero, si son malas, las vacaciones pasan factura
a muchas de ellas, que acaban en separaciones en el otoño, según
confirman las estadísticas de rupturas matrimoniales.
"Pasadas las vacaciones se produce esa desilusión y ese mayor deseo de separación, por ese mecanismo, porque las relaciones malas son peores en vacaciones", señala el experto.
Según los últimos datos del Consejo General del Poder Judicial, durante el 4º trimestre del 2013 se registraron en los juzgados 33.712 divorcios -de julio a septiembre fueron 24.236-, 1.928 separaciones -1.441 en el 3º trimestre- y 47 nulidades -36 durante el verano-.
"En los meses de verano se deciden el 33 % de las separaciones, pero el verano es el 25 % del año", asegura el psicólogo, quien advierte de que no todo se acuerda en esos meses.
Cañamares recuerda que durante las vacaciones "hay más roces, más enfados, más disputas por el poder en la pareja" y, pasadas las vacaciones, "se produce esa desilusión y ese mayor deseo de separación".
Explica que las principales causas de las rupturas de las parejas estables son "la diferente evolución de sus componentes, porque las personas cambian y no necesitan tener quizá un marido tan autoritario o una mujer tan sumisa, por ejemplo".
Los reproches empiezan por "falta de afecto, de caricias o de relaciones sexuales y se acaba de percibir que cada uno va a lo suyo".
Por eso, aunque aparentemente se discuta por temas banales, como la temperatura del aire acondicionado, "no es el problema, sino que hace tiempo que ese hombre o esa mujer, al que antes le encantaba que su pareja tomara las decisiones, ahora no".
A su juicio, cuando no existen diferencias de fondo importante, las discusiones "se olvidan al día siguiente", y las parejas bien avenidas "salen reforzadas del veraneo porque hay más tiempo para hablar, para pasear, para estar juntos".
Después de periodos de vacaciones también aumentan las solicitudes de mediación ante rupturas familiares.
"Se pueden duplicar el nº de llamadas en el mes de septiembre y enero para solicitar información o una cita, justo después de las vacaciones", explica a Efe Julia Pérez, directora de la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF), organismo que gestiona gran parte de las mediaciones en España, que pretenden resolver los conflictos a través del acuerdo y el diálogo entre las partes.
Destaca que suele ser la mujer la que da el paso y llama para informarse, "porque también normalmente suele ser la que toma la decisión de separase".
"La mediación familiar no es una terapia de pareja, es una intervención y una herramienta o instrumento para que la pareja que ha decidido ya separase pueda resolver conjuntamente los problemas que puedan surgir de esa ruptura, como la situación con los hijos", señala.
Pérez recuerda que aunque las parejas se disuelvan "no se rompe el rol con los hijos y se trata de fortalecer el papel de padre y madre" y de prepararse para las nuevas situaciones familiares.
Indica además que el 80 % de las personas que acuden de forma voluntaria a un proceso de mediación logran un acuerdo que se mantiene en el tiempo más de 5 años, aunque estos pactos tienen valor legal si se llevan a un juzgado para ratificarlo o ante un notario.
"Se producen más separaciones en parejas de más de 10 años de convivencia; hay muchas crisis que tienen que ver con el nacimiento de los hijos, con el síndrome de nido vacío -cuando los hijos abandonan el hogar-, cambios laborales y del ciclo vital de la familia", describe.
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