EL MUNDO DOMINGO,26 de Septiembre de 2010
No pido el pago de un rescates,solo presión por mi hija
Ainhoa viajó a Guinea Ecuatorial con su madre,quien la mantiene retenida allí.
ALEJANDRO D. ZAJAC/ Madrid
Se convirtió en padre ya peinando canas y con más de 60 abriles.
A través de su hija conoció un nuevo mundo, que se desvaneció casi tan rápido como llegó.
El engaño lo separó de la pequeña. Con la inercia de cuatro décadas ejerciendo la abogacía, intenta recuperarla a fuerza de expedientes judiciales.
Pero Ainhoa está muy lejos, en Guinea Ecuatorial, donde el brazo de la Jusücia española parece no llegar. A falta de toga, va por la diplomacia:
"No pido el pago de un rescate de 8 millones de euros como por los cooperantes, ni que envíen a la legión, sólo que el Gobiemo presione políticamente para recuperara mi hijar".
Juan María López de Tejada (65 años) conoció a Asunción, una joven ecuatoguineana en el año 2007 en San Sebastián.
Tuvo con ella una breve relación sentimental de la que nació Ainhoa.
La custodia quedó a cargo de la madre, pero él tuvo contacto de forma regular con La niña y
se hizo cargo de todos sus gastos. Hasta alquiló un piso en Irún para que ambas vivieran cómodamente.
A mediados del año pasado la niña estaba ilusionada. Iba de vacaciones con su madre a Guinea Ecuatorial.
Un juez de familia de Irún dio la autorización, a la vez que estipuló la fecha de regreso: 5 de noviembre.
Pero todo quedó en papel mojado.
Juan María, el padre, jamás vislumbró lo que sucedería: nunca regresaron.
A patir de ahí, este abogado y ex sindicalista donostiara comenzó una batalla aún sin final feliz.
Su relación con Asunción, la madre, siempre fue problemática.
Para empezar, ella está acusada de golpearlo, por lo que obtuvo una orden de alejamiento. Además, por este hecho existe una orden de detención contra ella y una fecha fijada para el
juicio por violencia doméstica. Pero esto sería lo de menos.
La madre comenzó a alquilar sin consentimiento, una habitación del piso que él paga.
Y fueron los propios inquilinos quienes denunciaron ante la Ertzaintza las condiciones en las que vivía Ainhoa.
Su madre traía amigos a casa y la niña presenciaba situaciones inadecuadas para su corta edad.
A pesar de todo, Asunción consiguió la autorización de un juez para llevarla de viaje a Guinea. Juan María no lo vio del todo mal.
Ningún ambiente podía ser peor que en el que vivía la niña. El pensaba aprovechar el viaje para avanzar judicialmente en cambiarlas condiciones de vida de su hija.
Llegó agosto y la niña voló con billete de ida y vuelta como ordenó el juez.
Sin embargo el 5 de noviembre la pequeña no estaba entre los pasajeros que llegaron a Barajas.
López de Tejada supo que debía poner manos a la obra con el Derecho como espada.
La vía judicial avanzó con relativa rapidez. En pocos meses obtuvo la custodia yla comisión
rogatoria para que la niña sea devuelta a su padre y a su país.
Del papel al hecho, un largo trecho. Nada funcionó. Ni siquiera fue posible notificar la decisión judicial.
Juan María no aguantó mas y viajó a Malabo capital de la ex colonia.
Para su sorpresa, la niña ya no estaba allí. Los esfuerzos del Consulado español le posibilitaron verla en la ciudad de Bata.
Tanto él como la familia de Asunción -quien jamás se dejó ver- disimularon las tensiones y escenificaron un cordial encuentro familiar. Un instante de felicidad y nada más.
El padre volvió sin poder traerla consigo a pesar de infinitas reuniones con autoridades del Ministerio de Justicia ecuatoguineano.
Toda su esperanza hoy descansa en la comisión rogatoria.
Fuentes del Ministerio de Exteriores español no se animan a avenfurar una fecha para notificar este documento judicial, y mucho menos la efectividad que pueda tener.
"España tiene que presionar al Gobierno de Teodoro Obiang, no puede tenerle miedo, tiene que recuperar a una niña española que está secuestrada", se desespera lópez de Tejada.
Semanas atrás este padre escribió al ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, para que intervenga en el caso.
Recibió como respuesta una carta en la que le dicen que espere, pero se le está acabando la paciencia:"Soy capaz de encadenarme a la puerta del Ministerio para que hagan algo por traer a mi hija, si no presionan la perderé para siempre".
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