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Custodia Compartida
ÓSCAR DULCE RECIO - Colmenar Viejo, Madrid - 12/09/2009
Siendo hijos de la transición crecimos con el mensaje de la igualdad de derechos de hombres y mujeres repicando en nuestras conciencias. Se trataba de un mensaje insistente y justo.
Los hombres nos aplicamos, en mayor o menor medida, con más o menos dificultad.
A fin de cuentas habíamos crecido en familias patriarcales y machistas con roles muy bien definidos.
Poco a poco, muchos aprendimos a compartir las tareas, el cuidado de los hijos, los horarios... Aunque es cierto que no todos se dieron por aludidos.
El error de algunas mujeres fue creer que el mensaje de igualdad sólo iba destinado a los hombres.
Así que cuando llegó el momento de la ruptura de muchas parejas, esas mujeres se arrogaron el papel de "eje vertebrador de la familia", el mismo que habían visto desempeñar a sus madres en aquellas familias patriarcales y machistas de antaño.
Y espetaron sin contemplaciones: "Dejémonos de tonterías, los hijos son de la madre".
Cuando muchos hombres acudimos a los tribunales demandando compartir igualitariamente nuestra condición de progenitores nos encontramos con la sonrisa cínica de la justicia:
"Vamos, chicos, los niños con quien mejor van a estar es con su madre".
Y de este modo miles de hombres nos vimos relegados a la condición de "padres de 2ª categoría", "padres de apoyo" o incluso "caricatura de padres".
Ahora encontramos palabras de ánimo y palmaditas en la espalda en muchos foros y medios. Esto cambiará, se nos dice, sólo hace falta que la sociedad madure.
Sí, pero mientras tanto se sigue perpetrando la mayor barbaridad que pueda cometerse sobre un ser humano: privarle del calor de un hijo.
Cuando la sociedad por fin madure y cambie la legislación:
¿quién nos va a devolver ese tiempo con nuestros hijos del que se nos privó injustamente?
¿Cómo se repara semejante daño emocional?
Espero que ahora se entienda la desesperada y dramática coletilla, ese "Ya" que acompaña una demanda que debería ser historia en una época como la nuestra en la que hasta tenemos Ministerio de la Igualdad.
1 comentario:
Hola, Óscar:
En primer lugar, disculpa que te tutee pero es lo que me sale.
He leído hoy tu brillante artículo en "El País" y acto seguido he escrito tu nombre en Google para ver si podía ponerme en contacto contigo para, por encima de todo, felicitarte como hago en este acto.
Felicitarte, lo primero, por escribir algo destinado a ese diario y que te lo publiquen. Otros lo hemos intentado y no hemos tenido tanto arte con la pluma o tanta fortuna.
Pero la felicitación real, la de fondo, es porque comparto la casi absoluta totalidad de las reflexiones que viertes en el artículo.
Sólo pondré un "pero" porque entiendo que no este el lugar de extenderse.
Dices literalmente: "[...] mientras tanto se sigue perpetrando la mayor barbaridad que pueda cometerse sobre un ser humano: privarle del calor de un hijo. [...]".
Y ahí disiento, hay una barbaridad mayor que, además, creo que está en el centro de la reflexión que deberíamos hacernos: no hay mayor barbaridad que privar a un hijo del calor de un padre (y/o madre).
Los hijos no son un derecho de los padres, son una obligación. Los padres y madres son un derecho de los hijos, derecho del que los jueces los privan con frecuencia.
Por último, te transcribo unas palabras de mi sentencia de separación: "la menor estaría bien con cualquiera de los dos progenitores, es más, estaría mejor con el padre, que tiene más tiempo, pero como la custodia hay que dársela a la madre...".
Un saludo cordial
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