jueves, 21 de julio de 2022

¿Cuándo conviene pensar en separación o divorcio?

Hay 5 motivos principales que nos llevarían a pensar que la ruptura definitiva es la mejor opción para continuar nuestras vidas.
Mª Paz Ruiz, 19 Julio 2022
Cada pareja tiene su historia. Y cada una maneja sus propios ritmos internos y sus crisis de la mejor manera que sabe. Algunas demuestran que con las dificultades su amor crece y son estos mismos obstáculos los que los fortalecen y les dan a su unión más fuerza. Otras, con las limitaciones y los reveses que trae la vida, se descomponen y caen en situaciones límite.

Hoy quiero hablar de las situaciones que considero más peliagudas para una pareja, no es que siempre que estemos afrontando estos escenarios tengamos que pensar en ruptura, lo que sí sé es que son estos 4 escenarios los que anticipan que se tiene que sacar el chaleco salvavidas para reflotar el amor.

Infidelidad continuada:
Si tu relación no es abierta por ambos extremos, que quiere decir que tanto tú como tu pareja, por mutuo acuerdo, han decidido experimentar otro tipo de uniones al margen de su relación, la infidelidad continuada es el caldo de cultivo para que el amor se marchite y se cargue de engaños y mentiras.
Si 1 de los 2, o ambos, han recurrido a 3ª personas de forma clandestina, esta situación es la que con más frecuencia antecede a la ruptura y a la separación. Por regla general, los infieles existen porque hay necesidades que la pareja no cubre y, por esta misma expresión de búsqueda de satisfacción, se crean zonas grises y de mentira entre ambos. 
Si se descubre o si no, ya la infidelidad consiste en una falta grave de honestidad. Si no hay juego limpio, la pareja puede llegar a romperse. 
Para estos casos lo conveniente es acudir a ayuda profesional para volver a dibujar el círculo de confianza y poner el marcador a cero. 
Insisto, no es fácil, pero muchas parejas lo consiguen a base de hacer las cosas bien y de desenredar las madejas que crea el engaño.

Mentira
Así como algunas parejas se ponen los cuernos, otras se mienten de muchas formas posibles para no dejar saber a su pareja en qué andan. Este es el clásico caso de los adictos, quienes no comparten con honestidad sus prácticas con su pareja para no ser descubiertos. 
La mentira existe a todo nivel, pues hay quienes mienten, a su vez, acerca de su situación financiera, situación de salud, familiar, o incluso sobre sus gustos o preferencias sexuales. Hay mentiras más soportables que otras, pero cuando se descubre que nuestra pareja lleva una vida doble, se suele terminar en ruptura. Para estos casos, la ayuda no sólo es recomendada, sino obligada para poder volver a confiar en la persona que queremos.

Maltrato y violencia
Mucho se habla hoy del matrato intrafamiliar. Es una lacra que cuando llega, abre la puerta para que las parejas caigan en círculos de violencia. No todas las violencias son del mismo tipo. Las hay de tipo pasivo-agresiva, que es la que se esconde detrás de comportamientos como la envidia, el estar con una persona que nos desprecia, nos ataca y nos sabotea desde abajo, a veces con el silencio, y a veces con su falta de apoyo. También está la violencia activa, que es la evidente y la que despierta las alarmas en los demás, pues es la que se aprecia con mayor facilidad. Pero ojo, también hay violencia sexual, física, económica y emocional, y todas ellas constituyen una forma de ir derribando la confianza y el amor de la pareja. Cuando hay situaciones de violencia, la pareja necesitará en todos los casos de ayuda profesional y de cortar con el patrón que está generando estas situaciones que merman el brillo y el empuje que se puede lograr con una pareja. 
El maltrato no se puede consentir y debe ser denunciado a las autoridades. 

Cuando se ha perdido el respeto por la pareja
Relacionado íntimamente con el anterior, hay parejas que se pierden el respeto y se empiezan a tratar mal. Bien porque este comportamiento escala rápidamente, o porque ya han entrado en patrones de irrespeto, este tipo de uniones suelen saltar por los aires cuando los límites se rebasan. El irrespeto no sólo está en el lenguaje, sino también en la acción. Las personas que carecen de detalles y que, por el contrario, ven a su pareja como un rival, pueden llegar a tener comportamientos hostiles que no tendrían cabida en una relación sana. La burla, el linchamiento, el acoso, y el considerar que la otra persona es inferior son ingredientes típicos en este camino hacia la ruptura.

Es lo que decimos, cómo lo decimos y los actos que acompañan a nuestro discurso, lo que define nuestra forma de amar. De poco sirve dar amor si al mismo tiempo estamos soltando látigo con nuestra forma de apreciar el cariño. Lo más apropiado en estos casos es darse cuenta de que el camino del irrespeto es tortuoso y va en escalada. Aquí se requiere que haya un cambio en el comportamiento y observar cuándo llegamos a estos límites para no rebasarlos.

Cuando no hay intimidad
Una pareja se define porque es una unión en la que la intimidad existe y es la que permite que estén más unidos. Cuando elegimos a una pareja, elegimos a una persona especial para compartir nuestro amor sexual y nuestro deseo. Si se pierde, es evidente que la comunicación entre ambos cae en un pozo profundo en el que ya no hay ni pasión, ni caricias, ni besos. Algunas uniones pueden mantenerse así per secula seculorum, sin tocarse, ni abrazarse, ni manifestarse el mínimo atisbo de deseo sexual, lo que pasa en estos casos es que sin esa intimidad, es muy difícil que exista como tal una pareja, y en muchos casos se transforma en lo que yo llamo “los compañeros de casa”. Son esas parejas que, como no se tocan, dejan por completo esta parte y se refugian en otras personas, o en la renuncia al deseo sexual para seguir estando juntas. El celibato en pareja es un tema difícil, que hace que la autoestima se vea perjudicada. Mi consejo es que cuando la intimidad se pierda, y que no sea porque están distanciados geográficamente, se trate a tiempo para que la pasión no se extinga sin reparos.

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