En el último año finalizaron su matrimonio 192 mujeres y 291 hombres en edad de jubilarse.
Ana Lucas, Murcia, 09.01.2018.
La mayor independencia económica de ellas hace que apuesten por una vida en solitario una vez criados los hijos.
La vida empieza con la jubilación. O al menos eso parecen pensar muchos matrimonios, que pasados los 65 años, deciden poner fin a toda una vida de convivencia para volar en solitario. Es una tendencia al alza en la Región de Murcia, como lo reflejan las cifras oficiales. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2016 se divorciaron en la Comunidad 241 hombres mayores de 65 años y 169 mujeres. Asimismo, pusieron fin a su matrimonio de décadas 50 murcianos mayores de 70 años. En el caso de ellas, 23 féminas con más de 7 décadas a sus espaldas también dieron carpetazo y firmaron el divorcio.
En 2015, por otro lado, fueron 29 las mujeres y 40 los hombres mayores de 70 que se separaron en la Región.
La cifra se eleva en el apartado de edades comprendidas entre los 60 y los 69 años: fueron 117 las señoras y 185 los señores, destaca el INE.
Apenas una generación atrás eran impensables separaciones matrimoniales a estas edades. Los matrimonios eran para toda la vida. Pero, ¿qué impulsa a un matrimonio que ha aguantado unido media vida a emprender a la vejez una nueva vida de forma independiente? Fuensanta Cerezo, psicóloga y profesora titular de Psicología de la Educación en la Universidad de Murcia, sostiene que la decisión de separarse «está tomada de antemano» aunque, en realidad, se materialice décadas después.
La experta pone el acento en «la lacra de la no emancipación económica de las mujeres», que hace que muchas no se separen porque, sin la aportación del esposo, no podrían subsistir.
«Otras veces lo que se hace es esperar a que los hijos crezcan, a que se hayan emancipado. A veces, cuando se tienen nietos, es cuando algunos dicen ´ha llegado mi momento´», hace hincapié Fuensanta Cerezo.
Hasta dar el paso de rubricar el divorcio, estas parejas, explica, «se toleran» y viven con «una aceptación de la situación, porque es así como está la cosa», señala la psicóloga, que llegó a conocer el caso de una pareja que, tras romperse de facto, se veía obligada a seguir compartiendo domicilio y «la vivienda estaba partida, con 2 entradas, y cada persona entraba por un lado».
La profesora apunta que «el problema no se genera en el momento de la ruptura», sino que este «es la punta del iceberg de lo que había debajo».
Cuando una persona de más de 60 años toma la decisión de divorciarse, «hay que asumir que entonces se queda sola», admite la psicóloga. Y es que «no solamente te divorcias de tu pareja, sino de todo el entorno de ella».
Cerezo tiene claro que hay «miedo a la libertad». «Hay mucho, porque entonces eres responsable absolutamente de todo», remarca al respecto.
«La vida es un reto diario. No podemos pretender establecerla a los 18 o a los 25 años y que siga así hasta el infinito», apostilla Cerezo, a lo que añade que, si creemos que las circunstancias sentimentales (o el estado civil de alguien) son inmutables, «nos estamos montando una película que no es real».
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