eldia.com/Argentina, 13 de Noviembre de 2016.
Cuando una pareja se separa, cómo organizarse
en relación a los hijos suele ser uno de los temas que más angustia y
preocupa a los padres. Porque a pesar de que la situación supone el
final de la convivencia, los roles se mantienen y la familia no
desaparece.
Cada vez son más las parejas que optan por la
custodia compartida luego de la separación. Este sistema no obliga a
que los chicos pasen el 50% de su tiempo con la madre y el otro 50% con
el padre, sino que supone que ninguno se convierte en “visitante”. En
este caso, los 2 cuentan con la custodia y podrán pasar más tiempo que
el que frecuentemente se le otorga al padre que no está a cargo del
cuidado.
En las últimas 2 décadas se fueron
produciendo cambios en las formas de familia y en sus significaciones
sociales; alrededor de las cuestiones de género y en torno a la
construcción de los vínculos afectivos.
También la organización
posterior al divorcio va adoptando nuevas formas.
“Actualmente son numerosos los casos en que
se aplica el cuidado personal compartido indistinto, tanto en ámbito
judicial como en el extrajudicial”
Tradicionalmente, cuando la pareja se
separaba lo más frecuente era que uno de los progenitores tomara a su
cargo el cuidado de sus hijos (tenía la “tenencia”). El otro, pasaba a
ocupar el lugar de “visitante”, lo que implicaba asumir la
responsabilidad de una cuota alimenticia y programar encuentros
esporádicos con sus hijos.
Este régimen desarticula la cotidianeidad y
la dinámica interaccional entre padres e hijos, por eso muchas parejas
que se separan en buenos términos rehusan a seguir este modelo.
Como explica el doctor Miguel Gozáles Andía, profesor de derecho de familia y sucesiones UCALP y director del Instituto de Derecho de Familia y Sucesiones del Colegio Abogados
de La Plata, el antiguo concepto de “tenencia” fue reemplazado por el
de “cuidado personal de los hijos”, que supone un conjunto de deberes y
responsabilidades que deben asumir los padres en relación a la vida
cotidiana de los chicos.
“En caso de no convivencia de los padres, el
cuidado personal del hijo, puede ser asumido por un progenitor o por
ambos”, explica Gonzáles Andía,
y considera que la responsabilidad compartida permite fortalecer y
enriquecer el vínculo padres-hijo de manera continua y cotidiana.
El Código Civil
y Comercial establece que el cuidado personal compartido puede ser
alternado o indistinto. En el cuidado alternado, el hijo transcurre
lapsos de tiempo con cada uno de sus padres, según la organización y
posibilidades de cada familia.
“La nueva normativa no ha fijado un período
de tiempo determinado en este caso, sino que lo deja sujeto a la
decisión judicial, conforme las circunstancias de cada caso”, señala
Gonzáles Andía.
El cuidado personal compartido indistinto
supone que el hijo reside de manera principal en el domicilio de uno de
los progenitores, pero ambos comparten las decisiones y se distribuyen
de modo equitativo las actividades atinentes a su cuidado.
El art. 651 del CCyC dispone que a pedido
de uno o ambos progenitores el juez debe otorgar, como 1ª
alternativa, el cuidado compartido del hijo con modalidad indistinta.
Excepto que no sea posible o resulte perjudicial para el hijo.
El cuidado personal compartido está reconocido expresamente en el texto del Nuevo Código Civil
y Comercial de la Nación, sancionado en 2015. Sin embargo, numerosos
fallos ya se habían expedido con anterioridad al respecto, aplicándolo
en consecuencia.
“Actualmente son numerosos los casos en que
se aplica el cuidado personal compartido indistinto, tanto en ámbito
judicial como en el extrajudicial”, afirma Gonzáles Andía.
Ventajas de este sistema
El sistema de custodia compartida además de
facilitar que los chicos mantengan una relación fluida con los dos
padres, ayuda a que los adultos puedan rehacer su vida personal.
Con respecto a los chicos, no se ven
limitados a pasar fin de semana por medio con uno de sus padres, sino
que distribuyen su tiempo en casa de uno y otro: tienen 2 uniformes de
colegio, ropa en cada uno, 2 bicicletas, 2 camas.
Por otro lado,
cuando los chicos están en la casa del otro padre, el que se queda solo
tiene más tiempo para atender cuestiones personales.
¿Cómo tratar el tema con los chicos?
Si bien este sistema parece facilitar la situación, la psicóloga Silvia Medina
advierte que no siempre se torna amigable y que también bajo esta
modalidad surgen conflictos. “Muchas veces los padres, incluso sin ser
del todo conscientes, usan las cosas de los chicos como ‘rehenes’ para
que quieran pasar más tiempo en casa de ellos”, cuenta, y afirma: “Es
importante que los adultos tengan presente que lo que le regalan pasa a
ser de los chicos y ellos tienen derecho a llevarlo a la casa del otro
padre, si así lo prefieren”.
Cuando los hijos son chicos, “es necesario
explicarles bien la situación y ambientarlos en cada uno de los
espacios. Los adultos deben ponerse de acuerdo con el mensaje que le van
a bajar. Lo ideal sería que conozcan el espacio del otro”, afirma
Medina.
Acordar entre los adultos el modelo de
crianza y los lineamientos en cuanto a límites y permisos sería otra
cuestión fundamental. Al igual que no difamar ni desautorizar al otro
padre.
Un error frecuente, afirma Medina, es
relacionarse con los chicos desde la culpa: “Esto solo aumenta las
expectativas y las demandas. Si el divorcio es bien llevado no tiene por
qué resultar traumático”.
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