Redacción Día a Día| 08/10/2013.
Cuando una relación no va más, se produce el divorcio. Algunos no tardan en rehacer su vida sentimental, pero otros se plantean si se puede vivir sin sexo.
edacción Día a Día |08/10/2013
Aquellos que piensan que también se divorciaron de cualquier relación sentimental suelen decir que no quieren ninguno tipo de relación, ni siquiera a nivel sexual.
Entonces creen que pueden vivir sin sexo. Tu Día habló con Silvia Aguirre, sexóloga y columnista del suple, sobre el tema. Y la especialista fue contundente al sostener que es imposible que un hombre o una mujer dejen su sexualidad de lado.
“Plantearse, después del divorcio, la vida sin sexo es llamativo. Las personas tienen sexualidad desde que nacen hasta que mueren. Pueden no ejercitar su genitalidad temporariamente, pero siguen siendo sexuales, siguen teniendo energía sexual”, explicó Silvia.
La genitalidad no es una obligación, pero la decisión de no vivirla puede remitir a conflictos tal vez no demasiado conscientes. Claro que no es fácil volver a empezar después de una separación. Cuesta despojarse de la soledad, más si el divorcio fue transitado como un fracaso personal y no como una decisión bien tomada.
Para muchos, recuperar el sexo no es una tarea fácil. Sin embargo, según los expertos, a la sexualidad no hay que recuperarla, sencillamente porque nunca se va.
La genitalidad se inicia al nacer y dura toda la vida, no se acaba al llegar a una determinada edad ni tampoco forma parte de los bienes que se pierden en el divorcio.
Mucho menos muere el deseo sexual con el paso del tiempo y, aunque tiende a disminuir, también tiene la capacidad de recrearse permanentemente.
La decisión de no ejercitar la función genital, es decir no tener relaciones sexuales con otra persona, es un derecho de toda persona. Sin embargo, Silvia Aguirre cree que sería conveniente investigar las causas de esa decisión, que no hace más que coartar las maravillosas posibilidades que brinda ese modo de vivir la sexualidad.
Algo oculto. Puede ocurrir que detrás de la abstinencia elegida (que no es asexualidad) se escondan temores profundos que pueden resolverse con terapia adecuada.
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