Encaramados a una grúa por sus hijos (y nietos)
Una abuela americana escala una grúa para pedir ver a su nieta. | Afp
Las reivindicaciones antes se exigían sacando la pancarta o incluso
encadenándose a algún lugar público.
Ahora lo que se estila, al menos en Francia, es encaramarse a una grúa, para que el mensaje se escuche bien alto. Desde hace semanas varios padres han elegido este novedoso método de protesta y se han atrincherado en las alturas para pedir la custodia de sus hijos.
Si hasta ahora los sublevados siempre habían sido padres, la última en hacerlo ha sido una abuela americana de 70 años. Este sábado ha trepado hasta el pico de una grúa situada en unas obras en Privas, en el sur del país, con la pancarta: "Rose, dos años sin su abuela".
"La justicia dictó a mi favor para que pudiera ver a Rose, pero su madre me lo impide. No estoy loca, solo quiero a mi nieta, pero ya no creo en la justicia», ha denunciado la americana a la agencia AFP. La mujer dice que su marido está muy enfermo y que "solo quiere ver a la niña antes de morir".
A escalar la grúa la ayudó "un amigo", escalador profesional y experto en estas gestas, Nicolas Moreno. Hace semanas que este padre se dedica a secundar o apoyar los gestos de estos progenitores, ahora también abuelos, indignados.
Lo hizo en solidaridad con el que había abierto la veda unas horas antes, Serge Charnay. Este padre pasó 4 días y 4 noches atrincherado en una grúa en la citada ciudad. La justicia le había retirado el derecho a visita de su hijo de 6 años después de que se lo llevara sin permiso en 2 ocasiones en 2010 y 2011.
Ya sobre tierra firme denunció la discriminación en la aplicación de la ley.
El solidario Nicolas Moreno apoyó su crítica:
"El tiempo que se le da a un padre es un fin de semana de cada 2, 4 días de 30. Esta justicia está basada en la violencia porque retira a un padre el tiempo para ver a su hijo", dijo Moreno.
La reivindicación de Charnay y Moreno surtió efecto, el 1º ministro movilizó a la ministra encargada de los derechos de las mujeres, Najat Vallaud-Belkacem, y la ministra de Justicia, Christiane Taubira, se reunió con las asociaciones en defensa de los derechos de los padres para estudia rmedidas.
En este caso también tuvo que intervenir la policía, pues las malas condiciones meteorológicas, con fuertes vientos y lluvia, ponían en peligro la seguridad del okupa.
El viernes se bajó de su trinchera otro de estos sublevados, tras más de 24 horas en altura. Este joven, un ex militar de 27 años que actualmente está en paro, había escalado hasta la cúspide de una grúa en unas obras en el centro de Ivry el jueves por la noche con la pancarta: "Adam pronto cumplirá 36 meses, de los cuales 18 sin su padre".
"Hago esto por amor a mi hijo. Estoy aquí y no dejaré nada", había insistido el hombre, que denuncia que desde que se separó de su mujer, esta retiene al niño de ambos en Maruecos. "Sufro mucho por no poder ver a mi hijo y la justicia no hace nada", denunció. Ayer otro hombre escaló el centro cultural Georges Pompidou de París con las mismas intenciones, aunque bajó tras conseguir cita con el concejal del distrito.
Ahora lo que se estila, al menos en Francia, es encaramarse a una grúa, para que el mensaje se escuche bien alto. Desde hace semanas varios padres han elegido este novedoso método de protesta y se han atrincherado en las alturas para pedir la custodia de sus hijos.
Si hasta ahora los sublevados siempre habían sido padres, la última en hacerlo ha sido una abuela americana de 70 años. Este sábado ha trepado hasta el pico de una grúa situada en unas obras en Privas, en el sur del país, con la pancarta: "Rose, dos años sin su abuela".
"La justicia dictó a mi favor para que pudiera ver a Rose, pero su madre me lo impide. No estoy loca, solo quiero a mi nieta, pero ya no creo en la justicia», ha denunciado la americana a la agencia AFP. La mujer dice que su marido está muy enfermo y que "solo quiere ver a la niña antes de morir".
A escalar la grúa la ayudó "un amigo", escalador profesional y experto en estas gestas, Nicolas Moreno. Hace semanas que este padre se dedica a secundar o apoyar los gestos de estos progenitores, ahora también abuelos, indignados.
Experto en estas gestas.
En noviembre se declaró en huelga de hambre durante 3 semanas para exigir ver más a sus hijos, que viven con su madre en Landes (oeste). Hace un mes se subió a una grúa en unas obras navales en Nantes con el siguiente reclamo: "Por todos los padres que quieren a sus hijos", decía su bandera.Lo hizo en solidaridad con el que había abierto la veda unas horas antes, Serge Charnay. Este padre pasó 4 días y 4 noches atrincherado en una grúa en la citada ciudad. La justicia le había retirado el derecho a visita de su hijo de 6 años después de que se lo llevara sin permiso en 2 ocasiones en 2010 y 2011.
Ya sobre tierra firme denunció la discriminación en la aplicación de la ley.
El solidario Nicolas Moreno apoyó su crítica:
"El tiempo que se le da a un padre es un fin de semana de cada 2, 4 días de 30. Esta justicia está basada en la violencia porque retira a un padre el tiempo para ver a su hijo", dijo Moreno.
La reivindicación de Charnay y Moreno surtió efecto, el 1º ministro movilizó a la ministra encargada de los derechos de las mujeres, Najat Vallaud-Belkacem, y la ministra de Justicia, Christiane Taubira, se reunió con las asociaciones en defensa de los derechos de los padres para estudia rmedidas.
Mimetismo
Convertidos casi en iconos, otros progenitores indignados se han mimetizado en las últimas semanas. El miércoles pasado un hombre se encaramó a unas obras en Istres, en el sur del país, para exigir también el derecho a ver a sus hijos. Aseguraba que desde su divorcio no había podido visitarlos.En este caso también tuvo que intervenir la policía, pues las malas condiciones meteorológicas, con fuertes vientos y lluvia, ponían en peligro la seguridad del okupa.
El viernes se bajó de su trinchera otro de estos sublevados, tras más de 24 horas en altura. Este joven, un ex militar de 27 años que actualmente está en paro, había escalado hasta la cúspide de una grúa en unas obras en el centro de Ivry el jueves por la noche con la pancarta: "Adam pronto cumplirá 36 meses, de los cuales 18 sin su padre".
"Hago esto por amor a mi hijo. Estoy aquí y no dejaré nada", había insistido el hombre, que denuncia que desde que se separó de su mujer, esta retiene al niño de ambos en Maruecos. "Sufro mucho por no poder ver a mi hijo y la justicia no hace nada", denunció. Ayer otro hombre escaló el centro cultural Georges Pompidou de París con las mismas intenciones, aunque bajó tras conseguir cita con el concejal del distrito.
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