Lo que comienza como una iniciativa loable no siempre termina siéndolo.
Desafortunadamente, en nuestro país, a pesar de estar amparados por el Art. 14 de la Constitución española, la Igualdad termina en caminos baldíos, una vez que sobrepasamos el ámbito laboral, salarial y decorativo de cara a la captación del voto femenino por nuestros representantes políticos.
Sangrante es el ejemplo que mejor ilustra esta desigualdad.
Todo padre cuya relación sentimental fracasa se ve abocado a la desesperación si aspira a conseguir que la igualdad que la constitución promete se haga efectiva.
Tras un largo, doloroso y, por qué no decirlo, caro proceso, no hay padre que encuentre las palabras que puedan describir cómo, por el simple hecho de ser un hombre, sus deseos de seguir ejerciendo de padre de hecho, que no de palabra, se ven destrozados en beneficio de la madre, únicamente por ser mujer.
Esto es deleznable no solo por la violación del art.14 de nuestra Constitución, sino, y esto es lo realmente alarmante, por anteponer los deseos o el bienestar de la maternos, por delante de los derechos y necesidades del menor.
La Estadística demuestra que, en igualdad de condiciones o incluso en situaciones de ofrecer mejores condiciones para el menor, la custodia recae, sí o sí, en manos maternas.
¿Qué podemos esperar de una generación que crece con el ejemplo de la desigualdad grabada a fuego a lo largo de su vida?
Mientras los derechos del padre no sean otorgados automáticamente, tal y como sucede con los derechos de la madre, viviéremos en una sociedad en la que la igualdad será una utopía inalcanzable que tendrá como mayores perjudicados a nuestros propios hijos.
Mario Acedo Conejo
Badajoz
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