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El divorcio y los hijos
" Tengo la custodia de mis hijos, de 10 y 12 años desde hace 5 años. Hemos vivido estos años los 3, al principio cerrando muchas heridas, pero en los últimos con total tranquilidad y normalidad. He adaptado mi trabajo al horario de colegio de mis hijos, por lo que siempre me he ocupado de ellos.
Su padre consolidó la relación que mantenía entonces, habiendo nacido un niño que tiene ahora 3 años.
A principio del año pasado se iniciaron negociaciones para iniciar el proceso de divorcio, con más y con menos, antes de verano se llegó a un principio de acuerdo. Estando con mis hijos de vacaciones, por cierto de las más intensas en cuanto a recuerdos y afectos, mi exmarido compró una vivienda a 2 calles de la que yo ocupo.
A la vuelta de las vacaciones, en el periodo que pasan con él, me veo dificultada en cuanto a comunicarme con mis hijos, mucho menos a verlos. Cuando mis hijos vuelven a casa, comenzando el colegio, mi hija, la mayor de 12 años, no es mi hija; está triste, me rehuye la mirada, rechaza afecto.
A los 5 días manifiesta que quiere ir a vivir con su padre. Iniciado, no sin problemas, conversaciones para regular la sorpresiva custodia compartida, mi hija comienza una espiral de” autoviolencia”, me rechaza de plano, dice querer suicidarse si no se va rápidamente con su padre, no admite las indicaciones de la psicóloga del colegio de tratar el asunto tranquilamente, me dice que ya no soy su madre, que lo es la compañera de su padre, no admite volver a hablar con la psicóloga que fuera del colegio contrato.
A todo esto recibe unas 40 llamadas al día de su padre, y multitud de mensajes de su compañera tipo “tranquila cariño, ya queda menos, pronto estaremos la familia junta”.
Mi hijo, de 10 años, aun descuadrado por la actitud de su hermana, dice que él está bien como está.
No sé qué hacer, ni siquiera qué sentir; no sé ni cómo comportarme. Me dicen que con normalidad, pero la hora que veo a mi hija solo contesta con monosílabos. No sé tampoco cómo tratar a mi hijo. Intento no llorar, para que no me vean, pero me paso las noches llorando. No sé cómo tratar este dolor ".
Sandra Borro.11 febrero 2011.Entendemos que la situación por la que atraviesas es difícil y desesperante.
En los casos de divorcio los hijos deberían permanecer al margen de los conflictos entre sus padres, pero lamentablemente, en muchas ocasiones los niños se encuentran en medio de la contienda y se acaba deteriorando el vínculo afectivo con alguno de sus progenitores.
Por esa razón estás acudiendo a unas visitas con un psicólogo, quien al parecer realiza una terapia de vinculación y te aconseja apartar los asuntos judiciales y tener mucha paciencia con tu hija.
Si la niña no quiere acudir a las visitas, puedes seguir recibiendo ayuda para saber cómo actuar con ella en cada momento y no hundirte emocionalmente al ver que pasa el tiempo y no obtienes los resultados que deseas.
Tal vez solo sea cuestión de tiempo.
No sabemos qué es lo que piensa y siente tu hija, pero seguro que necesita saber que la sigues queriendo y que estarás siempre allí para lo que ella necesite.
Cuando ella quiera verte intenta no hablar del tema y disfrutar de esos ratos juntas, sin presiones ni reproches.
En un simple abrazo puedes mostrarle todo tu afecto y sentirte muy unida a ella.
Puedes leer acerca del poder de un abrazo en el libro de Kathleen Keating: " Abrázame " .
En esos días de visita programa actividades divertidas, prepara su comida favorita e interésate por sus amigos, sus gustos y sus aficiones.
Piensa que de la calidad afectiva de vuestros encuentros, aunque sean breves y esporádicos, dependerá el futuro de vuestra relación.
Aunque viva con su padre, eres su madre y eso no lo cambia ni el tiempo ni la distancia. Cuando pasen días sin verla puedes escribirle cartas, enviarle fotos y recordarle que la quieres y hacer comentarios acerca de algún tema que pueda ser de su interés y que te permita seguir en contacto con ella sin agobiarla.
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