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De hipotecas y crisis matrimoniales
26 ABR 2011. María Tardón,Jueza, presidenta de la Sección 27 de la Audiencia Provincial de Madrid que trata de asuntos relacionados con la violencia de género.
La publicación de una reciente sentencia de la Sala Primera del Tribunal Supremo, que viene a establecer que el pago de la hipoteca que grava la vivienda familiar debe hacerse por mitad, y no en función de la situación económica en que queden cada uno de los cónyuges tras la separación o el divorcio, ha provocado todo un huracán de comentarios que demuestran hasta qué punto nos encontramos ante un problema que afecta a un número verdaderamente significativo de hombres y mujeres en nuestro país, y, también, que las tensiones que provocan los conflictos económicos y familiares generan enfrentamientos tan enconados y, a veces, tan inexplicables, que no habrá ley ni sentencia judicial que pueda establecer una solución que resulte pacíficamente aceptada.
No es la primera vez que nuestro Alto Tribunal resuelve en este sentido, puesto que viene a confirmar lo que ya dijo nada menos que en una sentencia de 5 de noviembre de 2008, y entonces no se produjo esta reacción, ni mucho menos.
Lo que dice, además, resulta de una lógica incontestable: no pueden equipararse los gastos derivados de la conservación y el mantenimiento del inmueble destinado a ser la vivienda familiar, con el pago de las cuotas del préstamo que ha permitido que ambos cónyuges hayan accedido a la propiedad de dicha vivienda, por mitad.
De forma que, en el caso de estas últimas, el porcentaje de su pago habrá de corresponderse con el que se derive de su condición de co-propietario, y no con su situación económica, que deberá determinar, eso sí, la contribución de cada uno de ellos al pago de las cargas familiares –incluidos los gastos de conservación y mantenimiento de la vivienda antes señalados- o, en su caso, y de producirse una situación de desequilibrio, generar el pago de una pensión compensatoria al cónyuge que quede perjudicado económicamente por la separación o el divorcio.
Sin embargo, hay quien asegura que la sentencia va a producir indefensión, especialmente en las economías más bajas. Yo no lo creo.
Porque a mi juicio, lo que genera, no ya indefensión, sino angustia vital para ambos cónyuges en los procesos de separación y divorcio de matrimonios con economías “bajas”, especialmente en estos momentos de crisis que vivimos, con un desempleo tremendo, es deshacer un núcleo familiar, que es también una unidad económica, que puede incluso encontrarse, ya, bajo mínimos, e intentar que eso llegue para mantener, a partir de ese momento, 2 casas, 2 economías, 2 familias.
Y en esos momentos, la experiencia nos demuestra que no siempre los contendientes sacan lo mejor de sí mismos, para intentar superar los problemas derivados de una situación dificilísima de solucionar.
Y por eso todos conocemos casos de ex cónyuges (hombres y mujeres) que, aunque tengan que utilizar a los hijos comunes para ello, o pasarse el día denunciando, reclamando, litigando hasta por las cosas más insospechadas -como si el perro entra dentro del régimen de visitas o forma parte del ajuar doméstico-, a partir de que se produce la ruptura no parecen tener otro objetivo en la vida que el de molestar y hacer daño al otro o a la otra. (No estoy hablando de violencia, ojo, la violencia es otra cosa aunque algunos se empeñen en justificarla o equipararla con lo que denominan “conflictos de pareja”).
Convertidos en 2s enemigos irreconciliables y nunca suficientemente satisfechos con la desgracia del otro, olvidan que un día se quisieron y pensaron que su mayor felicidad era el bienestar del otro.
Rebuscan en sus recuerdos íntimos aquellas cosas o situaciones que vuelven más vulnerable al contrario, y olvidan, sobre todo, que con los hijos, perdiendo, se gana, y que es procurando su equilibrio, su estabilidad, que no sufran las broncas ni el enfrentamiento de sus padres, como se consigue evitar que sufran lo menos posible las rupturas de la familia que habían vivido hasta entonces.
Y si, además, la situación económica es difícil, ya pueden dictar los Tribunales la mejor de las sentencias, que lo más seguro es que no le parezca bien a ninguna de las partes…ni, por extensión, a ninguno de los que conocemos casos similares, parecidos o equiparables.
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