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30 de Abril de 2010.Por Marisol Ayala.
No es nuevo. En todos los procesos de separación o divorcio quienes siempre pagan las soberbias y las venganzas son los hijos.
Siempre, claro, salvo cuando finalmente la cabecita de los papás se serenan y alguien les hace saber que los niños necesitan por igual a papá y a mamá. Son sus referentes. Y no hablo de oído. Se lo que digo.
Todos conocemos rupturas de parejas en las que se utilizan los hijos para dañar al de enfrente, error de los errores, porque esos locos bajitos nos quieren por igual a uno y al otro y nos necesitan tanto, tanto, como nosotros a ellos, salvo que se aconseje el alejamiento de uno de los padres por razones que tienen que ver con la seguridad de los pequeños.
No es fácil para un niño separarse de un padre y no lo es tampoco, hacerlo de una madre.
Por mi profesión hace tiempo que conozco casos de papás y mamás que se han arrojado a la cara esa paternidad y hace años que vengo con una cantinela que me parece de sentido común.
Los papás separados que cuentan su situación están entre la espada y la pared y en menor medida también las mamás.
A ellos les he aconsejado mil veces que se agrupen, que se asocien, que se organicen y exijan la mejor custodia compartida al margen de los vericuetos jurídicos.
Demostrado sobradamente que alcanzar acuerdos cuando una pareja se rompe es complicado alguien tiene que reivindicar clamorosas mejoras de la actual Ley de Divorcio para que favorezca la guarda y custodia compartida y que la misma no suponga ninguna pérdida de relación a los referentes más importantes de cualquier vida, su padre y su madre.
Y minimice en la medida de lo posible los problemas psicológicos derivados de esa ruptura.
Es un derecho de los hijos y un deber de las madres y padres que ambos compartan una custodia y que lo hagan de forma generosa.
Me parece de extrema crueldad que alguien, el papá o la mamá, incumpla, pongo por caso, los horarios de visita o las vacaciones y que presenten disculpas que lindan con la maldad.
Anda por aquí en Las Palmas G.C. un activo grupo de padres, abuelos y simpatizantes que han impulsado una asociación que tiene previsto pedir en la calle el 13 de Junio lo que le niegan las leyes. Se mueven en Facebook.
A ver cuando aprendemos que con los niños no se juega; ya somos granditos para exigir con rotundidad una sensatez jurídica que subsane el disparate actual del que también se perjudican los abuelos, esos seres maravillosos e insustituibles a los que adoran todos los niños del mundo.
No soy abuela pero podría perfectamente si mis hijos se aplicaran pero no obstante conozco abuelas que están viviendo un auténtico calvario a causa de las eternas peleas de parejas a quienes les importa poco el dolor que le causan al niño y a sus abuelos/as.
¿Sería posible un poco de sentido común?, ¿no?, pues habrá que reivindicarlo por otras vías.
La gran mayoría de hijos de padres separados que conozco echan en falta la figura de un padre durante su proceso de crecimiento de manera que siempre que el papá no sea un asesino en serie habría que recolocar un asunto que tiene mucho que ver con los sentimientos y el sentido común.
Hay una canción de Serrat “Esos locos bajitos” que conviene escuchar con detenimiento cada poco tiempo. Ahí va dos estrofas…
“Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma
nuestros rencores y nuestro porvenir
por eso nos parecen que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos
para dormir.
Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Le vamos trasmitiendo nuestras
frustraciones con la leche templada
y en cada canción.
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