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“Matrix: La mente del todo”
Noviembre 11, 2009 Por Redaccion
Lamentablemente, aunque prácticamente toda la ciudadanía es consciente de los graves daños psicológicos y emocionales que generan los conflictos traumáticos de pareja en los hijos que padecen el enfrentamiento irracional de sus progenitores, aunque prácticamente es inequívoco el reconocimiento de la necesidad de arbitrar medidas eficaces de cara a paliar esos daños, aunque todo el mundo es consciente de que la responsabilidad de esa victimización de niños ha de recaer en padres y madres y , a veces, en otros familiares que atizan el combate familiar y el alineamiento de lealtades de los hijos, pese a todo ello, lo cierto es que existe una tendencia social, política y mediática que tiende a ignorar, minimizar y simplificar esa situación de objetivo, real sufrimiento y conculcación de derechos de nuestros menores.
Al final, el gran objetivo es que la mente del colectivo social, relegando la percepción del individuo, ignore y rechace esa consciencia.
Una tendencia minoritaria, de base no científica, de escasa preparación profesional, pero que hoy día es la que únicamente parece encontrarse autorizada a dar una opinión mediatizada y ajustada a un guión preconstituido, basado en la ideología de género, filosofía según la cual los niños son víctimas secundarias que sufren junto a las mujeres, víctimas principales, las consecuencias de un conflicto de trasfondo machista.
Sin negar que, por desgracia, existan actitudes de hombres que menosprecian, discriminan y mantienen una relación de poder y sumisión sobre sus esposas y compañeras, y que en esas ocasiones los niños pueden participar de la victimización padecida por sus madres, lo cierto es que no podemos ni debemos generalizar, ni excluir que existan otras causas y factores que provocan el maltrato infantil que entraña su separación injustificada de uno de sus progenitores.
La generalización, la predeterminación sin el debido análisis, valoración y diagnóstico por parte de profesionales parciales, mediatizados y altamente contaminados por esa ideología perniciosa, está ocasionando que nuestro país se convierta no sólo en un cementerio de mujeres maltratadas, a las que seguimos sin dar la debida cobertura, protección y confianza en el sistema, sino también en un gran camposanto de otros dignos intereses familiares, repleto de tumbas de esperanzas truncadas, un gran epitafio y cruz de inocencias anónimas que no se presumen, y una profunda fosa común de proyectos de vida, que son esos niños condenados a una infancia y adolescencia marcada por el odio, el rencor, el despecho y el sentimiento de venganza que se les inculca.
Es por eso que se releguen al ostracismo de lo herético, las posiciones de quienes en todo momento procuran avanzar en la búsqueda de soluciones efectivas partiendo de planteamientos objetivos, de contenido científico, no prejuzgando y partiendo de posicionamientos cercanos al sentir popular, y que sin embargo existe miedo a expresar ante la fuerza de la tiranía de lo políticamente correcto.
Los niños son siempre víctimas cuando la ruptura de sus progenitores termina separándoles también de uno u otro.
Lo fácil y maniqueo es culpar de ello siempre a la figura paterna.
Cuando un niño muestra rechazo hacia su padre es porque detrás de ello existe una situación de violencia y maltrato, argumento que pierde toda su credibilidad cuando la que llora la pérdida y desafecto injustificada de un hijo, es una madre.
Porque la mala leche no tiene sexo.
Se afirma, pues, que la alienación parental es un invento, un camelo, un síndrome inexistente, lo que no deja de ser cierto pues los síndromes y las enfermedades, como decía Marañón no existen, lo que existen son personas enfermas; mas cuando se advierte del grado de consciencia social del problema, que incluso alcanza a la del propio Presidente del Gobierno, en el que su Ministerio de Igualdad niega la mayor, se rectifica en plan gallego y se dice aquello de las meigas no existen pero haberlas hailas.
No existen denuncias falsas y un uso torticero de la Ley, en claro abuso y perjuicio de las mujeres realmente maltratadas.
No existen inocentes absueltos o acusados en procesos que son sobreseídos o archivados, más del 68%, sino culpables de los que no se ha podido demostrar su culpabilidad.
No se ha retrocedido a un Derecho penal de autor de tintes inquisitoriales, que parte de la filosofía del matarles a todos que Dios reconocerá a los suyos.
No existen casos en los que el objetivo es participar de los beneficios que genera la pujante industria de género, no existe nunca interés pese a que el Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades prevé una inversión a 4 años, 2008-2011, de 3.690.249.738 €, 5.8 veces más que el presupuesto del Ministerio de Trabajo para ese periodo.
Y ello en época de austeridad y crisis.
No existen mujeres que siguen muriendo por hallarse indefensas, perdidas y presas en sus miedos.
No existen mujeres despechadas que son capaces de anunciar, advertir y amenazar con el que te tengo que ver muerto, en la cárcel o en la ruina.
No existen mujeres que son capaces de denunciar para apartar a un padre de sus hijos.
No existe ningún hombre condenado a consecuencia de ello, y otros que por lo mismo, incluso, se suicidan.
No existen hombres maltratados, ni siquiera psicológicamente.
No existen mujeres que gozan de igualdad de oportunidades, que alcanzan por sí mismas y en base a principios de mérito y capacidad, las metas por ellas deseadas.
Solo existirían hombres, pese a que sigan existiendo, fieles a sus credos machistas, que siguen sin creerse que somos iguales, y siguen imponiendo la razón de la fuerza en la relación de pareja.
Sólo existirían mujeres, discriminadas por el sólo hecho de serlo, que requieren de la tutela pública y de auxilio de normas genéricas de discriminación positiva.
La igualdad a la hora de atender las obligaciones domésticas, conciliar vida laboral y familiar, a la hora de ser padres y madre, se reduciría al momento de pacífica y armónica relación de pareja, pues tras la ruptura es la mujer, y no el hombre, la llamada a la atención de responsabilidades propias de su género.
En ese instante tampoco se producirían y existirían lacerantes desigualdades.
No existen otras injusticias y desigualdades que padezcan abuelas, abuelos, familiares, homosexuales que viven en pareja…
Porque hoy en día en España, en política social sólo cabe imponer la realidad virtual, aparente y puramente ficticia que interesa sea percibida por nuestros sentidos.
Se maquilla y oculta la verdad subyacente.
Nos encontramos ante el Matrix de la cinta protagonizada por Keanu Reeves, en la que su protagonista Neo adquiere consciencia de que el mundo que tomaba por verdadero no es sino una mera simulación virtual y que todos los seres humanos somos presos de una gran ilusión individual y colectiva.
Es esa ilusión de la que pretendo apartarme, lo que resulta duro, pues lo fácil es dejarse llevar por la corriente, seguir relajado y sin que nadie te dé explicaciones de lo que consiste la realidad. Al menos, mientras a cada uno no le afecte personalmente.
Lo difícil es escapar del adormecimiento, tomar la píldora que en el filme Morfeo ofrece a Neo, que introduce en un submundo desconocido, dando la bienvenida al desierto de lo real, un desierto que no podemos tolerar que hereden nuestros hijos.
Francisco Serrano Castro
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