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¡NO QUIERO IR CON PAPÁ, ES MALO!
Síndrome de Alienación parental
Causas y efectos
El primer autor que definió el SAP (Síndrome de Alienación Parental) fue Richard Gardner (1985), profesor de Psiquiatría Infantil de la Universidad de Columbia, en un artículo titulado “Tendencias recientes en el divorcio y la litigación por la custodia”.
El hijo alienado muestra un odio sin ambivalencias, sin fisuras ni concesiones.
Un odio que sólo puede ser equiparado con el fanatismo terrorista o religioso.
La defensa del progenitor amado supera toda práctica o intento de razonamiento o prueba.
Por término general los menores aprenden una retahíla de argumentos –hechos del pasado, exageraciones de personalidad o carácter del progenitor alienado, episodios negativos de sus vidas en común...– a los que recurren una y otra vez.
La recomendación principal a un progenitor víctima del SAP es, por mínimo que sea, no romper nunca el contacto con sus hijos.
El menor muestra su rechazo no sólo al padre odiado, sino a cualquier otro miembro de su familia paterna (o materna): primos y primas, tíos y abuelos, con los que previamente había mantenido relaciones afectivas. La estrategia de eliminar todo contacto entre el progenitor alienado y el hijo es la peor decisión que puede adoptarse en un caso de SAP.
(*) Fuente: “S.A.P. Síndrome de alienación parental”. José Manuel Aguilar Cuenca (Ed. Almazara).
Cada vez son más los padres que denuncian a su ex pareja por inducir odio a los hijos contra su persona. Los jueces les dan la razón. El 80% pide la custodia compartida.
Pilar Parra .29/06/07
Judit ha desaparecido del domicilio materno, una vez más.
La menor se ha convertido en la artillería pesada de una guerra que no tendría que ser la suya, la de unos padres condenados a no entenderse tras un divorcio conflictivo.
Estos días la historia de Judit está en boca de todos, por novedosa.
El Juzgado de Iª Instancia nº 4 de Manresa ha dado la guarda y custodia a su padre, Jesús D.R., para que la pequeña “supere la fobia, rechazo o aversión” que siente hacia él.
La jueza culpabiliza a la madre, Adriana L.A., de provocar en su hija un trastorno que los especialistas denominan Síndrome de Alienación Parental (SAP), una patología que algunos expertos ponen en duda.
Ana María Pérez del Campo, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas (FAMSD), dice que es un término inexistente.
“No sólo no está reconocido, sino que ha sido rechazado por la Organización Mundial de la Salud. Las teorías de su creador nunca fueron aceptadas en revistas científicas.
La Asociación Americana de Psicología ha dicho que no existe evidencia científica que avale el SAP. Estas sentencias vienen como anillo al dedo a los maltratadores y abusadores sexuales”.
José Manuel Aguilar Cuenca es psicólogo forense y autor del libro S.A.P. Síndrome de Alienación Parental (Ed. Almuzara).
Es, además, uno de los peritos que ha intervenido en el procedimiento de Manresa.
“Es un problema de relaciones humanas –dice el autor–. Siempre se da en el ámbito de las separaciones contenciosas. Se calcula que en nuestro país en un tercio de estas separaciones se está produciendo un síndrome de alienación parental”.
Como especialista recurren a él los juzgados de todo el país.
“Aunque el divorcio fue aprobado en 1981, hasta hace un par de años no se ponía en entredicho el papel de la madre”.
¿Sindrome de qué?
Aguilar Cuenca define el Síndrome de Alienación Parental como un maltrato emocional, que no deja huella ni moratones, donde la munición son las palabras.
“Es un trastorno caracterizado por el conjunto de síntomas que resultan del proceso por el cual un progenitor transforma la conciencia de sus hijos, mediante distintas estrategias, con objeto de impedir o destruir sus vínculos con el otro progenitor”.
Quien lo incita, normalmente, es la persona que tiene la guarda y custodia de los menores.
“En nuestro país el 95% de ellas recaen en las madres –señala José Manuel Aguilar–. Indudablemente, también lo pueden estimular los hombres, los abuelos e incluso los cuidadores”. Pero las cosas están cambiando.
En la actualidad, el 80% de las demandas de separación son de custodia compartida.
¿Qué ha ocurrido?
“Hasta hace dos años esta posibilidad no estaba recogida en la ley –dice Aguilar–.
Las personas que se separan ahora tienen menos de 40 años, se han implicado en la crianza del hijo, han cambiado los pañales... No quieren limitarse a pasar la pensión y verles un fin de semana”.
Se está abriendo una brecha cultural.
“Antes, los abogados sugerían que no pidieran la custodia. Ahora la quieren entera y si no, compartida”, afirma.
Antonio L.P. se quedó con lo puesto cuando su mujer le echó de casa harta de sus infidelidades. Era un padre cariñoso con sus tres hijas y se encontró, de la noche a la mañana, sin poder verlas. La madre, Dolores G.S., supo cómo manejarlas contra él.
“Ahora plantearía el tema de otra forma”, dice el padre.
Entonces tiró la toalla.
“Los niños son los grandes perdedores. Esto no es amor, es adoctrinamiento”, afirma Aguilar.
Sentencias similares.
El caso de Judit, por novedoso que parezca, no es el único.
El año pasado el Juzgado de Familia nº 7 de Sevilla emitió una sentencia similar a ésta contra una madre.
Hace unos días, un juzgado de Oviedo dio la custodia a un padre porque la progenitora malmetía a sus hijos, una niña y un niño de 10 y 11 años, contra él.
En un principio, la mujer denunció al padre de los menores por malos tratos y se le aplicó una orden de alejamiento.
La denuncia es la práctica habitual para quedarse con los hijos.
“Una denuncia cualquiera de malos tratos o de abusos sexuales produce la suspensión inmediata del régimen de visitas –comenta Aguilar–. Mientras ésta se investiga pueden pasar doce meses, tiempo que utiliza la otra parte para inculcar en sus hijos odio hacia el otro progenitor”.
Aguilar recuerda el caso de otro chaval sevillano que a la media hora de decir al juez que odiaba a su padre, estaba jugando con éste al Scalextric.
En muchas ocasiones estas denuncias no van a ningún lado.
Se calcula que entorno al 90% de las denuncias de abusos sexuales, dentro del ámbito de las separaciones contenciosas, son falsas.
Carlos Herraiz es presidente de la Asociación de Padres Separados y dice no haber visto a su hijo “en condiciones normales”, en 14 años.
Según él, de los juzgados de Madrid han salido muchas sentencias similares a las de Manresa, “pero no han trascendido en el ámbito público. Digamos que se están haciendo más visibles”. Incluso ha visto casos en donde se quitaba el hijo a ambos progenitores.
“La justicia es lenta”.
Hay otros grandes perdedores en este conflicto: los abuelos.
Al Centro de Mediación de Cataluña (www.gencat.net/ justicia/medfam) acuden muchos que se sienten ninguneados, excluidos.
“No quieren ver a su padre, pero yo soy su abuelita”, dicen a menudo.
Cuando se rechaza al progenitor, se rechaza a toda la rama familiar.
Ana Vall es la directora y explica que la mediación es la gran desconocida: “Una mediación es una vía muy útil para que esos padres puedan hablar y establecer una comunicación. Hay muchas cosas que decidir en beneficio de sus hijos. Hay muchos padres resentidos porque sienten que padecen este síndrome, pero también muchas madres desatendidas por los padres”.
Cada 10 parejas que acuden a la mediación, 7 llegan a un acuerdo.
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