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FAMILIAS: Portazos a partir de los cuarenta
Más de 3.000 matrimonios se rompen cada año en Aragón.
El mayor porcentaje de rupturas se produce entre personas de 40 a 50 años con hijos.
Los jueces y los mediadores se ven con frecuencia desbordados.
RAMÓN J. CAMPO. Zaragoza
Yolanda se divorció hace 3 años y su ex marido fue alguna vez con la Guardia Civil o la Policía Local para llevarse a su hijo de casa.
Se peleaban hasta por quién se quedaba un taladro, una televisión o un regalo de la boda. Llevaba al chico al punto de encuentro (espacio neutral gestionado por una asociación donde los padres separados entregan a sus hijos al otro ex cónyuge sin tener que tratar con él) para que se cumpliera el régimen de visitas que impuso el juez.
Yolanda, de 35 años, 4 hijos, 2 tropiezos matrimoniales y hasta algún tiempo sin un techo que la cobijara, llegó a esta conclusión: "Cada uno se adaptó al otro para que el hijo tuviera lo mejor de los dos. Firmamos la custodia compartida y cada año está con uno. He olvidado los nervios que padecía siempre. Pagamos los gastos a medias. Hemos normalizado una situación. Podemos sentarnos a tomar un café para hablar del chico en el colegio".
Cada divorcio o separación es un mundo, pero los 10 testimonios recogidos para realizar este reportaje (en el que se omiten varios apellidos), coinciden en que los niños son los perdedores de la ruptura y la única solución para normalizarla es la custodia compartida.
Así lo relatan Nacho, de 50 años, y Rosa, de 42, padres de un hijo cada uno, que están apuntados en la escuela de padres del punto de encuentro de la asociación Asociación de Padres Separados y Divorciados.
"No llegamos a un mutuo acuerdo. Hace falta esa ley de mediación en Aragón. El punto de encuentro funciona muy bien como lugar neutral para intercambiar al niño o cumplir con las visitas", señala Nacho, quien opina que un hijo no se puede utilizar como arma arrojadiza.
"Ya somos mayores y los críos están indefensos, pero lo ven todo raro".
Rosa tampoco comparte la custodia con su ex marido, y aplaude el servicio donde deja a su hijo a unos profesionales que evitan "la violencia de ver a sus padres riñendo".
Segunda oportunidad
Yolanda no tiene pareja y acude a un curso de la Casa de la Mujer para no volver a equivocarse. Después del divorcio, Rosa y Nacho han preferido la fórmula de la pareja de hecho con sus nuevas relaciones.
No se atreven con otro matrimonio tras el fracaso.
"Llevaba 2 años solo y un hombre no sale adelante sin una mujer. Mi nueva pareja y yo somos amigos pero sin formalizar porque tenemos miedo de volver a caer", argumenta Nacho, divorciado desde 2007.
"Somos menos impulsivos y la pareja nos sirve para evitar errores. No todos son iguales. Convivir juntos antes de la boda era fundamental", responde Rosa.
Hacer un perfil del divorciado aragonés es arduo.
"Hay desde jóvenes a jubilados, aunque predominan matrimonios entre 40 y 50 años, con varios hijos", apunta el juez de Familia, Javier Forcada.
"De parejas de mismo sexo solo nos ha llegado un caso".
La ley del divorcio de 1981 iba acompañada con la "campanada" que levantaba cada caso. "Entonces escondían casos de malos tratos a mujeres que llevaban 20 años aguantando", explica la abogada Gloria Labarta, especialista en separaciones desde que abrió despacho en la Transición.
El tiempo de 'aguantar' se ha reducido hasta 1 año en los más jóvenes, sobre todo desde que la reforma legal del divorcio exprés en 2005, en el que ya no hace falta probar una causa de ruptura.
Se cambiaron las estadísticas (como se aprecia en el gráfico) porque los divorcios han barrido las separaciones y constituyen el 93,6% de las rupturas en Aragón en los primeros meses de 2008, según el Instituto de Política Familiar.
Ya se produce 1 divorcio por cada 2 bodas en Aragón.
Según datos correspondientes a 2007, se celebraron 5.591 bodas, se divorciaron 2.799 parejas y se separaron 243 (otras tres lo anularon).
"La crisis económica no afecta a los divorcios, salvo a las reclamaciones de cantidades si están en paro. Hay mucho divorciado mileurista de clase media. Tienen que vender el piso y volver a vivir con sus padres", explica el juez.
Trabajo nocturno en la GM .
Los motivos son muy variados, desde las infidelidades y malos tratos, hasta los horarios laborales nocturnos.
La abogada Gloria Labarta recuerda que cuando se puso el cuarto turno de la Opel de Figueruelas aumentaron las separaciones.
Bautizaron al fenómeno como 'el mal de la GM'. Un miembro del comité de empresa de la multinacional del motor asegura que un estudio sindical de CC. OO. confirma que el trabajo de noche rompe matrimonios y afecta a la salud.
El informe no analiza la situación en la factoría de Opel, pero sus conclusiones pueden aplicarse a ella.
Es el caso de Pepe, de 50 años, que acaba de obtener el divorcio tras 22 años casado y 2 hijos mayores de edad. "A mi mujer le pusieron trabajo por turnos y eso le impedía descansar correctamente. Sobre todo, cuando trabajaba por las noches, estaba insoportable", explica.
Los 2 son licenciados universitarios, con nivel medio-alto económico, y el turno nocturno rompió la felicidad.
"El carácter y la convivencia se fueron deteriorando hasta extremos sin retorno: peleas continuas, gritos e incomunicación. Aguanté mucho tiempo porque creía que era mejor para mis hijos, pero luego me he arrepentido, no creo que les fuera nada bien aquel ambiente de infelicidad. Además, tanto mi ex esposa como yo perdimos un tiempo precioso nadando en la desdicha", detalla Pepe.
Tras pasar 2 años separado, Pepe está remontando el vuelo.
Atrás dejó sus recuerdos y su casa. "Ahora es como si tuviera una segunda oportunidad, pero me lo tomo con más filosofía. He cubierto muchas expectativas en mi vida, tengo los hijos criados, estabilidad económica y emocional. En eso creo que estamos muchos igual", apunta el divorciado. "Me siento libre y liberado de ataduras. No quiero que vuelvan a hacerme daño ni provocar dolor en otras personas. Puedo conocer gente y, de hecho, tengo buenas amigas, pero no me planteo tener pareja estable. Si ha de llegar, ya se verá, pero de momento mis anhelos no van por ese lado", admite.
Los casos no son iguales ni parecidos porque los ex maridos de Isabel y María, de 44 y 42 años, respectivamente, se casaron rápidamente con sus amantes (una secretaria y una inmigrante) y ellas se quedaron con sus hijos (Isabel, una de 14 años, y María, dos de 10 y 14).
"Nos divorciamos por infidelidad. Eso no se perdona", coinciden ambas.
"No es un estado de goce, como hay gente que se cree. Los hombres no saben vivir solos y se han casado y refugiado en otras mujeres", añaden.
Isabel y María creen que todo es más sencillo cuando no hay hijos de por medio.
"Lo pasé muy mal porque tuve que renacer como un Ave Fénix. Generas una coraza para sacar adelante a los hijos y desconfío del amor", recuerda María. "La pensión es para los hijos, no para nosotras. Nunca les hablo mal de su padre, pero soy la mala de la película por echarlo de la casa", lamenta. La herida es profunda: "No me casaría nunca", dice.
Violencia física y psicológica.
Los episodios más duros son cuando los malos tratos rompen una pareja.
Eva, una ecuatoriana de 31 años, descubrió los mecanismos de apoyo social a la mujer en España tras ser golpeada por su marido.
Asegura que en su país, que es "más machista", no tendría ese soporte.
Eva sufría palizas y su ex marido, afectado de alcoholismo, ha sido condenado esta semana a 2 años de cárcel.
Se casó hace 12 años en Ecuador y llegó con el que entonces era su esposo a Zaragoza en 2001. "Intenté separarme dos veces en mi país, pero volvimos juntos. Un día fui con hematomas al médico y acabé en la Casa de la Mujer, donde me han apoyado, como en la asociación Amasol, donde nos reunimos las madres solas con hijos (tiene dos, de 7 y 9 años)", señala.
"No me hace falta un hombre".
Javier, de 47 años, vive un calvario.
Su mujer fue condenada por maltrato psicológico a sus dos hijos (de 11 y 8 años) y no consigue la custodia compartida.
"Pago la pensión y los tengo 8 días al mes, pero muchos días los recojo en el colegio, hacemos los deberes y tras el baño, los devuelvo", critica Javier, que pertenece a la Asociación de Padres Separados.
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