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Custodia Compartida. Por Rafael Torres
27/06/05
Los niños de los padres que se divorcian son, lamentablemente para los niños, de los dos, pero de esa circunstancia no tiene la culpa la ley, ni el juez, ni el Gobierno, ni siquiera los padres, sino que es consecuencia natural del mal rollo que se deriva de la separación de dos personas que han tenido hijos entre ellos y no quieren, en lo sucesivo, compartir nada más.
Los bienes se reparten en el caso de que sean gananciales, las indemnizaciones se cifran, las obligaciones económicas se establecen según criterios más o menos justos o acertados, pero ¿cómo se reparten los hijos sin que esa repartición, esa partición más bien, lesione el bienestar de las criaturas?
Pues bien, la muy demostrada custodia compartida que se establece en el nuevo reglamento del divorcio no viene sino a paliar en lo posible esa grandísima charranada que se les hace a los hijos cuando se les priva de la mitad del mundo de sus afectos; y lo hace partiendo del sentido común, lo cual hoy es casi insólito: si 'fulanito' y 'menganita' trajeron al mundo, a su mundillo de pareja para ser más precisos, a 'zutanito' y 'perenganito', lo lógico es que cuando deciden dar por finiquitado ese mundillo se hagan cargo, 'a pachas', de sus pequeños habitantes, bien que durante el proceso del divorcio se ha de establecer la fórmula específica para cada pareja atendiendo a las diferentes circunstancias (ingresos, estado mental, madurez, grado de afecto...) de cada uno de sus miembros.
Claro que convendría aclarar que esto de la custodia compartida, como lo de los matrimonios gays, no es obligatorio, sino otro reconocimiento de otro derecho.
Si uno no quiere la custodia de un hijo, no creo que el juez se la vaya a dar, pero si uno quiere robarle a otro el derecho a conservarla, ya no podrá hacerlo, y eso es con lo que todos, pero sobre todo los niños, salimos ganando.
OTR/PRESS
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