martes, 13 de junio de 2023

Divorcios en España: El trámite de ruptura de una pareja tiene una duración media de 2 años

La vía más rápida para hacerlo es LA NOTARIAL, por la que se puede gestionar la Separación de manera ágil y rápida, afirma el abogado García Cebrián.
Alberto García Cebrián, 12 de junio de 2023
En España, desde que una persona siente la necesidad de divorciarse hasta que toma la decisión suele trascurrir de media dos años
No obstante, hay parejas que no dan el paso debido a sus circunstancias, como el precio del divorcio o el coste de emprender vidas por separado. Tal y como revela el abogado Alberto García Cebrián a elcierredigital.com, "estamos normalizando relaciones donde se sufren agresiones sentimentales de todo tipo a las que nos acabamos acostumbrando".

Desde el momento en el que una persona siente la necesidad de divorciarse hasta que toma la decisión finalmente, suele trascurrir de media 2 años. El periodo que va entre la toma de decisión y el comienzo del proceso de divorcio suele tardar entre 6 meses y 1 año. 
Aunque son muchos los matrimonios que se separan de hecho y no materializan la ruptura hasta pasados varios años por diferentes motivos, entre ellos: El precio del divorcio.

El coste de hacer vidas por separado.
Justificaciones, como que no es “el momento adecuado”, no dar el paso “por los hijos”, “inseguridad para enfrentarse al divorcio” o “no dar un disgusto en la familia”.
Una vez que se toma la decisión de divorciarse, la vía más rápida para hacerlo es la notarial, por la que se puede gestionar el divorcio de manera ágil y rápida siempre y cuando sea de mutuo acuerdo y no existan hijos menores ni incapacitados. Por el contrario, actualmente los plazos de un divorcio judicial son de unos 3 meses de mutuo acuerdo y 1 año por lo contencioso, plazos que pueden verse incrementados en 2023 debido a los retrasos derivados de las huelgas judiciales.

Al menos 3 años
En suma, podemos concluir que desde que una persona siente el deseo o necesidad de divorciarse hasta que finalmente se divorcia suele tardar como mínimo, de media, 3 años. 
Habrá divorcios muy rápidos, en ocasiones demasiado, que pueden llevar a la precipitación, pero otros tan lentos que hacen que la media alcance los 3 años, tiempo durante el que el matrimonio se ve en una situación muy delicada, pudiendo ser un foco de conflictos derivados de una mala convivencia o acabar en enfrentamientos y situaciones límite.

De hecho, es frecuente que en los despachos de abogados las personas acudan a asesorarse en repetidas ocasiones, orientativamente. 
Así lo dicen las estadísticas, que concluyen que 1/3 de las personas que van a un abogado matrimonialista con su 1ª y firme decisión de divorciarse, acaban posponiendo la decisión.

Y es que, por otra parte, con asesoramiento preventivo se podrían evitar muchos divorcios, sobre todo los conflictivos. En España tenemos la mala costumbre de no ir al abogado de familia cuando nos casamos o tomamos decisiones trascendentales, sino cuando ya existe un grave problema y estamos sopesando la decisión de divorciarnos o separarnos.

Es como si no nos preocupáramos de pautas profesionales para nuestra salud física o psicológica, pero después fuéramos de urgencia en una situación límite a pretender curarnos. Es como si una persona no se preocupa de las necesidades técnicas de un vehículo, por ejemplo, no le cambia el aceite al motor, ni le echa agua refrigerante cuando es necesario, ni las ruedas, ni determinados elementos y después al cabo de los años va al taller por habérsele quemado el motor.

Se unen muchos factores que unidos provocan un gran porcentaje de divorcios evitables con asesoramiento a tiempo y pautas de relación saludable entre los cónyuges. 
Podemos destacar las siguientes cuestiones.

Evitar matrimonios precipitados e idealizados
Una parte de la sociedad nos empuja a contraer matrimonio de forma precipitada con una visión idealizada del mismo, en la que parejas que realmente no están preparadas para compartir un proyecto sentimental común se dejan llevar por el “estándar” familiar que supone que si quieres mucho a tu pareja tienes que casarte con ella. 
En ocasiones, sin conocerse del todo, sin confirmar su compatibilidad y sin haber convivido durante un tiempo razonable.

Prevenir el mantenimiento de matrimonios contenciosos
Se habla mucho de los divorcios, pero de lo que no se habla tanto es de los matrimonios que no se divorcian pero mantienen una mala relación y convivencia. Al menos la mitad de los matrimonios han tenido o tienen problemas graves en los que se ha perdido la ilusión o confianza en el proyecto de vida común inicial y mantienen una relación con tensiones en la que han existido o existen faltas de respeto, pérdidas de formas, comportamientos disfuncionales y tóxicos o conflictos.

En todas las parejas existen diferencias, pero estamos normalizando relaciones que conviven con agresiones sentimentales de todo tipo a las que nos acabamos acostumbrando.
En una relación de pareja o matrimonial contenciosa las personas pueden tener percepciones distorsionadas, en las que justifiquen agresiones sentimentales e incluso que las propicien y participen en ellas de manera habitual. No debemos acostumbrarnos a protagonizar ni aguantar agresiones sentimentales, pues el mantenimiento de un matrimonio o relación de pareja contenciosa puede provocar daños irreparables tanto en la salud mental como en la física, además de ser un muy mal ejemplo para nuestros hijos, que podrán concebir la pareja o matrimonio como un reflejo de lo que han visto en sus progenitores.

Cuando el divorcio es necesario
Cuando una pareja o matrimonio se consolida, la idea desde el punto de vista sentimental es que todo vaya bien y estén juntos “hasta que la muerte los separe”. Pero estadísticamente debemos de ser realistas y aceptar que lo más probable es que un matrimonio en España acabe en divorcio. 
El problema es cuando el divorcio es necesario, pero se retrasa la decisión.

El tiempo en el que una pareja sentimental no está bien y convive con el malestar puede ser un foco de conflictos. Cuando el divorcio se convierte en una necesidad, lo mejor es que ambos faciliten su tramitación de mutuo acuerdo y su gestión cordial y amable, especialmente cuando hay niños, por el bien de los hijos, que no deben pagar los platos rotos de la ruptura de sus progenitores.

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