LUCAS DE LA CAL, 18 junio 2019
Son mujeres discriminadas en las cifras oficiales de la Ley de Violencia de género porque quien las mata o maltrata es otra mujer. Reunimos las historias que no aparecen en la cifra de 1.000 víctimas dada a conocer esta semana.
Todo empezó con una discusión de pareja. Otra más. La razón, como siempre, fueron los celos. La brasileña Glenia Cinthia Ribeiro abandonó su casa del barrio de El Fraile, en el municipio tinerfeño de Arona. Prometió a su novia, Marisol Navia, que no volvería. Si hubiera cumplido su palabra el final de esta historia sería distinto. Pero Glenia regresó a casa. Lo hizo al día siguiente, a las 7.45 horas. Fue a la cocina y cogió un cuchillo de 10 centímetros de largo que clavó a Marisol en el tórax, seccionándola la arteria mamaria derecha. Su corazón tardó 10 minutos en dejar de latir. Gloria llamó a la Guardia Civil para comunicar que se había «encontrado a su compañera de piso herida en el suelo». Aunque, cuando los agentes llegaron, comprobaron enseguida que se trataba de un asesinato. Esto ocurrió el 9 de abril de 2007. Glenia (39 años) y Marisol (37) llevaban 2 años manteniendo una relación sentimental. Aunque la Sección IIª de la Audiencia Provincial tinerfeña condenó a Glenia a 13 años de prisión por un delito de homicidio con agravante de parentesco. Para la Justicia no fue violencia de género.
Como tampoco lo fue el asesinato de la limpiadora Rosario a manos de su pareja, también mujer. En un bloque de edificios en el nº 11 de la avenida de Bellavista, en Sevilla, Amparo (51 años) ató con una cuerda a Rosario (53) a la cama y la estranguló con 4 medias elásticas. Llevaban 7 meses conviviendo juntas. El juzgado de Instrucción nº 18 de Sevilla mandó a Amparo a prisión por homicidio.
Este suceso ocurrió el 25 de diciembre de 2011. Ya habían pasado 8 años desde que se empezaran a contabilizar los crímenes por violencia de género. Pero ni Rosario ni Marisol han estado nunca en una lista que, esta semana, hemos sabido que ya ha alcanzado un terrible nº redondo: 1.000 mujeres asesinadas por sus parejas (hombres) desde 2003.
Un año después el Gobierno de Zapatero aprobó Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Una ley que ha servido para hacer visible y cuantificar una lacra que no cesa. Pero que excluye a todas aquellas víctimas que padecen situaciones de violencia dentro de sus parejas homosexuales. Los colectivos LGTB las han bautizado como violencia intragénero. Aunque la Policía sigue recogiendo estos casos de agresiones y asesinatos entre parejas del mismo sexo como violencia doméstica. «Invisibilizada y no tipificada como violencia de género, por lo que las víctimas no disfrutan de las ayudas que tienen las mujeres maltratadas por los hombres», denuncia Rutilio Martini, coordinador de Salud de la Confederación Española LGBT (Colegas).
Estas mujeres maltratadas por otras mujeres -y hombres maltratados por otros hombres- viven ahora en un limbo legal que las deja desprotegidas. No reciben ningún sustento del Estado ni se pueden refugiar en los centros de acogida públicos, sino que tienen que ser las asociaciones quienes las acojan y las den el apoyo que requieren, tanto psicológico como legal, asumiendo todos los gastos.
1.000 MUERTAS DESDE DIANA HASTA BEATRIZ
Es la dramática cifra de víctimas de violencia género desde que se contabilizan (2003)
Desde la Confederación Española LGBT atienden a todas las víctimas de violencia intragénero que acuden a ellos, un 75% de las cuales son mujeres agredidas por otras mujeres. También han elaborado un registro de las muertes por este tipo de violencia. Han logrado documentar 15 casos de los últimos 11 años. «Aunque únicamente son asesinatos que se han recogido en la prensa, porque en realidad hay muchos más», añade Martini.
10 AÑOS DE PALIZAS
Barcelona, barrio de El Raval. Allí, en la madrugada del Domingo de Resurrección de 2017, en el nº 8 del Pasaje de San Bernat, la vallisoletana Ana Mª (53 años) clavó un cuchillo en el corazón a su novia Pilar (57 años, cocinera, de Zaragoza). Los agentes de los Mossos d'Esquadra que investigaron el suceso contaron que las peleas entre ambas mujeres eran frecuentes. Llevaban 10 años juntas. Una década de palizas de Ana Mª hacia su pareja, que sólo se atrevió a denunciar una de ellas en 2012, aunque después siguieron con la relación.
«¡La he matado!», reconoció Ana Mª a sus vecinos nada más cometer el crimen. La asesina tocó todas las puertas del resto de inquilinos del inmueble para contar lo que acababa de ocurrir. «Era una muerte anunciada», dijeron los vecinos a los periodistas que acudieron a cubrir el suceso, que no se contabilizó como violencia de género.
Tampoco otro asesinato que hubo en noviembre de 2012 en Fuengirola (Málaga). Esta vez, la víctima fue una transexual y el asesino un hombre. Ella era Sabrina, aunque en su carné de identidad figuraba como Mustafá Anuar, 30 años, de Casablanca (Marruecos). La pareja empezó en su casa una discusión que terminó en los pasillos del edificio con Sabrina muerta por una puñalada en el pecho. Los vecinos dijeron que la Policía ya había arrestado otras veces al asesino por varios episodios de malos tratos a su pareja.
De una puñalada murió I. en 2014. Era una mujer de 44 años, también transexual, que vivía en la calle Ronda de los Cuarteles de Logroño con su pareja. Él le clavó un cuchillo en el tórax.
Para encontrar el 1º asesinato -documentado- por violencia intragénero hay que retroceder hasta 2008 y viajar hasta Tremañes (Gijón). Allí, en la mañana del Día de Reyes, Rafael (41 años) dio 8 puñaladas a su pareja, Constantino (59 años). «Él se había enfadado y me quería pegar», intentó justificar Rafael ante el tribunal de la Sección VIIIª de la Audiencia Provincial, donde contó que iba borracho. El asesino nunca reconoció que mantenía una relación con Constantino. «Éramos sólo amigos», aseguró. Aunque varios testimonios de los vecinos confirmaron que eran pareja y que ambos se hacían pasar por hermanastros para disimular su relación.
Tras este asesinato, la asociación Xente Gai Astur denunció el vacío legal al que se enfrentan los gays que son víctimas de maltrato por parte de sus parejas. «En muchos casos no se denuncia por vergüenza y por no desvelar ante la Policía o la opinión pública la orientación sexual», dice Rutilio Martini, de Colegas.
En Almería, un año después del crimen en Tremañes, El Housein (33) rebanó el cuello a su ex marido, Manuel Latorre (34), con un cuchillo de caza. La víctima trabajaba en el área de Servicios Sociales del Ayuntamiento del municipio de Adra. Después del crimen, el asesino se suicidó ahorcándose. Se habían divorciado 2 meses antes. El suceso se juzgó como un «asesinato atribuible a la violencia doméstica en el entorno de un matrimonio homosexual».
En el verano de 2011 ocurrió uno de los asesinatos más mediáticos dentro de una pareja homosexual. Fue en el Holiday Gym del distrito de Chamartín (Madrid). Ángel Luis(45 años), sargento de la Guardia Civil, disparó 11 veces a su ex pareja, Marcos Hernández (28, socorrista en la piscina del gimnasio). El sargento entró a los vestuarios del local, donde se encontró con Marcos y empezó a disparar. Una bala le alcanzó la cabeza y 5 el pecho.
3 años después también saltó a la prensa el asesinato del actor vasco Koldo Losada a manos de su marido, Jon Ezkurdia. El 22 de noviembre, en el domicilio de la pareja, Jon golpeó en la cabeza a Koldo con una escultura en forma de pie humano de más de 11 kilos. El actor se desangró en el sofá. Después, el asesino arrastró el cadáver hasta el dormitorio y tapó la cabeza con una toalla verde. En 2016, un juzgado popular de la A. P. de Bizkaia condenó a Jon a 19 años de cárcel por el asesinato de su marido. Ese año, en Madrid, un hombre de 37 años mató a golpes de su pareja, otro hombre de 41. Y pocas semanas después, en Sabadell (Barcelona), un tipo de 57 años fue detenido por asesinar a puñaladas a su novio de 37.
El último crimen de violencia intragénero lo encontramos en Priego de Córdoba en abril del año pasado. El campesino José Luis (43) asesinó con un cuchillo a su pareja, Juan Alberto (23), y luego se quitó la vida con la misma arma. Sus cadáveres fueron encontrados en un garaje.
Estos son varios casos recogidos de asesinatos entre parejas del mismo sexo. Mujer contra mujer. Hombre contra hombre. Pero el aspecto aún menos visible de la violencia intragénero lo encontramos en las denuncias y casos de maltrato. Asociaciones como ALDARTE (Centro de atención a gays, lesbianas y transexuales), que tiene su sede en Bilbao, lleva años dando apoyo pisicológico a las víctimas de estas agresiones. «La mayoría de personas que sufren este tipo de violencia en el seno de la pareja suelen ser mujeres, entre los 35 y 40 años. A los hombres les cuesta más reconocer que son víctimas de maltrato. Ellas tienen menos miedo e identifican rápido cuando se da una situación de violencia dentro de la pareja», explica Inmaculada Mújica, psicóloga de ALDARTE. «Si la persona maltratada solicita alejamiento se le concede pero, al no estar tipificada como violencia de género, no disfruta de las ayudas que tienen las mujeres maltratadas por hombres». Desde COGAM, Colectivo LGTB de Madrid, hicieron una encuesta con 900 para analizar la situación de la violencia intragénero. El 30% reconoció haber sufrido algún tipo de maltrato por parte de su pareja.
CENTROS DE ACOGIDA
En Madrid, colectivos como Arcópoli tienen servicios especializados en violencia de género en parejas del mismo sexo. Desde centros de acogida para víctimas hasta juristas que luchan para que los casos que reciben se traten como violencia de género. Lo mismo hacen desde la Confederación Española LGBT (Colegas). Hace 2 semanas recibieron en su consulta a una chica lesbiana que llegó con el ojo morado porque su pareja le había dado un puñetazo. No era la 1ª vez. «La chica no quería denunciar, pero le insistimos en que lo hiciera y en que acreditara que eran pareja para intentar meterlo como violencia de género. Y acabó yendo a la comisaría y terminando con su relación», cuenta Rutilio Martini.
«Hay una incidencia más alta de violencia intragénero entre chicas. Llama mucho la atención y no se habla de este tema», continúa Martini. «Ahora se está visibilizando apenas un 20% de los casos de violencia intragénero. Hace 5 años era el 5%. Hay una progresión lenta, pero la hay. Nos falta un registro de víctimas por violencia intragénero, es lo que llevamos tiempo pidiendo». Desde Colegas aseguran que han pedido al Gobierno la creación de ése registro y que desde el Ejecutivo socialista se han comprometido a ello. Como ya hicieron en el pasado. Porque la lucha para incluir la violencia intragénero como violencia de género lleva mucho tiempo. Aunque ha sido una lucha invisible. Hasta ahora.
Estas mujeres maltratadas por otras mujeres -y hombres maltratados por otros hombres- viven ahora en un limbo legal que las deja desprotegidas. No reciben ningún sustento del Estado ni se pueden refugiar en los centros de acogida públicos, sino que tienen que ser las asociaciones quienes las acojan y las den el apoyo que requieren, tanto psicológico como legal, asumiendo todos los gastos.
1.000 MUERTAS DESDE DIANA HASTA BEATRIZ
Es la dramática cifra de víctimas de violencia género desde que se contabilizan (2003)
Desde la Confederación Española LGBT atienden a todas las víctimas de violencia intragénero que acuden a ellos, un 75% de las cuales son mujeres agredidas por otras mujeres. También han elaborado un registro de las muertes por este tipo de violencia. Han logrado documentar 15 casos de los últimos 11 años. «Aunque únicamente son asesinatos que se han recogido en la prensa, porque en realidad hay muchos más», añade Martini.
10 AÑOS DE PALIZAS
Barcelona, barrio de El Raval. Allí, en la madrugada del Domingo de Resurrección de 2017, en el nº 8 del Pasaje de San Bernat, la vallisoletana Ana Mª (53 años) clavó un cuchillo en el corazón a su novia Pilar (57 años, cocinera, de Zaragoza). Los agentes de los Mossos d'Esquadra que investigaron el suceso contaron que las peleas entre ambas mujeres eran frecuentes. Llevaban 10 años juntas. Una década de palizas de Ana Mª hacia su pareja, que sólo se atrevió a denunciar una de ellas en 2012, aunque después siguieron con la relación.
«¡La he matado!», reconoció Ana Mª a sus vecinos nada más cometer el crimen. La asesina tocó todas las puertas del resto de inquilinos del inmueble para contar lo que acababa de ocurrir. «Era una muerte anunciada», dijeron los vecinos a los periodistas que acudieron a cubrir el suceso, que no se contabilizó como violencia de género.
Tampoco otro asesinato que hubo en noviembre de 2012 en Fuengirola (Málaga). Esta vez, la víctima fue una transexual y el asesino un hombre. Ella era Sabrina, aunque en su carné de identidad figuraba como Mustafá Anuar, 30 años, de Casablanca (Marruecos). La pareja empezó en su casa una discusión que terminó en los pasillos del edificio con Sabrina muerta por una puñalada en el pecho. Los vecinos dijeron que la Policía ya había arrestado otras veces al asesino por varios episodios de malos tratos a su pareja.
De una puñalada murió I. en 2014. Era una mujer de 44 años, también transexual, que vivía en la calle Ronda de los Cuarteles de Logroño con su pareja. Él le clavó un cuchillo en el tórax.
Para encontrar el 1º asesinato -documentado- por violencia intragénero hay que retroceder hasta 2008 y viajar hasta Tremañes (Gijón). Allí, en la mañana del Día de Reyes, Rafael (41 años) dio 8 puñaladas a su pareja, Constantino (59 años). «Él se había enfadado y me quería pegar», intentó justificar Rafael ante el tribunal de la Sección VIIIª de la Audiencia Provincial, donde contó que iba borracho. El asesino nunca reconoció que mantenía una relación con Constantino. «Éramos sólo amigos», aseguró. Aunque varios testimonios de los vecinos confirmaron que eran pareja y que ambos se hacían pasar por hermanastros para disimular su relación.
Tras este asesinato, la asociación Xente Gai Astur denunció el vacío legal al que se enfrentan los gays que son víctimas de maltrato por parte de sus parejas. «En muchos casos no se denuncia por vergüenza y por no desvelar ante la Policía o la opinión pública la orientación sexual», dice Rutilio Martini, de Colegas.
En Almería, un año después del crimen en Tremañes, El Housein (33) rebanó el cuello a su ex marido, Manuel Latorre (34), con un cuchillo de caza. La víctima trabajaba en el área de Servicios Sociales del Ayuntamiento del municipio de Adra. Después del crimen, el asesino se suicidó ahorcándose. Se habían divorciado 2 meses antes. El suceso se juzgó como un «asesinato atribuible a la violencia doméstica en el entorno de un matrimonio homosexual».
En el verano de 2011 ocurrió uno de los asesinatos más mediáticos dentro de una pareja homosexual. Fue en el Holiday Gym del distrito de Chamartín (Madrid). Ángel Luis(45 años), sargento de la Guardia Civil, disparó 11 veces a su ex pareja, Marcos Hernández (28, socorrista en la piscina del gimnasio). El sargento entró a los vestuarios del local, donde se encontró con Marcos y empezó a disparar. Una bala le alcanzó la cabeza y 5 el pecho.
3 años después también saltó a la prensa el asesinato del actor vasco Koldo Losada a manos de su marido, Jon Ezkurdia. El 22 de noviembre, en el domicilio de la pareja, Jon golpeó en la cabeza a Koldo con una escultura en forma de pie humano de más de 11 kilos. El actor se desangró en el sofá. Después, el asesino arrastró el cadáver hasta el dormitorio y tapó la cabeza con una toalla verde. En 2016, un juzgado popular de la A. P. de Bizkaia condenó a Jon a 19 años de cárcel por el asesinato de su marido. Ese año, en Madrid, un hombre de 37 años mató a golpes de su pareja, otro hombre de 41. Y pocas semanas después, en Sabadell (Barcelona), un tipo de 57 años fue detenido por asesinar a puñaladas a su novio de 37.
El último crimen de violencia intragénero lo encontramos en Priego de Córdoba en abril del año pasado. El campesino José Luis (43) asesinó con un cuchillo a su pareja, Juan Alberto (23), y luego se quitó la vida con la misma arma. Sus cadáveres fueron encontrados en un garaje.
Estos son varios casos recogidos de asesinatos entre parejas del mismo sexo. Mujer contra mujer. Hombre contra hombre. Pero el aspecto aún menos visible de la violencia intragénero lo encontramos en las denuncias y casos de maltrato. Asociaciones como ALDARTE (Centro de atención a gays, lesbianas y transexuales), que tiene su sede en Bilbao, lleva años dando apoyo pisicológico a las víctimas de estas agresiones. «La mayoría de personas que sufren este tipo de violencia en el seno de la pareja suelen ser mujeres, entre los 35 y 40 años. A los hombres les cuesta más reconocer que son víctimas de maltrato. Ellas tienen menos miedo e identifican rápido cuando se da una situación de violencia dentro de la pareja», explica Inmaculada Mújica, psicóloga de ALDARTE. «Si la persona maltratada solicita alejamiento se le concede pero, al no estar tipificada como violencia de género, no disfruta de las ayudas que tienen las mujeres maltratadas por hombres». Desde COGAM, Colectivo LGTB de Madrid, hicieron una encuesta con 900 para analizar la situación de la violencia intragénero. El 30% reconoció haber sufrido algún tipo de maltrato por parte de su pareja.
CENTROS DE ACOGIDA
En Madrid, colectivos como Arcópoli tienen servicios especializados en violencia de género en parejas del mismo sexo. Desde centros de acogida para víctimas hasta juristas que luchan para que los casos que reciben se traten como violencia de género. Lo mismo hacen desde la Confederación Española LGBT (Colegas). Hace 2 semanas recibieron en su consulta a una chica lesbiana que llegó con el ojo morado porque su pareja le había dado un puñetazo. No era la 1ª vez. «La chica no quería denunciar, pero le insistimos en que lo hiciera y en que acreditara que eran pareja para intentar meterlo como violencia de género. Y acabó yendo a la comisaría y terminando con su relación», cuenta Rutilio Martini.
«Hay una incidencia más alta de violencia intragénero entre chicas. Llama mucho la atención y no se habla de este tema», continúa Martini. «Ahora se está visibilizando apenas un 20% de los casos de violencia intragénero. Hace 5 años era el 5%. Hay una progresión lenta, pero la hay. Nos falta un registro de víctimas por violencia intragénero, es lo que llevamos tiempo pidiendo». Desde Colegas aseguran que han pedido al Gobierno la creación de ése registro y que desde el Ejecutivo socialista se han comprometido a ello. Como ya hicieron en el pasado. Porque la lucha para incluir la violencia intragénero como violencia de género lleva mucho tiempo. Aunque ha sido una lucha invisible. Hasta ahora.
Nota: El concepto de Violencia de "Género" es un saco sin fondo,cabe de todo, por las subvenciones.....
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