domingo, 11 de abril de 2010

El desamor peina canas a partir de los 60

http://www.laopinioncoruna.es/sociedad/2010/04/11/divorciados-peinan-canas/374250.html

EL DESAMOR EN LA MADUREZ

El amor no tiene edad y el desamor, tampoco.
Buena muestra de ello es que cada vez se producen más divorcios en la madurez.
El fenómeno es generalizado y, en Galicia, las estadísticas no dejan lugar a dudas: las rupturas matrimoniales de mayores de 60 años se multiplicaron por 4 en sólo una década.
Los expertos en derecho de familia atribuyen esa tendencia al aumento de la esperanza de vida y a los problemas de convivencia que, en muchos casos, resurgen tras la jubilación.
Los hombres suelen tomar la iniciativa, y cuando lo hacen es, casi siempre, porque hay una tercera persona. Ellas deciden dar el paso cuando "no pueden más".

MARÍA DE LA HUERTA A CORUÑA Domingo 11 de abril de 2010
El matrimonio de Eladio y María del Carmen era, a simple vista, como el de cualquier pareja de su edad.
Llevaban 4 décadas juntos, tenían 2 hijos que ya habían abandonado el nido familiar y acababan de estrenarse como abuelos. De cara a la galería, todo parecía perfecto.

Sin embargo, la rutina y los problemas de convivencia que habían surgido tras la jubilación de Eladio hacían que las discusiones entre ellos fuesen cada vez más frecuentes.
Cansada de la pasividad y de la falta de atenciones por parte de su marido, que se pasaba el día en el bar con los amigos o tumbado en el sofá viendo partidos de fútbol, María del Carmen decidió poner tierra de por medio e irse a vivir a casa de su hermana.
Al principio, Eladio pensó que se trataba de una simple rabieta más de su esposa. Se equivocaba. Ella nunca volvió. Desde entonces, sus biografías se escriben por separado.

Las rupturas matrimoniales de mayores de 60 años se multiplicaron por 4 en Galicia en sólo una década, al pasar de las 215 registradas en el año 1998, a las 866 contabilizadas en 2008, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

La tendencia es similar en el resto de las comunidades autónomas españolas, y los expertos en derecho de familia atribuyen ese fenómeno creciente al aumento de la esperanza de vida y a los problemas de convivencia que, como en el caso de Eladio y María del Carmen, pueden aflorar tras la jubilación.

"Los divorcios en la madurez han aumentado muchísimo en los últimos años. Antes resultaba impensable que un matrimonio se separase a los 60 o a los 70 años pero, a día de hoy, este tipo de procesos son más habituales de lo que la gente se cree", constata el abogado matrimonialista Ignacio Bermúdez de Castro, quien reconoce que ha llegado a tener algún cliente interesado en finiquitar su matrimonio con casi 90 años.
"Recuerdo que fue uno de los clientes que más interés tenía en poner fin a su unión. Era un hombre adinerado, que lamentablemente no pudo ver cumplidos sus deseos porque falleció durante el proceso de apelación. Él fue el de mayor edad, pero también he llevado varios casos de 80 y pico años, y muchos de 70", señala el letrado coruñés.

Causas del adiós
Lo cierto es que, al llegar a la madurez, los matrimonios tampoco cuentan con demasiados estímulos externos para seguir juntos.
La hipoteca está pagada, los hijos ya se han emancipado y aún quedan años por delante para afrontar una reinvención radical.
Todo ello hace que los procesos de divorcio, a esas edades, sean menos conflictivos.
"No es lo mismo divorciarse a los 65 años, cuando ya se tiene el piso pagado y los hijos están criados, que a los 35, cuando hay niños pequeños e hipotecas de por medio. En la madurez, todo es más fácil. No hay problemas de custodias, ni de regímenes de visitas, ni nada de nada... Sólo hay que decidir el reparto de los bienes de las sociedades gananciales y, en general, esta cuestión se resuelve rápido", explica Ignacio Bermúdez de Castro.

A la hora de dar el paso, el letrado coruñés lo tiene claro.
"Los hombres son quienes suelen llevar la iniciativa y, cuando lo hacen, es porque normalmente hay una tercera persona detrás", apunta, y matiza:
"Pueden darse dos situaciones: que sea el propio marido quien se haya enamorado de otra mujer, o que haya descubierto que su esposa le ha sido infiel, aunque este último caso es el menos habitual", señala.

En cuanto a las motivaciones que llevan a una mujer a poner fin a su matrimonio pasados los 60 años, Bermúdez de Castro se muestra igual de tajante.
"Cuando una mujer decide separarse de su marido después de media vida en común es porque no puede más", subraya el abogado coruñés, a quien la experiencia le dice que las féminas sobrellevan mejor la rutina que los hombres.
"Al llegar a ciertas edades, a los hombres les cuesta más reconocer que se están haciendo mayores. Se obsesionan con demostrar que todavía pueden conquistar y, así, aparecen los adulterios con mujeres más jóvenes", destaca el letrado.

¿Proceso doloroso? Aún habiendo faldas -o pantalones- de por medio, y aunque los hijos estén ya criados, el divorcio sigue siendo un trago difícil de pasar.
Un reciente estudio elaborado por la Asociación de Jubilados de Estados Unidos revela que divorciarse supone, para la mayoría, un trauma mucho mayor que quedarse sin trabajo e, incluso, que padecer una enfermedad grave.

Para los más afortunados, sin embargo, el adiós supone quitarse un peso de encima.
De hecho, cada vez son más frecuentes las "despedidas de casados", que celebran, por todo lo alto, la recuperación de la libertad perdida.
"Con la actual cultura del divorcio, el matrimonio se ha convertido en una institución casi mercantil. Cuando no funciona lo tiras y te compras otro. Esta mentalidad antes era más propia de los jóvenes, pero ahora cada vez son más los mayores que actúan así", subraya Bermúdez de Castro.

El divorcio tampoco resulta fácil para los hijos, quienes aún siendo adultos, pueden llegar a sufrir tanto o más que los niños con todo el proceso.
"El divorcio de unos padres es siempre doloroso para sus hijos, porque la ruptura modifica todos los lazos que se habían establecido a lo largo de los años", sostiene el abogado coruñés, aunque inmediatamente puntualiza:
"Si la relación entre los padres era mala, la ruptura se ve como una liberación".

En cualquier caso, para hacer la situación más llevadera, psicólogos y especialistas recomiendan a los hijos actuar con prudencia y no entrometerse en la vida de sus padres, aunque tampoco deben desentenderse de sus problemas.
Además, les aconsejan que traten de simplificar el conflicto y acercar posiciones, y que hablen con ellos de manera seria para lograr que se establezcan unos nuevos lazos de afectos y respeto que perduren de por vida.

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