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DIVORCIO, ¿CÓMO SE LO DIGO A MIS HIJOS?
Fernando González G.
Lejana parece la época en que el divorcio era motivo de vergüenza entre la sociedad mexicana. Hoy, más allá de análisis sociológicos al respecto, toma relevancia la conducta que la pareja disuelta adopte ante los hijos procreados.
Lo primero, dejar en claro que la responsabilidad de la decisión reside solamente en los padres.
Muchas de las costumbres y leyes que nos rigen hoy día tienen su antecedente más lejano en la cultura romana, tal como ocurre en el caso del divorcio, pues los historiadores relatan que en aquella época la disolución matrimonial podía solicitarse sin causa justificada, y bastaba que hubiera terminado el afecto conyugal para que el trámite fuera procedente.
En sentido formal, esta figura jurídica se dividía en "bona gratia", término que se refiere al acuerdo que existía entre los dos consortes, y por repudiación, es decir, cuando así lo determinaba la voluntad de uno de los cónyuges, lo que en nuestros tiempos ocurre en forma muy similar.
Según palabras del filosofo Séneca, la facilidad de obtener el divorcio produjo la inmoralidad de las clases poderosas, ya que se abusaba de dicha situación, lo que da pie a la siguiente cita:
"¿Qué mujer se sonroja actualmente de divorciarse, desde que ciertas damas ilustres no cuentan su edad sino por el número de sus maridos? Se divorcian para volverse a casar, se casan para divorciarse".
Por supuesto que esta referencia está vigente, aunque para que sea justa se debe incluir también a los hombres, pues tal parece que la unión matrimonial ha perdido su valor y hoy se ve más como un experimento que como una decisión determinante en la vida de un individuo.
Dicho panorama afecta al conjunto social pero, fundamentalmente, a los hijos que se hayan procreado, pues éstos no pueden comprender con facilidad los cambios ocurridos al interior de su familia, ni tampoco el temor e inseguridad que genera la separación de sus padres.
En este sentido se pronuncian muchos estudios, los cuales concluyen que la separación y divorcio de los padres tienen considerable impacto sobre la vida de los hijos que se manifiesta mediante desórdenes psicológicos, inadaptación social, así como menores logros educativos y económicos.
Cómo explicar la separación.
Los especialistas en Psicología concuerdan que cuando los padres deciden separarse deben hablar en forma conjunta con sus hijos y ser honestos con ellos.
Asimismo, es fundamental usar un lenguaje adecuado para su edad y dejarles en claro que el divorcio es algo entre mamá y papá; asimismo, es fundamental demostrarles que van a seguir siendo sus padres aunque ya no vivan juntos.
De igual forma, los progenitores deben asumir su responsabilidad por la separación y hablar de los errores que pudieron haber cometido para que el niño no se sienta culpable de la situación, lo que ocurre muy a menudo.
Para que las cosas se compliquen menos le pueden dar ejemplos de gente que conozcan y que ya hayan pasado por esa situación, para exponerles que es algo que sucede comúnmente.
Si el niño es pequeño se puede recurrir a la adaptación de un cuento para explicar la ruptura conyugal, e inclusive usar muñecos para demostrarle que papá va a vivir en otra casa pero que lo va a visitar frecuentemente.
Es fundamental que ambos padres ofrezcan la explicación de la ruptura porque de esta manera, a pesar de lo paradójico que pueda parecer, infundirán seguridad y confianza en su hijo; para que dicha charla cumpla su cometido es conveniente planear lo que van a decir y quién lo va a hacer, así como el lugar donde platicarán y si lo harán con todos los hijos al mismo o con cada uno por separado.
Cada quien su responsabilidad.
Es fundamental que el hijo (sobre todo si es un niño), entienda que quienes se van a divorciar son los padres, pero que el cariño de cada uno de ellos hacia él es incondicional y permanente, y que nada de lo que ocurra podrá modificarlo.
También es relevante que los infantes sepan que nada de lo que ellos hagan o intenten hacer podrá modificar tal decisión.
En otras palabras, hay que dejar en claro que los niños no son responsables del divorcio, no son culpables de él y no pueden cambiar la decisión de los padres.
Por otro lado, se recomienda que la pareja disuelta establezca con precisión y de manera formal (sea voluntariamente o mediante la intervención de la autoridad civil) el arreglo mediante el cual se tenga contacto con los hijos.
A manera de sugerencia, algunas reglas que deben ser observadas:
Reciba o entregue a su hijo en la puerta de la casa, no permita que salga solo cargando una pequeña maleta. Esto produce ansiedad y puede ser humillante.
Evite tener discusiones enfrente de los pequeños, pues ello los hará sentir culpables.
No mande mensajes a su expareja con sus hijos.
Cada quién pone las reglas en su propia casa, por lo que no debe intentar imponerlas en casa de su expareja.
No hable mal de su "ex" a los niños, recuerde que también son sus hijos y que es muy importante que la imagen de ambos padres quede intacta.
Procure que los niños no se desvinculen del núcleo familiar al que estaban acostumbrados, es decir, busque que la convivencia con primos, tíos y abuelos (tanto maternos como paternos) no se altere de manera significativa.
Si el padre o madre de sus hijos se relaciona sentimentalmente con otra persona será bueno guardar cierta distancia, aunque nada malo sucederá si establece un trato diplomático y respetuoso con "él" o "ella".
Finalmente, aunque la separación de su pareja haya sido serena y civilizada, y la primera reacción de sus hijos pudiera catalogarse como "muy madura", es muy factible que surjan manifestaciones posteriores como tristeza, ansiedad, preocupación, así como bajo rendimiento escolar, sentimiento de abandono e incluso depresión.
En estos casos, será fundamental que forme un frente común con su expareja y busquen la ayuda de un psicólogo o paidosiquiatra (especialista en conducta infantil), quien les ayudará a definir la conducta a seguir.
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