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Los presos por violencia machista aumentan el 50% en un año.
La reincidencia y el endurecimiento del Código Penal elevan los reclusos a 4.100.
PERE RÍOS - Barcelona - 30/11/2009
La cifra de presos preventivos y penados por algún delito de violencia de género se ha disparado este año.
El 1 de enero había en España 2.865 reclusos por este motivo y a principios de noviembre ya sumaban 4.161.
Son más del doble de los apenas 1.900 internos con los que acabó el año 2007.
Los juristas explican el aumento por la dureza del Código Penal y por el férreo redactado de algún artículo, que no deja al juez ningún margen de maniobra, pero también por la actuación de buena parte de los abogados, que en su día aceptaron una condena menor para su cliente sin necesidad de juicio en lugar de batallar la absolución.
Y de aquellos antecedentes penales llegan ahora nuevas condenas que acaban con el acusado entre rejas por reincidente.
"Tarde o temprano, las penas se acaban cumpliendo", dice Soledad Cazorla.
Una psicóloga critica que la cárcel por sí sola no ayuda a la rehabilitación.
Soledad Cazorla, fiscal de Sala del Tribunal Supremo delegada contra la violencia sobre la mujer lo expresa claramente.
"La maquinaria judicial es lenta, pero tarde o temprano los procesos llegan a su fin y las penas se acaban cumpliendo".
Cuando a principios de 2005 empezaron a imponerse las primeras condenas por violencia de género por delitos menores, muy pocos hombres acababan en prisión a no ser que hubieran cometido delitos graves.
Según la estadística del Observatorio contra la Violencia de Género, en 2005 se enjuiciaron a 23.747 personas en los juzgados de lo penal, que son los competentes para delitos castigados hasta con 6 años de cárcel: malos tratos, lesiones, amenazas y violencia habitual.
Casi la tercera parte de aquellos acusados (7.615) aceptaron la pena sin celebrar juicio, otros 8.901 acabaron condenados tras la vista y 7.231, lo que representa el 30,4%, acabaron absueltos.
4 años después, el panorama es distinto.
Sólo 1/5 parte de los hombres juzgados en 2008 aceptaron la pena (6.063 de un total de 29.421) y las absoluciones fueron 14.224, y representan ya el 48,3%.
Los otros 9.134 casos acabaron con condena tras el juicio.
Es decir, que las condenas, por pequeñas que sean, generan antecedentes penales y, si existe reincidencia, los jueces acuerdan el encarcelamiento, y eso es lo que está ocurriendo cada vez más.
Desde que se inició el año y hasta primeros de noviembre han pisado la cárcel por primera vez 1.240 hombres por algún delito de violencia de género, casi el doble de los poco más de 700 que entraron en 2008 sin haber estado antes dentro.
Los malos tratos son el delito principal entre estos presos (1.284), según las cifras de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, que no incluyen Cataluña, cuyos datos estadísticos no permiten conocer esas cifras.
El Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género asegura que el año pasado se celebraron en España 41.439 juicios por malos tratos físicos o psíquicos, pero tampoco detalla el desenlace.
La segunda conducta más numerosa entre estos presos es el quebrantamiento de pena o medida de alejamiento, que ha llevado a la cárcel a 578 personas.
El Código Penal español determina que una condena por violencia de género lleva aparejada "en todo caso" la pena accesoria de alejamiento del agresor.
La constitucionalidad de ese redactado ha sido cuestionada por diversos jueces y está pendiente desde hace años de lo que determine el Tribunal Constitucional.
Lo que ocurre en la práctica es que, pese a la condena y la orden de alejamiento, muchas parejas reanudan la convivencia y acuden al juzgado a solicitar que se deje sin efecto la obligación del alejamiento.
Pero si la policía o la fiscalía se entera o la mujer vuelve a denunciar, el agresor es detenido y acusado de un nuevo delito.
Y como ya tiene antecedentes, aumentan las posibilidades de que acabe en prisión.
La abogada María Pérez Galván, con 29 años de experiencia y secretaria de la Asociación Española de Abogados de Familia, cuestiona abiertamente la obligatoriedad de imponer la pena de alejamiento. "Es muy difícil cumplirla cuando hay hijos menores comunes si la pareja vive en una localidad pequeña, porque los pisos y los colegios pueden estar muy próximos y es inevitable que los padres se comuniquen por temas de salud o educación".
El año pasado se quebrantaron 4.129 penas de alejamiento.
Las amenazas son otro de los delitos más comunes y es lo que mantiene en prisión a 574 hombres.
La estadística no detalla cuántos de esos reclusos las profirieron tras salir de la cárcel.
"La prisión por sí sola no es la solución, porque es como castigar a un niño en un rincón sin decirle nada más. Hay que llenar de contenido esa estancia", explica la psicóloga María Vega, con 20 años de experiencia y que desde 2005 trata condenados por violencia de género que le derivan los juzgados de Madrid.
"No he visto todavía ningún caso en el que no haya sido útil el tratamiento", precisa.
Otros de los delitos más frecuentes son las lesiones (519 presos) y la violencia habitual (406), mientras que los asesinatos y homicidios suman 194 reclusos condenados o preventivos.
Son los delitos más graves y, aunque son una minoría en relación con el resto, se van acumulando año tras año.
Por abusos o agresiones sexuales de violencia de género también hay en las cárceles 189 hombres, pero una de las cifras más chocantes es que haya 25 reclusos por una falta de violencia de género, una pena que se castiga con multa.
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