Cuando las familias separadas deciden reconstruir sus
vidas junto a una nueva pareja, la cosa se complica. ¿Cómo viven los niños la
llegada de esa nueva persona? ¿Cómo deben actuar los padres para tratar los
conflictos que puede traer esta nueva situación?
Si bien puede resultar
complicado que los niños afronten esta nueva relación, puede resultar
beneficiosos que su padre o madre encuentren de nuevo el amor.
Los niños tienen en mente el papel de padrastro o la
madrastra que aparece en los cuentos infantiles, una figura mala y
conflictiva. Si ya existen problemas para tener una buena relación con nuestros
propios hijos, las complicaciones pueden ser mayores si los hijos vienen de una
relación anterior. Del mismo modo que la madrastra o padrastro no deben
sentirse presionados a aceptar y querer al hijo de otra pareja, los padres no
deben forzar a los niños a aceptar de forma inmediata a la nueva pareja. Para
que tengan un buen desarrollo es necesaria la paciencia y la comprensión. A su
vez, debemos dedicar tiempo para comunicarse y forjar una relación.
Los padres tienen que entender que los niños puedan
rechazar esta nueva pareja, sobre todo cuando ejerce su autoridad. Los niños
pueden ver en esta persona un sustituto, pero no hay que caer en sus
provocaciones, ni forzar a que les acepten rápidamente. Hay que dejar claro el
rol que va a adoptar la nueva pareja, para que los niños no caigan en el error
de pensar que han perdido a su madre/padre biológico. No se trata de ponerse en
el lugar de su padre/madre, sino de aceptar la relación sentimental que les
une. Asimismo, las decisiones más importantes sobre la educación del menor
deben ser consensuadas por los padres separados.
Pero, ¿qué ocurre cuando los 2 miembros tienen hijos
anteriores a la relación?
Es importante dedicar tiempo a que se conozcan y la
relación crezca poco a poco, respetando siempre sus sentimientos. La pareja
tiene que encontrar tiempo para compartir sus aficiones con sus hijos
biológicos. En momentos de discusiones, es normal que los niños se quejen por
ser tratados de diferente forma. Como padres, debemos escuchar los motivos de
su enfado, que sepan que son atendidos y que siguen ocupando un lugar
importante en la nueva situación familiar. Ante todo, se debe tener en cuenta los
sentimientos de los niños, ya que si para el adulto rehacer su vida resulta
complicado, para los niños implica un gran cambio que no siempre es fácil de
asumir.
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