Una revelación de datos judiciales en Gran Bretaña ha sacado a la luz una escalofriante cifra: más de 7.100 madres han visto cómo los servicios sociales tomaban la custodia de un total de 22.790 niños en los últimos 7 años. Se trata sobre todo de mujeres que sufren problemas con el alcohol o las drogas, y que una vez que se quedan sin su primer hijo vuelven a tener otro, una y otra vez.
¿Llevarse a los hijos es la única solución posible?
Cada vez hay más casos de madres a las que la justicia arrebata a sus hijos, Tal y como informaba la BBC hace unos días, 2, 3, 4 y más hijos de una misma madre han pasado a ser custodiados por los servicios sociales. Abuso, negligencia, problemas con las drogas o el alcohol… Estas mujeres (a veces muy jóvenes, la mitad de ellas tenían menos de 24 años cuando perdían la custodia del 1º hijo) volvían a quedar embarazadas sin haber solucionado sus problemas. Y así el ciclo se repetía.
Según la doctora Broadhurst de la Universidad de Manchester y una de las responsables de este análisis, los resultados muestran que el procedimiento que siguen servicios sociales y juzgados de familia debería incorporar opciones como poner los medios para que estas mujeres mejoren su situación. En este sentido, la periodista Diane Taylor advierte en The Guardian que una madre a la que le quitan su hijo puede volver a quedar embarazada como una forma de paliar el trauma y el dolor de la separación.
Los servicios sociales actúan cuando creen tener motivos -o hay denuncia- y los jueces dictan sobre la capacidad de esas madres para cuidar. Y es completamente comprensible que se tomen cartas en el asunto cuando existe un cierto riesgo -o evidencias- sobre el bienestar de los niños. Situaciones de dependencia económica, depresiones, abuso de drogas o embarazos no deseados son algunos de los motivos por los que una persona no consigue ser el padre o la madre “ideal”.
De esta manera, si estamos de acuerdo en que los progenitores deben ser los protectores de la criatura en el momento de convertirse en padres, una sociedad sana no debería permitirse un número tan elevado de mujeres en esa situación.
El abuso de drogas por parte de los padres, en especial de las madres, es un tema de debate intenso también en los Estados Unidos. Los medios vienen señalando hace tiempo que la crisis económica ha supuesto un mayor abuso (de opiáceos y calmantes) entre las mujeres. Además, en la iniciativa “no estatal” han surgido temas como el controvertido Project Prevention, que parte de la base de que una madre que abusa de las drogas y el alcohol será siempre una “mala madre”.
El proyecto -subvencionado por particulares- da dinero a personas con problemas de drogadicción para que se “esterilicen” o entren en programas anticonceptivos de larga duración. Y con la apariencia de un proyecto humanitario lo que promueven es la eugenesia para así evitar la reproducción de ciertas personas.
Afortunadamente, otras iniciativas enfocan el asunto de otro modo. Las personas son casi siempre recuperables y una de éstas, en Reino Unido y bajo el nombre Strengthening Families Project, organiza talleres para mujeres embarazadas en riesgo de perder a su nuevo bebé (cuando ella o su pareja ya ha debido entregar otro hijo en custodia).
En este caso, una matrona y una trabajadora social imparten charlas. Entre otras cosas, dicen que las mujeres aprenden los riesgos que determinados tipos de consumo tienen para el feto en formación. También aprenden a compartirlos e indirectamente a verse menos solas y criminalizadas. ¿Podría ser un modo efectivo para que encuentren la fuerza, se sientan mejor con ellas mismas y de esta forma conserven a sus hijos? No hay duda de que los profesionales de los servicios sociales no pueden permitirse dudar demasiado cuando dentro del hogar existe peligro de maltrato o negligencia hacia los niños.
Porque si las madres y padres son los responsables del bienestar de los hijos, ¿no sería más sensato invertir recursos en mejorar su situación y ayudarles antes de que les quiten a sus niños?
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