26/5/2008 LOS DÍAS VENCIDOS.
Algunos jueces malos
JOAN BARRIL
Algunos jueces malos
JOAN BARRIL
Más o menos cada semana aparecen en la prensa sentencias judiciales que castigan la supuesta mala praxis de algunos profesionales.
También los periodistas somos constreñidos por algún juez a declarar fuentes y otras cosas desagradables.
La ley es una y los administradores de la ley son otros.
Afortunadamente diversos, porque de esas sentencias y de esas actuaciones judiciales se desprende que no hay lugar para el error.
Los médicos de la sanidad pública son uno de los colectivos que más leña reciben de la judicatura. No se trata de denuncias al sistema universal de salud, sino a los profesionales que se encargan de velar por la salud de todos.
A veces las cosas no salen bien.
A menudo hay una comprensible litigiosidad de los contribuyentes.
Y las más de la veces hay una tendencia judicial a considerar que lo importante no es saber quién lleva la razón, sino que las víctimas sean recompensadas con dinero.
Algunos jueces dan por supuesto que el cuerpo humano es perfecto, que la muerte siempre es evitable y que el facultativo ha decidido abrazar su profesión con una frivolidad digna de mejores causas.
En esos juicios a médicos hay mucho prejuicio.
Sin embargo, lo importante es que los familiares de la víctima, que son los que suelen interponer las pertinentes demandas, perciban una cantidad que en algunos casos mitigará la pérdida aun a costa de la inhabilitación de los médicos.
Es un criterio contra el que no me voy a oponer.
Cabe suponer que los médicos han actuado de la mejor manera que sabían y que la muerte de uno de sus pacientes no entraba en sus planes.
También cabe suponer que los jueces han actuado con todo el conocimiento de causa y con el rigor necesario y la aportación de criterios periciales exhaustivos. O sea, que vamos a creer que todo el mundo es bueno y que todo el mundo tiene derecho a equivocarse.
Pero últimamente van aflorando en la pérfida prensa casos de jueces que no solo han cometido una mala praxis judicial sino que han hecho caso omiso a las pruebas, y ahí están los condenados privados de libertad a pesar de los errores procesales cometidos. Afortunadamente, no son muchos, pero la facundia judicial debería someterse a un ejercicio colectivo de humildad.
Porque los jueces no se representan a sí mismos, sino que son la plasmación humana de un valor llamado justicia.Y ahí estamos.
Con el delito de desacato siempre coactivo ante cualquier cosa que implique la duda sobre la actividad humana de juzgar. Así no se mejora un servicio público.
Porque el ciudadano espera de la Administración --también de la Administración de justicia-- que no anteponga sus manuales al sentido común.
Decía el cantante Paolo Conte, que por cierto es abogado, que "todos nos equivocamos como profesionales".
Los profesionales de la justicia no son distintos al resto de profesionales.
Confiamos que cada cual haga su trabajo de la mejor manera.
Pero mientras el juez pone multas a médicos, interroga a periodistas e inhabilita a políticos, ¿qué castigo hay para el juez vago, indolente o testarudo? ¿Alguien pagará las indemnizaciones por un encarcelamiento indebido?
Naturalmente, pero no va a ser el juez negligente, sino nuestros impuestos los que al final harán justicia sobre la justicia ineficiente.
Rajoy
Cuando llegan las termitas a la estatua, el pedestal es lo primero que se hunde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario