sábado, 18 de enero de 2020

Por qué cada vez más parejas deciden vivir cada uno en su casa

Juntos pero no revueltos.
No quieren renunciar a su independencia ni a las ventajas de un compañero sentimental. Se da sobre todo entre parejas divorciadas que no quieren volver a convivir con nadie.
Mª Zuil, 17/01/2020
Sharon y David son novios desde hace 21 años, pero nunca han vivido juntos. Cuando se ven, hacen lo mismo que cualquier pareja: salir a cenar, ver películas juntos, quedar con amigos… Pero nunca discuten sobre quién saca la basura o cómo casar los calcetines. Se ven sobre todo los fines de semana, mientras que de lunes a viernes duermen y hacen vida en sus respectivas casas, a 25 minutos en coche de distancia. “Nos cuidamos y estamos el uno para el otro como cualquier pareja comprometida, en la salud y en la enfermedad. Simplemente, lo hacemos desde direcciones diferentes. No creo que necesites compartir el espacio físico para compartir espacio emocional”, explica Sharon, cineasta canadiense de 57 años.
Son una pareja LAT, acrónimo de ‘living apart together’ (vivir separados juntos), una opción cada vez más extendida en los países desarrollados, como Reino Unido o los países nórdicos, donde se calcula que cerca del 10% de las parejas vive en casas distintas. Una parte de ese porcentaje lo hace por elección: no quieren perder su independencia y espacio, pero tampoco renunciar a las ventajas de tener un compañero sentimental.
No creo que necesites compartir el espacio físico para compartir espacio emocional
Surgen como consecuencia de la desinstitucionalización del matrimonio, la independencia de la mujer y el impacto de las nuevas tecnologías, que no solo han cambiado la forma de conocernos, sino que también han disminuido el impacto de la distancia física”, explica Luis Manuel Ayuso, sociólogo de la Universidad de Málaga, que se encontró con este fenómeno investigando sobre el emparejamiento en personas viudas en España. “Hablaba con mujeres que me decían que ya no querían lavar los calzoncillos de nadie, sino alguien con quien ir a bailar o de crucero, y luego cada uno a su casa”.
En los países donde está más extendido, como Estados Unidos, Francia o Suecia, los estudios apuntan precisamente a que es la gente mayor, viuda o divorciada, la que más prefiere estar junta pero no revuelta, puesto que ya han vivido la experiencia de convivir con alguien. De hecho, en estos países, hasta un 64% de parejas LAT mayores de 60 años están dispuestos a continuar viviendo separados.
De Simone de Beauvoir a Gwyneth Paltrow
La paulatina evolución de las parejas LAT es una consecuencia de la segunda transición demográfica marcada por el control de la fertilidad, los mayores niveles educativos y el aumento de la igualdad. O dicho de otra manera: la forma en que concebimos el amor no tiene nada que ver con cómo lo veíamos hace unas décadas. 
1º fueron los matrimonios sin amor; luego, los matrimonios con amor pero de por vida; más tarde, la cohabitación previa al matrimonio, y, posteriormente, la desinstitucionalización del matrimonio como paso necesario en la trayectoria de una pareja. “Querer es muy subjetivo, pero es que las parejas son cada vez más subjetivas: son tolerados más modos de vida distintos si es lo que cada uno quiere y le funciona, como pasa también con el poliamor o la bisexualidad”, apunta Ayuso.
En España, se calcula que el 8% de las mujeres no vive con su pareja
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