Gijón, el divorcio y Hollywood
El 17 de septiembre de 1932 se estrenaba 'La Divorciada' en el Cine Robledo, edificio emblemático de la c/ Corrida que hace esquina con la c/ Asturias y que los lectores de mi generación siempre recordaremos por el McDonalds que albergaban sus bajos
RAQUEL CUÉTARA, Gijón, Lunes, 21 mayo 2018,
EL COMERCIO ya lo anunció con días de antelación: el sábado, estreno de temporada. Esta era una práctica común para que la gente pudiese ir reservando las entradas, puesto que las películas solían durar solamente unos días en cartelera. El mismo día del estreno este periódico adornó su portada con una fotografía publicitaria de Norma Shearer, su insigne protagonista y «1ª dama» de la Metro-Goldwyn-Mayer (el estudio con más estrellas que el firmamento, decían), por su matrimonio con el legendario productor Irving Thalberg.
Y no se trata de una película cualquiera, no. 'La Divorciada' se estrenó 2 años antes, en 1930, en EE.UU (si, las películas tardaban un poco en llegar aquí) rodeada de polémica por lo escandaloso de su contenido. La publicidad de la película en su tierra natal se apoyaba en esto y llenó los periódicos y revistas cinematográficas con frases como «¿por qué se perdona la infidelidad al marido pero no a la mujer?».
Y es que la película gira en torno a Jerry, una mujer de carrera que, al enterarse que su marido le ha sido infiel, decide «equilibrar la balanza»; cuando se lo comunica a este, él la abandona y se divorcian. No les destriparé lo que pasa durante el resto de película, tranquilos. El caso es que, ante semejante material, diversas asociaciones -algunas con pintoresco nombre como La Liga de la Decencia- pusieron el grito en el cielo y llamaron a boicotear la película y a censurarla.
No sería cosa de una sola película: durante los años 1929-34 se produce lo que se ha venido a llamar cine pre-código, es decir, previo al código Hays de censura (1934-67), un código adoptado por las propias productoras de cine para evitar la censura por parte del Estado y que estaría vigente hasta 1967, año en que se adopta el sistema de calificación por edades aún vigente hoy en día en EE.UU. En realidad, el código existe durante estos años; simplemente los estudios de cine no le hacen prácticamente ni el más mínimo caso (es lo que tiene producir películas durante la Gran Depresión, que tienes que atraer al público al cine como sea, y resulta que lo que la gente quería ver eran este tipo de películas) y gracias a eso tenemos unos cuantos años de gloriosas películas, que parecerían modernas hoy en día si no fuera porque sobre todo las primeras adolecen de una serie de problemas, como cierta teatralidad.
Con la Ley del Divorcio aprobada hace unos meses, 'La Divorciada' no puede llegar a Gijón, y a todo el país, en mejor momento. Tras días de acalorados debates en el Parlamento, que EL COMERCIO recoge en aquellos días, el divorcio se hacía legal en España en marzo de 1932, durante el bienio progresista de la II República Española, acompañado por supuesto de gran revuelo. El tema debió seguir dando guerra tiempo después, pues unos meses más tarde, en este mismo periódico, Cayetano Triviño se encontraba «muy preocupado» ante los nuevos términos en el registro civil, sobre todo porque las mujeres pudieran casarse 2, 3 y hasta 100 veces, y cómo se reflejaría eso en el registro y en la cédula de vecindad (no parecía preocuparle de igual manera lo que hicieran los hombres, al parecer). Por supuesto quienes se encargan de publicitar «La Divorciada» no son ajenos a un tema tan candente y de actualidad, así que decide aprovecharlo: en los anuncios se exhortaba a la gente a ir a verla, para poder ver un ejemplo «que nos presentan los americanos», como decía EL COMERCIO el mismo día del estreno. Se anima sobre todo a ir a las mujeres, como parte de su «educación» como mujeres modernas. Este recurso será muy utilizado con muchas otras películas de la época.
Al coincidir esos años de cine pre-código con la época de la II República, muchas de ellas pudieron estrenarse sin mayor problema en nuestro país. Unos años antes, y sobre todo unos años más tarde, hubiese sido imposible asistir al estreno de películas como 'Una mujer para Dos' (Ernst Lubitsch, 1933), una comedia en la que Miriam Hopkins no se decide a elegir entre 2 hombres a los que quiere y decide quedarse con los 2 (y ellos tan felices con el arreglo), o 'Carita de Ángel' (Alfred E. Green, 1933), donde Barbara Stanwyck, ex-prostituta, decide ascender en la pirámide empresarial teniendo relaciones con todos sus jefes (y no se la castiga por ello), o 'Hembra' (Michael Curtiz, 1933), donde Ruth Chatterton es la directora de una fábrica de automóviles, que dirige con mano de hierro, y que además usa como coto personal de caza para surtirse de amantes. Y no se crean que el tema quedó ahí: la influencia de estas y otras películas, sobre todo los musicales, pueden observarse claramente en películas hechas en España durante la época, como 'Susana tiene un secreto' (Benito Perojo, 1933) o '¡Abajo los hombres!' (José María Castellví, 1935). La tendencia continuará durante la guerra y, con el país dividido, en la zona republicana se producirán películas como 'Nuestro Culpable' (Fernando Mignoni, 1938), que bebe directamente de obras como 'Vampiresas de 1933' o la durante mucho tiempo perdida 'Carne de Fieras' (Armand Guerra, 1936), con un desnudo femenino imposible para aquellos años.
No sería cosa de una sola película: durante los años 1929-34 se produce lo que se ha venido a llamar cine pre-código, es decir, previo al código Hays de censura (1934-67), un código adoptado por las propias productoras de cine para evitar la censura por parte del Estado y que estaría vigente hasta 1967, año en que se adopta el sistema de calificación por edades aún vigente hoy en día en EE.UU. En realidad, el código existe durante estos años; simplemente los estudios de cine no le hacen prácticamente ni el más mínimo caso (es lo que tiene producir películas durante la Gran Depresión, que tienes que atraer al público al cine como sea, y resulta que lo que la gente quería ver eran este tipo de películas) y gracias a eso tenemos unos cuantos años de gloriosas películas, que parecerían modernas hoy en día si no fuera porque sobre todo las primeras adolecen de una serie de problemas, como cierta teatralidad.
Con la Ley del Divorcio aprobada hace unos meses, 'La Divorciada' no puede llegar a Gijón, y a todo el país, en mejor momento. Tras días de acalorados debates en el Parlamento, que EL COMERCIO recoge en aquellos días, el divorcio se hacía legal en España en marzo de 1932, durante el bienio progresista de la II República Española, acompañado por supuesto de gran revuelo. El tema debió seguir dando guerra tiempo después, pues unos meses más tarde, en este mismo periódico, Cayetano Triviño se encontraba «muy preocupado» ante los nuevos términos en el registro civil, sobre todo porque las mujeres pudieran casarse 2, 3 y hasta 100 veces, y cómo se reflejaría eso en el registro y en la cédula de vecindad (no parecía preocuparle de igual manera lo que hicieran los hombres, al parecer). Por supuesto quienes se encargan de publicitar «La Divorciada» no son ajenos a un tema tan candente y de actualidad, así que decide aprovecharlo: en los anuncios se exhortaba a la gente a ir a verla, para poder ver un ejemplo «que nos presentan los americanos», como decía EL COMERCIO el mismo día del estreno. Se anima sobre todo a ir a las mujeres, como parte de su «educación» como mujeres modernas. Este recurso será muy utilizado con muchas otras películas de la época.
Al coincidir esos años de cine pre-código con la época de la II República, muchas de ellas pudieron estrenarse sin mayor problema en nuestro país. Unos años antes, y sobre todo unos años más tarde, hubiese sido imposible asistir al estreno de películas como 'Una mujer para Dos' (Ernst Lubitsch, 1933), una comedia en la que Miriam Hopkins no se decide a elegir entre 2 hombres a los que quiere y decide quedarse con los 2 (y ellos tan felices con el arreglo), o 'Carita de Ángel' (Alfred E. Green, 1933), donde Barbara Stanwyck, ex-prostituta, decide ascender en la pirámide empresarial teniendo relaciones con todos sus jefes (y no se la castiga por ello), o 'Hembra' (Michael Curtiz, 1933), donde Ruth Chatterton es la directora de una fábrica de automóviles, que dirige con mano de hierro, y que además usa como coto personal de caza para surtirse de amantes. Y no se crean que el tema quedó ahí: la influencia de estas y otras películas, sobre todo los musicales, pueden observarse claramente en películas hechas en España durante la época, como 'Susana tiene un secreto' (Benito Perojo, 1933) o '¡Abajo los hombres!' (José María Castellví, 1935). La tendencia continuará durante la guerra y, con el país dividido, en la zona republicana se producirán películas como 'Nuestro Culpable' (Fernando Mignoni, 1938), que bebe directamente de obras como 'Vampiresas de 1933' o la durante mucho tiempo perdida 'Carne de Fieras' (Armand Guerra, 1936), con un desnudo femenino imposible para aquellos años.
No creo que haga mucha falta añadir que estas películas son diametralmente opuestas a las que se producen en la zona sublevada.
Pasó el tiempo y la etapa pre-código llegó a su fin en junio de 1934. Muchas de las películas hechas durante estos años fueron olvidadas, pues bajo el estricto nuevo código no podían ni emitirse por televisión. No sería hasta época reciente, con las reposiciones en la televisión por cable y las reediciones en DVD, cuando volvieran a ver la luz.
Pasó el tiempo y la etapa pre-código llegó a su fin en junio de 1934. Muchas de las películas hechas durante estos años fueron olvidadas, pues bajo el estricto nuevo código no podían ni emitirse por televisión. No sería hasta época reciente, con las reposiciones en la televisión por cable y las reediciones en DVD, cuando volvieran a ver la luz.
¡Qué afortunados quienes pudieron ir al Robledo, a Los Campos o al Dindurra a verlas!
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