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Diariolatorre. 25/11/2009
Entrevista a Inmaculada Marín, experta en mediación familiar y letrada del Tribunal de la Rota. "Sigue produciéndose un alarmante número de muertes, lesiones y vejaciones a mujeres. En los últimos años, además, algunos agresores se suicidan tras atentar contra su mujer o pareja".
¿Cuál es tu ocupación exacta?
Soy abogada. Trabajo en un despacho integrado por varios profesionales que abordamos de forma integral todas las áreas del derecho, con vocación de asesoramiento y ayuda en cualquier conflicto que se plantea a la familia.
Soy también experta en mediación familiar y letrado rotal.
Personalmente, desde el inicio de mi andadura profesional, me dedico -en exclusiva- al Derecho de Familia, por lo que he ido ampliando mi formación para adaptarla a las peticiones o necesidades de las personas a quienes atiendo.
De ahí que me haya ido integrando en casi todas las asociaciones que se dedican al estudio y formación de esta materia.
Concretamente el tema de la violencia me ha preocupado desde mi infancia, pues crecí en un pequeño pueblo en el que no era raro que las borracheras de algunos hombres fueran seguidas de palizas a sus mujeres e hijos.
En mi corta edad no podía entender por qué lo soportaban, preguntaba mucho (debía ser ya un rasgo claro de mi carácter) pero la respuesta de mis padres siempre fue la misma "¿qué puede hacer, a donde va a ir con sus hijos y sin dinero?.
Ves, por eso tienes que estudiar. Ten claro que debes tener la preparación para poder elegir qué hacer en la vida, sin depender de nadie".
Cuando crecí, vi que además había que hacer algo más por cambiar aquello...
Por esa razón realicé el Iº curso que se ofreció en mi colegio profesional sobre maltrato a la mujer, tras el que me incorporé a la Comisión Mujer y Derecho del Colegio de Abogados de Málaga, que, cuando aun no existía la Ley integral, luchaba por la regulación y protección de la mujer maltratada.
Asimismo colaboré, como defensora judicial, durante años, en el Juzgado encargado de las incapacidades en Málaga.
Hasta hace unos meses pertenecí a la Comisión de Relaciones con la Administración de Justicia del Colegio de Abogados y en la actualidad pertenezco a la Sección de Mediación del mismo Colegio.
Soy además secretaría de la Delegación en Málaga de la Asociación de Abogados de Familia.
A pesar de todo ello, quiero dejar claro que las respuestas que de a las preguntas que me formules serán la expresión de mi criterio personal y mi experiencia profesional y no representan el criterio de las instituciones en que estoy integrada.
¿Qué supuso la entrada en vigor de la Ley de Violencia de Género en cuanto a condenas, seguimientos y acciones con respecto a la legislación anterior?
Una reforma integral y plena del concepto de protección a la mujer víctima de violencia machista. Se consideraron delitos acciones que antes eran simples faltas, o que incluso quedaban sin pena, porque a partir de su entrada en vigor se rechazan los actos violentos contra la mujer con independencia de su gravedad y reiteración. Por primera vez se abordaba, desde todas las perspectivas, la regulación de este grave problema.
Pero la principal novedad, tan aplaudida por algunos, como criticada por otros, fue la acumulación en el mismo juzgado, el de Violencia sobre la Mujer, del proceso penal y del civil (o de familia), en su caso.
El desarrollo de la ley, sin embargo, no está resultando tan exitoso como se pretendía.
La falta de recursos, por un lado, dificulta su aplicación práctica, y el uso inadecuado que a veces se hace de la misma, por otro, hace que se contemple como injusta, en muchos casos.
¿Sigue creciendo el número de agresiones por violencia de género o ya disminuye?
Sigue produciéndose un alarmante número de muertes, lesiones y vejaciones a mujeres.
En los últimos años, además, algunos agresores se suicidan tras atentar contra su mujer o pareja.
Lo dramático de la actual situación es que, pese a todos los intentos y esfuerzos, hay un considerable aumento de la violencia en general y concretamente de la que se manifiesta en ámbitos tradicionalmente "seguros" como la familia y el colegio.
En el entorno familiar tiene diversas manifestaciones y efectos, no sólo en la mujer, sino también sobre los miembros más desprotegidos de la familia: personas dependientes, ancianos y menores, a los que esta ley integral también proteje.
Continúan muriendo mujeres, aumentan las agresiones de los hijos/as a sus progenitores de forma claramente alarmante y se producen claras manipulaciones de los hijos por parte de sus progenitores, otra forma de maltrato que no podemos ignorar.
En el entorno escolar ya no nos extrañan las noticias de las agresiones o faltas de respeto de los menores a los profesores y/o compañeros.
¿A qué es debido?
Creo que no se disponen aun de medios humanos y materiales suficientes para protejer a todas las mujeres que denuncian malos tratos.
Algunas, incluso, jamás han denunciado su situación.
Otras creen que si lo hacen, ni la justicia, ni nadie, podrá garantizarles su integridad.
Otras ignoran las medidas protectoras que se han acordado, para dar otra oportunidad a su agresor...
¿No funcionan las medidas del gobierno como los juzgados dedicados a esto y las campañas sociales?
No lo hacen con la rapidez y eficacia que sería necesaria para garantizar el resultado.
¿Existe discriminación hacia el hombre para proteger a la mujer o la Ley trata a ambos por igual?
Sí existe.
La nueva regulación asumió el criterio de la discriminación llamada "positiva", porque trata de paliar la situación de inferioridad, respecto al hombre, en que se encuentra la mujer que sufre violencia de quien es o ha sido su pareja o esposo.
La gravedad de las agresiones sufridas por las mujeres y el gran número de víctimas femeninas justificaron esa discriminación.
Yo, sin embargo, no puedo entender que ninguna discriminación pueda ser buena.
Ni creo positivo, para la propia mujer, tras tantos años de lucha por el reconocimiento de sus derechos y la igualdad, que una ley declare, de forma general, su posición de inferioridad respecto al hombre y, por ello, su necesidad de ser sobre - protegida para repeler su agresión.
Creo que son las personas, todas las personas que se encuentren en situación concreta de inferioridad respecto a su agresor/a las que deben ser protegidas por la ley, pero de forma eficaz.
Quizá, según comentan clientes, compañeros y amigos, sea esa discriminación la que provoca el mayor rechazo social a esta ley.
Hemos de tener en cuenta que la mujer es también madre, hermana y amiga de hombres y de ella misma surge el rechazo.
Creo que no me equivoco al pensar que hoy en día existe una conciencia generalizada de rechazo a la violencia, que aumenta cuando esta se ejerce sobre a una persona sin posibilidad de reacción o defensa.
Y creo también que todos estamos de acuerdo en la necesidad de garantizar la protección de estas personas.
Lo que no parece tan aceptado y creíble es que, en todos los casos, la mujer, por el hecho de serlo, carezca de esa capacidad de reacción que deba ser suplida desplegando una protección tan desventajosa para el hombre.
Es más, para muchas mujeres, es casi ofensivo que se parta del reconocimiento de su incapacidad de autodefensa, sin matices.
¿Se dan casos de mujeres que utilizan denuncias por presuntas agresiones para perjudicar a sus maridos?
Hay de todo.
Mujeres que pese a todos los protocolos y medidas de seguridad terminan muertas y mujeres que usan las posibilidades que les brinda esta ley para obtener unas medidas complementarias a su ruptura de pareja, separación o divorcio más rápidas o beneficiosas a sus intereses.
Piensa que cuando una mujer interpone una denuncia, por ejemplo, por amenazas recibidas de su esposo o pareja, podrá, entre otras cosas, conseguir, casi inmediatamente, una orden de alejamiento de su "agresor" lo que conlleva que, de momento, ha logrado que su "ex" salga del domicilio y no vuelva a él.
Por otro lado, la ley excluye la posibilidad de aplicar la mediación en estos conflictos y la guarda y custodia compartida de los hijos...
Aunque no me atrevería a asegurar que lo hacen con la intención de perjudicar a sus maridos, sí se constata, bastantes veces, que usan la ley para fines distintos a aquellos que urgieron su promulgación.
Estos casos, además de provocar graves e irreparables perjuicios al "presunto agresor" e incluso a los hijos, limitan y colapsan los recursos existentes para que puedan ser usados con rapidez por aquellas otras mujeres que son verdaderamente maltratadas y a las que también hacen flaco favor.
¿Hay una predisposición a condenar al hombre?
Volvemos a encontrarnos con el problema que hemos abordado antes.
No es tanto que haya predisposición a condenar, como que hay predisposición a proteger a la mujer y a considerar condenable cualquier provocación e insulto que ésta reciba de su pareja, hombre.
Por otro lado, creo que los juzgados disponen de pocos medios desde el inicio de la investigación.
¿Qué crees a tu parecer que debería hacerse en el futuro para evitar agresiones e injusticias?
Creo que se trata de un problema difícil y complejo que necesita de medidas educativas, de reformas jurisdiccionales, económicas y de tiempo, traducido en generaciones, para corregirse.
Entre las primeras considero prioritario partir de la necesidad de inculcar, desde la infancia, unos criterios educativos de asunción de responsabilidades iguales en ambos sexos, haciendo que los niños/as asuman las consecuencias de sus actos, tanto positivas, como negativas, sin esperar una diferente protección o calificación, por ser hombre o mujer.
Que se fomente la preparación cultural y la formación personal en atención a las necesidades y capacidades de la persona, con independencia de su sexo.
Creo que debe generalizarse la repulsa a las expresiones violentas y peyorativas desde la infancia, vengan del sexo que vengan.
Es absolutamente necesario que ambos progenitores comprendan que sus hijos tiene derecho al amor y respeto de y a sus padres, a ambos, y que ninguno de ellos puede hacerlo aliado en sus propias disputas contra el otro.
Ello los hará conscientes de que no pueden "usarlos" cuando les convengan, porque no encontrarán apoyo para esa actitud.
Entre las segundas considero que debería crearse la, tan demandada, jurisdicción de familia, que abarcara todos y cada uno de los conflictos que hoy se tratan de forma dispersa y diferente, creando discriminaciones entre la justicia especializada que se brinda por juzgados de familia y la justicia que han de dar los juzgados civiles, incluso mixtos, que no cuentan con los medios básicos y necesarios para ejercerla.
Que debería también asumir la competencia de los casos de violencia familiar.
Que se deberían crear órganos específicos para atender procedimientos rápidos (verdaderamente rápidos) para dictar medidas urgentes o provisionales, lo que evitaría muchas de las discusiones que se provocan en los últimos momentos de convivencia y que se usaran los Juzgados de Violencia a esos fines.
Creo que debería empezar a estudiarse e implantarse la guarda y custodia como un sistema de corresponsabilidad de ambos progenitores para con sus hijos en todos los sentidos, no sólo a nivel teórico, lo que supondría una distribución equitativa de tiempos, posibilidades y bienes...
Creo, en fin, en la plena igualdad del hombre y la mujer, porque considero que solo así, se puede evitar el maltrato, o, en su caso, tener capacidad para rechazarlo.
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