domingo, 2 de mayo de 2010

Islandia: la buena vida tras la ruptura de la pareja

http://www.elpais.com/articulo/portada/buena/vida/elpepuint/20080406elpepspor_7/Tes

REPORTAJE: ISLANDIA, La buena vida

JOHN CARLIN 06/04/2008
Aislamiento. Frío. Naturaleza hostil. Los islandeses han hecho frente a sus problemas.
Hoy son los seres humanos más felices, y su país, el lugar donde mejor se vive del mundo.
Ellos mismos explican por qué.

El índice de natalidad más elevado de Europa + la mayor tasa de divorcios + el mayor porcentaje de mujeres que trabajan fuera de casa = el mejor país del mundo para vivir.
Hay algo que tiene que estar mal en esta ecuación.
Si se unen esos tres factores –montones de hijos, hogares rotos, madres ausentes–, el resultado tiene que ser la receta para la miseria y el caos social.

Pues no. Islandia, el bloque de lava subártico al que se refieren estas estadísticas, encabeza las últimas clasificaciones del Índice de Desarrollo Humano del PNUD, lo cual significa que, como sociedad y como economía –en relación con la riqueza, la sanidad y la educación–, es el mejor lugar del mundo.
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Oddny Sturludóttir, una mujer de 31 años con 2 hijos, me contó que tenía una buena amiga de 25 con 3 hijos de un hombre que acababa de abandonarla.
“Pero no tiene ninguna sensación de crisis”, dijo Oddny.
“Está preparándose para seguir adelante con su vida y su carrera con una actitud perfectamente optimista”.
La respuesta a la pregunta de por qué la amiga no piensa que sea una crisis lo que cualquier mujer de cualquier parte del mundo occidental consideraría una catástrofe ayuda a explicar por qué los 313.000 habitantes de Islandia son tan sensatos, alegres y triunfadores.

Existen, eso sí, otros factores más visibles.
Los datos son abundantes: el país con la sexta renta per cápita del mundo; en el que la gente compra más libros; en el que la expectativa de vida para los hombres es la más larga del mundo, y para las mujeres está entre las más altas; el único país de la OTAN que no tiene Fuerzas Armadas (se prohibieron hace 700 años); (...) y así sucesivamente.

Pero ninguna de estas cosas sería posible sin la sólida seguridad en sí mismos que define a los islandeses, y que, a su vez, nace de una sociedad que está culturalmente orientada –como prioridad absoluta– a educar niños sanos y felices, con todos los padres y madres que sea.

En gran parte es herencia de sus antepasados vikingos, cuyos hombres se dedicaban sin reparos a saquear y violar, pero, al menos, tenían la coherencia moral de no mostrarse celosos por las aventuras de sus esposas, unas mujeres que se encargaban de alimentar a la familia en la dureza de tundra de esta isla del Atlántico norte mientras los maridos se iban de exploraciones por el mundo durante años.

Como me explicó una abuela con varios nietos en mi primera visita a Islandia, hace 2 años, “los vikingos se iban a otros países, y las mujeres eran las que mandaban y tenían hijos con los esclavos, y cuando los vikingos regresaban, los aceptaban con un espíritu de cuantos más, mejor”.
Oddny –una pianista esbelta y atractiva que habla alemán con fluidez, traduce libros del inglés al islandés y es concejal en la capital, Reikiavik– es un ejemplo contemporáneo de lo mismo.
Hace 5 años, cuando estudiaba en Stuttgart, se quedó embarazada de un alemán.
Durante el embarazo rompió con él y volvió a juntarse con un viejo amor, un prolífico escritor y pintor islandés llamado Hallgrimur Helgason.
Los 2 volvieron a Islandia a vivir juntos con el recién nacido y posteriormente tuvieron una hija en común.

Hallgrimur adora a los 2 niños, pero Oddny cree importante que su hijo mayor conserve una relación estrecha con su padre biológico.
Así que, de forma habitual, el alemán va a Islandia y se aloja en casa de Oddny y Hallgrimur 1 o 2 semanas.
“Las familias hechas de retazos son una tradición aquí”, explica Oddny, que no ha ido a trabajar y está en casa esta mañana de jueves para cuidar de su hija pequeña, a la que le duele el oído.
“Es normal que las mujeres tengan hijos con más de un hombre. Pero todos son familia”.

El caso de Oddny no es nada atípico.
Cuando llega el cumpleaños de un niño no sólo acuden a la fiesta las distintas parejas de padres, sino también todos los abuelos, y flotas enteras de tíos y tías.
(...)
.... significa que son personas prácticas y que van al grano.

Y eso significa, a su vez, montones de divorcios.
“No es algo de lo que estar orgullosos”, dice Oddny, con una sonrisa, “pero el caso es que los islandeses no se aferran a relaciones que van mal. Se van”.
Y el motivo por el que pueden hacerlo es que la sociedad, empezando por los padres, no les estigmatiza.
El incentivo de “permanecer juntos por los niños” no existe.
Los niños van a estar estupendamente porque toda la familia se unirá a su alrededor, y lo más probable es que los padres sigan teniendo una relación civilizada, basada en la decisión, normalmente automática, de que la custodia de los hijos va a ser compartida.

La comodidad de saber que, pase lo que pase, el futuro de los hijos está asegurado explica también por qué las mujeres islandesas, pese a ser tan modernas (Islandia eligió a la primera mujer presidenta del mundo, una madre soltera, hace 28 años), persisten en la vieja costumbre de tener hijos cuando son muy jóvenes.
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Sobre todo porque, cuando una persona está trabajando, el Estado le da 9 meses de permiso por hijos remunerado, que pueden repartirse entre el padre y la madre como les parezca.
“Eso quiere decir que los empresarios saben que un empleado varón tiene tantas probabilidades como una empleada mujer de acogerse a una baja para cuidar del niño”, explica Svafa (se pronuncia Suava) Gronfeldt, rectora de la Universidad de Reikiavik y antes alta ejecutiva.

“El permiso de paternidad marcó el punto de inflexión para la igualdad de la mujer en este país”.
Svafa ha aprovechado la oportunidad plenamente.
Con su 1º hijo utilizó ella la mayor parte del permiso, y con el 2º fue su marido.
“Yo estaba en un trabajo con el que tenía que viajar 300 días al año”, explica.
Tuvo dudas, pero quedaron paliadas, en parte, con la seguridad de que su marido estaba en casa, y en parte, con la maravillosa educación pública que ofrece Islandia, y que empieza por las guarderías de jornada completa, hasta tal punto que las escuelas privadas son prácticamente inexistentes.

“El 99% de los niños, tanto si sus padres son fontaneros como multimillonarios, acuden al sistema estatal”, dice Svafa. (.....)

“No sólo hay que ser duro, sino imaginativo, para sobrevivir aquí”, dice Svafa.
“Si uno no usa la imaginación está acabado; si se queda quieto, se muere”.
Como demostraron los vikingos, parte de esa imaginación consiste en salir al mundo. (....)

“Creo que hemos combinado lo mejor de Europa y lo mejor de Estados Unidos, el sistema de bienestar nórdico con el espíritu empresarial norteamericano”, explica, y subraya que Islandia, a diferencia de los demás países nórdicos, tiene unos impuestos, tanto personales como de sociedades, excepcionalmente bajos. (....)

Y al mismo tiempo ofrecen, además de una educación gratuita de primera categoría, una sanidad de primera categoría, hasta el punto de que la medicina privada en Islandia se reduce sobre todo a servicios de lujo como la cirugía estética. (....)

El éxito especialmente espectacular de Islandia procede de esa capacidad de trabajo de la que Dagur es un ejemplo, además de la necesidad de ser creativos de la que hablaba Svafa, más una fe típicamente estadounidense en que las grandes ideas se pueden hacer realidad.
“Muchos de nosotros hemos vivido y estudiado en Estados Unidos”, dice Geir Haarde, “y lo que hemos aprendido de ellos, además de descubrir que lo compartimos de forma natural, es esa actitud de que todo es posible, de que si trabajamos duro es posible hacer cualquier cosa”.

(...) Ha trabajado jornadas de 16 horas toda su vida para alimentar decentemente a su familia, e incluso se construyó su propia casa de 2 pisos; la empezó en 1958 y la terminó en 1966. Hoy tiene todo su tiempo ocupado con el cuidado de su mujer inválida. Lo bueno es que recibe dinero del Estado a cambio, y ésa es una buena razón –apoyada en la cultura de la cohesión familiar– por la que la mayoría de la gente mayor en Islandia no vive en residencias, sino en casa.

(....) Los niños tienen entre 6 y 16 años, y todas las aulas, que visitamos por sorpresa, eran una imagen de laboriosidad controlada y alegre.
Además de la amplia variedad de asignaturas obligatorias para todos, desde cocina hasta carpintería, pasando por las tradicionales, lo que más me sorprendió fue la forma tan imaginativa de enseñar y la estrecha relación de los profesores con los padres.

Un método que se utiliza con los más pequeños es explicar la historia y la ciencia a través del teatro.
Por ejemplo, para aprender la historia de los primeros colonos que salieron de Noruega en 847, los niños representan los papeles de esos colonos y luego tratan de imaginar cómo pudieron navegar hasta Islandia guiándose por el sol y las estrellas y cómo lograron sobrevivir al llegar a las áridas rocas de la isla.
También se utiliza el teatro en las clases de biología, en las que los niños hacen de corazón, pulmones, riñones y corpúsculos sanguíneos.

En cuanto a los padres, hay un miembro del claustro cuya función es recopilar los datos detallados de los ejercicios de valoración internos que se hacen para garantizar que el colegio mantiene un buen nivel.
Después de consultas con los alumnos, profesores y padres, se evalúa el progreso en todos los aspectos, desde la calidad de la enseñanza de las matemáticas hasta la opinión de los alumnos sobre los edificios en los que está el colegio.
Toda esa información está siempre a disposición de los padres en Internet.

“La filosofía en la que se basa todo lo que hacemos”, dice Asgeir, “es que debemos estimular a los niños con unos fundamentos educativos amplios, enseñarles en un ambiente cálido y creativo en el que se respeta a todo el mundo por igual. Todos son iguales”. (....)

En general, todos los profesores tienen la oportunidad de tomarse un año sabático, completamente remunerado, para estudiar un tema de su elección.
Si el abejorro vuela, si Islandia es el mejor lugar del mundo para vivir y uno de los más ricos, es por cómo los Gobiernos han añadido políticas progresistas y sensatas, como la educativa, a la materia prima humana de la isla, fuerte, pragmática e imaginativa. (...)

Entonces le dije que veía en Islandia una cualidad africana de la que el resto de Europa carece. Son las estructuras familiares “a retazos” de las que me hablaba Oddny.
La sensación de que, independientemente de que el padre viva en el mismo hogar o la madre esté fuera trabajando, los niños pertenecen y se consideran pertenecientes a la familia en sentido amplio, la aldea.
A Svafa le gustó la idea. “¡Sí!”, respondió la ejecutiva. “¡También somos africanos!”.
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