miércoles, 21 de enero de 2015

En España mueren por suicidio 10 personas al día

Rocío Gil Grande | Madrid/19-01-2015


Muy concienciado con la sociedad actual y sus efectos en la población, Jerónimo Saiz Ruiz, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid), se muestra crítico. (....)
En España se ha triplicado el consumo de antidepresivos en los últimos 13 años, según el informe de la AEMPS. ¿Qué supone este dato para la salud de la población?
En 1º lugar, quiero llamar la atención sobre el hecho de que la depresión como enfermedad es un problema de salud pública de 1º orden, que produce enormes dosis de incapacidad, de sufrimiento para las personas que lo sufren y para su entorno. Es una enfermedad que tiene una repercusión económica muy importante en pérdida de horas laborales, en gastos directos e indirectos y que en los casos más graves puede llevar al suicidio. En España mueren por suicidio 10 personas al día y parece que es algo que no se concibe. En un fin de semana, por ejemplo, en el que hay 4 muertos en la carretera, en el telediario lo ponen a toda pastilla. Pero esto (los suicidios) es una realidad ignorada.
Otro aspecto es que la depresión es difícil de detectar y hay muchos enfermos que no llegan a ser diagnosticados ni, por tanto, tratados y algunos otros llegan muy tarde al tratamiento, o no lo hacen bien. Se da la paradoja que hay un consumo numérico de dosis de antidepresivos muy grande, pero en el otro lado hay un número de enfermos depresivos no tratados. (.....)
Una de las evidencias es que el consumo de antidepresivos es mucho mayor en mujeres (14,4%) que en hombres (6,2%). ¿Por qué?
Hay muchas explicaciones. Desde el punto de vista biológico, la mujer está sometida a una serie de variaciones en el equilibrio hormonal, empezando por la menstruación, y no digamos nada de los embarazos; realmente el postparto es el desencadenante de depresión más potente que existe.
Por otra parte, hay todo un ciclo de explicaciones culturales, sociológicas y psicológicas. La mujer, en el contexto de la sociedad en la que vivimos, se ve obligada a mantener un rol muy exigente en muchos ámbitos. El doméstico, donde todavía se la concibe como cuidadora y responsable. En el laboral, en el que compite en igualdad de condiciones teóricas, pero en desigualdad real con sus colegas varones, por tener una carrera profesional brillante y activa. Y en el terreno afectivo en el que además de ser madre, debe ser perfecta, debe ser una pareja atractiva. Hasta qué punto una niña de catorce años le preocupa tener un cuerpo perfecto y no engordar y no tener cartucheras. En definitiva, que para la mujer al final el cuerpo se vive como un delito y eso crea fuente de exigencia, de sacrificio.
¿Qué es lo que ocurre en el caso de los hombres?
Las mujeres son más expresivas emocionalmente. Popularmente a los niños varones se les dice que los niños no lloran, con lo que aprenden desde muy pequeños a controlar o a no expresar sus sentimientos. 
Entonces, quizá el exceso en frecuencia de depresión que se produce en la mujer se compensa con el exceso en frecuencia del alcoholismo y toxicomanía en el hombre.


"En España mueren por suicidio 10 personas al día"


19-01-2015
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Rocío Gil Grande | Madrid

Muy concienciado con la sociedad actual y sus efectos en la población, Jerónimo Saiz Ruiz, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid), se muestra crítico. Este psiquiatra de referencia, que además es catedrático de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), en una entrevista a ConSalud.es habla de los últimos datos del Ministerio de Sanidad sobre el aumento de antidepresivos y del gran problema, ignorado en muchos casos, que supone la depresión en nuestro país.

En España se ha triplicado el consumo de antidepresivos en los últimos 13 años, según el informe de la AEMPS. ¿Qué supone este dato para la salud de la población?

En primer lugar, quiero llamar la atención sobre el hecho de que la depresión como enfermedad es un problema de salud pública de primer orden, que produce enormes dosis de incapacidad, de sufrimiento para las personas que lo sufren y para su entorno. Es una enfermedad que tiene una repercusión económica muy importante en pérdida de horas laborales, en gastos directos e indirectos y que en los casos más graves puede llevar al suicidio. En España mueren por suicidio diez personas al día y parece que es algo que no se concibe. En un fin de semana, por ejemplo, en el que hay cuatro muertos en la carretera, en el telediario lo ponen a toda pastilla. Pero esto (los suicidios) es una realidad ignorada.

Otro aspecto es que la depresión es difícil de detectar y hay muchos enfermos que no llegan a ser diagnosticados ni, por tanto, tratados y algunos otros llegan muy tarde al tratamiento, o no lo hacen bien. Se da la paradoja que hay un consumo numérico de dosis de antidepresivos muy grande, pero en el otro lado hay un número de enfermos depresivos no tratados.

Los datos muestran un aumento exponencial del consumo de estos medicamentos a partir de 2008, ¿Está relacionada la crisis económica en España con los casos de depresión y de consumo?

No se puede descartar. En 2007 no había crisis. Es una hipótesis, pero también había crisis en el resto de Europa. Yo creo que en el proceso en el que se consumen antidepresivos seguramente la depresión influye poco. Es decir, que estamos hablando de prescripciones que tienen que ver con patologías que muchas veces están más relacionadas con la ansiedad, con el estrés e incluso con síntomas funcionales, ya que también estos medicamentos tienen otras indicaciones. De hecho, algunos se utilizan también en el dolor neuropático, la incontinencia urinaria, etc.. Es difícil tener una interpretación sencilla de las razones.

Una de las evidencias es que el consumo de antidepresivos es mucho mayor en mujeres (14,4%) que en hombres (6,2%). ¿Por qué?

Hay muchas explicaciones. Desde el punto de vista biológico, la mujer está sometida a una serie de variaciones en el equilibrio hormonal, empezando por la menstruación, y no digamos nada de los embarazos; realmente el postparto es el desencadenante de depresión más potente que existe.

Por otra parte, hay todo un ciclo de explicaciones culturales, sociológicas y psicológicas. La mujer, en el contexto de la sociedad en la que vivimos, se ve obligada a mantener un rol muy exigente en muchos ámbitos. El doméstico, donde todavía se la concibe como cuidadora y responsable. En el laboral, en el que compite en igualdad de condiciones teóricas, pero en desigualdad real con sus colegas varones, por tener una carrera profesional brillante y activa. Y en el terreno afectivo en el que además de ser madre, debe ser perfecta, debe ser una pareja atractiva. Hasta qué punto una niña de catorce años le preocupa tener un cuerpo perfecto y no engordar y no tener cartucheras. En definitiva, que para la mujer al final el cuerpo se vive como un delito y eso crea fuente de exigencia, de sacrificio.

¿Qué es lo que ocurre en el caso de los hombres?

Las mujeres son más expresivas emocionalmente. Popularmente a los niños varones se les dice que los niños no lloran, con lo que aprenden desde muy pequeños a controlar o a no expresar sus sentimientos. Entonces, quizá el exceso en frecuencia de depresión que se produce en la mujer se compensa con el exceso en frecuencia del alcoholismo y toxicomanía en el hombre.

Uno de los principales miedos generalizados cuando se prescriben tratamientos antidepresivos es la posibilidad de que éstos generen dependencia o efectos secundarios graves. ¿Es esto cierto?

Es un falso mito. Lo que algunos de ellos requieren es una retirada gradual, pero nada parecido a la dependencia que puede causar una droga de abuso o incluso medicamentos tranquilizantes o hipnóticos. Los antidepresivos tienen mucho menos riesgo.

En cuanto a los efectos secundarios, hay distintos grupos terapéuticos que tienen distinto mecanismo de acción. El grupo predominante, el de los inhibidores selectivos de la serotonina (más del 70% del total), es bastante seguro. El principal problema en cuanto a efectos secundarios, es al principio del tratamiento con alguna molestia digestiva, aumento de excitación nerviosa (muy ligera), o en el uso a largo plazo en producir algún tipo de disfunción en la actividad sexual. No le pasa a todo el mundo, pero es relativamente frecuente en el uso prolongado.

Luego, en menor medida, hay otros efectos según los medicamentos y dependiendo de la dosis, como por ejemplo alguna interferencia con los procesos de conducción cardíacos, pudiendo producir algún fenómeno de bloqueo, aumento en los problemas de coagulación (sobre todo si hay predisposición o enfermedad previa) o algunos efectos sobre el metabolismo del calcio en el uso prolongado. De todas formas, en términos generales se puede decir que son medicamentos bastante bien tolerados y que no tienen efectos secundarios importantes.

Como profesional, ¿cuál es la conclusión que saca del informe, en cuanto a los medicamentos?

Este documento nos hace ver que ha habido muy poca innovación en el terreno del tratamiento antidepresivo, es decir, que en un periodo tan largo (13 años) la aparición de nuevos antidepresivos ha sido muy escasa. Incluso el informe menciona los últimos que han aparecido completamente nuevos, la agomelatina, y cuyo consumo es casi testimonial, muy pequeño. También hay poca investigación en medicamentos que necesitamos muchos, en un área terapéutica en la que las necesidades de tener más y mejores tratamientos es muy evidente.
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"En España mueren por suicidio 10 personas al día"


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Muy concienciado con la sociedad actual y sus efectos en la población, Jerónimo Saiz Ruiz, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid), se muestra crítico. Este psiquiatra de referencia, que además es catedrático de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), en una entrevista a ConSalud.es habla de los últimos datos del Ministerio de Sanidad sobre el aumento de antidepresivos y del gran problema, ignorado en muchos casos, que supone la depresión en nuestro país.

En España se ha triplicado el consumo de antidepresivos en los últimos 13 años, según el informe de la AEMPS. ¿Qué supone este dato para la salud de la población?

En primer lugar, quiero llamar la atención sobre el hecho de que la depresión como enfermedad es un problema de salud pública de primer orden, que produce enormes dosis de incapacidad, de sufrimiento para las personas que lo sufren y para su entorno. Es una enfermedad que tiene una repercusión económica muy importante en pérdida de horas laborales, en gastos directos e indirectos y que en los casos más graves puede llevar al suicidio. En España mueren por suicidio diez personas al día y parece que es algo que no se concibe. En un fin de semana, por ejemplo, en el que hay cuatro muertos en la carretera, en el telediario lo ponen a toda pastilla. Pero esto (los suicidios) es una realidad ignorada.

Otro aspecto es que la depresión es difícil de detectar y hay muchos enfermos que no llegan a ser diagnosticados ni, por tanto, tratados y algunos otros llegan muy tarde al tratamiento, o no lo hacen bien. Se da la paradoja que hay un consumo numérico de dosis de antidepresivos muy grande, pero en el otro lado hay un número de enfermos depresivos no tratados.

Los datos muestran un aumento exponencial del consumo de estos medicamentos a partir de 2008, ¿Está relacionada la crisis económica en España con los casos de depresión y de consumo?

No se puede descartar. En 2007 no había crisis. Es una hipótesis, pero también había crisis en el resto de Europa. Yo creo que en el proceso en el que se consumen antidepresivos seguramente la depresión influye poco. Es decir, que estamos hablando de prescripciones que tienen que ver con patologías que muchas veces están más relacionadas con la ansiedad, con el estrés e incluso con síntomas funcionales, ya que también estos medicamentos tienen otras indicaciones. De hecho, algunos se utilizan también en el dolor neuropático, la incontinencia urinaria, etc.. Es difícil tener una interpretación sencilla de las razones.

Una de las evidencias es que el consumo de antidepresivos es mucho mayor en mujeres (14,4%) que en hombres (6,2%). ¿Por qué?

Hay muchas explicaciones. Desde el punto de vista biológico, la mujer está sometida a una serie de variaciones en el equilibrio hormonal, empezando por la menstruación, y no digamos nada de los embarazos; realmente el postparto es el desencadenante de depresión más potente que existe.

Por otra parte, hay todo un ciclo de explicaciones culturales, sociológicas y psicológicas. La mujer, en el contexto de la sociedad en la que vivimos, se ve obligada a mantener un rol muy exigente en muchos ámbitos. El doméstico, donde todavía se la concibe como cuidadora y responsable. En el laboral, en el que compite en igualdad de condiciones teóricas, pero en desigualdad real con sus colegas varones, por tener una carrera profesional brillante y activa. Y en el terreno afectivo en el que además de ser madre, debe ser perfecta, debe ser una pareja atractiva. Hasta qué punto una niña de catorce años le preocupa tener un cuerpo perfecto y no engordar y no tener cartucheras. En definitiva, que para la mujer al final el cuerpo se vive como un delito y eso crea fuente de exigencia, de sacrificio.

¿Qué es lo que ocurre en el caso de los hombres?

Las mujeres son más expresivas emocionalmente. Popularmente a los niños varones se les dice que los niños no lloran, con lo que aprenden desde muy pequeños a controlar o a no expresar sus sentimientos. Entonces, quizá el exceso en frecuencia de depresión que se produce en la mujer se compensa con el exceso en frecuencia del alcoholismo y toxicomanía en el hombre.

Uno de los principales miedos generalizados cuando se prescriben tratamientos antidepresivos es la posibilidad de que éstos generen dependencia o efectos secundarios graves. ¿Es esto cierto?

Es un falso mito. Lo que algunos de ellos requieren es una retirada gradual, pero nada parecido a la dependencia que puede causar una droga de abuso o incluso medicamentos tranquilizantes o hipnóticos. Los antidepresivos tienen mucho menos riesgo.

En cuanto a los efectos secundarios, hay distintos grupos terapéuticos que tienen distinto mecanismo de acción. El grupo predominante, el de los inhibidores selectivos de la serotonina (más del 70% del total), es bastante seguro. El principal problema en cuanto a efectos secundarios, es al principio del tratamiento con alguna molestia digestiva, aumento de excitación nerviosa (muy ligera), o en el uso a largo plazo en producir algún tipo de disfunción en la actividad sexual. No le pasa a todo el mundo, pero es relativamente frecuente en el uso prolongado.

Luego, en menor medida, hay otros efectos según los medicamentos y dependiendo de la dosis, como por ejemplo alguna interferencia con los procesos de conducción cardíacos, pudiendo producir algún fenómeno de bloqueo, aumento en los problemas de coagulación (sobre todo si hay predisposición o enfermedad previa) o algunos efectos sobre el metabolismo del calcio en el uso prolongado. De todas formas, en términos generales se puede decir que son medicamentos bastante bien tolerados y que no tienen efectos secundarios importantes.

Como profesional, ¿cuál es la conclusión que saca del informe, en cuanto a los medicamentos?

Este documento nos hace ver que ha habido muy poca innovación en el terreno del tratamiento antidepresivo, es decir, que en un periodo tan largo (13 años) la aparición de nuevos antidepresivos ha sido muy escasa. Incluso el informe menciona los últimos que han aparecido completamente nuevos, la agomelatina, y cuyo consumo es casi testimonial, muy pequeño. También hay poca investigación en medicamentos que necesitamos muchos, en un área terapéutica en la que las necesidades de tener más y mejores tratamientos es muy evidente.
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