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15 de mayo de 2013
Hemos
visto como con el controvertido caso de la expulsión del juez Garzón se
puso de manifiesto un grave problema, que ya venía larvado de tiempo
atrás, que no es otro que el de las desavenencias internas del CGPJ, la
excesiva politización y los desencuentros personales. Vemos actualmente
como los jueces que se ocupan de los casos más sonados, el juez Castro
con Nóos y Pablo Ruz con Gürtel y Bárcenas están sometidos a
extraordinarias presiones desde las propias instancias gubernamentales
que apuestan por una defensa a ultranza de la Infanta Cristina, tapar a
la Casa Real como sea, y no dudan en zaherir al juez Ruz porque está
metiendo el dedo en la llaga de la gran corrupción y financiación
irregular de los partidos, con cantidades de dinero escandalosas a
cambio de adjudicaciones de obras públicas multimillonarias. No
obstante, no es solo la politización de la Justicia y las presiones que
padecen quienes quieren ejercerla de manera limpia e independiente,
además, el tercer "poder" viene acusando muchos males.
La Justicia arrastra muchos males.
Los oropeles como tapadera
Bonifacio de la Cuadra, licenciado en Derecho y periodista, escribió ("Carlos Dívar, la punta del Iceberg de un poder judicial corrompido", FerrolAnalisis nº 27, director José A. Ponte Far) "La mayoría de los males permanecen tapados por los oropeles de una justicia solemne, engolada, ininteligible, lenta, formalista, anacrónica, opaca, pintoresca y, a veces, tenebrosa". Uno de los puntos que requiere la atención de los especialistas y analistas de todo cuanto sucede alrededor del mundo de la judicatura, es la salud mental de los jueces, porque periódicamente saltan casos a la palestra que revelan trastornos patológicos visibles. Al parecer, el origen de algunos de estos males hay que buscarlo en el sistema de oposición en vigor. Una de las consecuencias del esfuerzo memorístico es que "algunas mentes acusan el impacto y antes o después afloran problemas de salud mental", precisa De la Cuadra.
Debate sobre la mesa
Se ha debatido sobre la necesidad de crear instrumentos que permitan evaluar los riesgos para el desempeño de la función judicial, pero la discusión ha quedado sobre la mesa. Hace 5 años la comisión correspondiente del CGPJ alertaba de que había jueces en ejercicio con problemas de salud mental. Hace 7, la misma comisión reconocía que en esos momentos había 30 jueces con padecimientos psíquicos. Las cosas siguen como estaban. Mientras en otras profesiones como policía o bombero se toman todo tipo de medidas con pruebas y evaluaciones y en otros países son frecuentes los exámenes psicotécnicos, aquí, en España, los jueces continúan exentos, pese a las graves decisiones que en determinados momentos de su vida profesional tienen que tomar sobre las personas. La salud mental de los jueces, una asignatura pendiente.
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