Por María Raquel Herrero./25 de abril de 2014
La violencia
psicológica, los insultos, los gritos o la indiferencia dejan
consecuencias a futuro, remarca la legisladora.
Este
25 de abril, Día Internacional de la Lucha contra el Maltrato Infantil,
es un día propicio para reflexionar y concientizar a la población sobre
esta problemática.
Es importante destacar que la violencia no
sólo se ejerce de forma física. Y es tan importante tenerlo presente ya
que día a día nos encontramos con situaciones que parecen normales pero
que, sin dudas, dejarán severas consecuencias en nuestros seres
queridos.
La violencia psicológica, los insultos, los gritos o la indiferencia dejan consecuencias a futuro y generalmente transcurren en la cotidianidad, pasando desapercibidos.
Los niños van formando su personalidad todos los días y nosotros, como adultos debemos darles todas las herramientas para que esa formación se haga de la manera más sana posible.
Es común horrorizarnos cuando vemos en las noticias a un adulto pegándole a un niño. Pero de la misma manera, tomamos con naturalidad que se le grite o se lo burle por alguna cuestión que a priori, parece ser graciosa. Es ahí cuando caemos en el error de creer que la violencia se manifiesta en los golpes, sin poder interpretar que lo que entendemos como normal, al niño le puede provocar miedo o inseguridad.
Caminamos por un hilo muy finito y es común cometer estos errores. Pero debemos entender que son errores que los perjudican y partiendo de esa base, tenemos la obligación de corregirlos.
A lo largo de los años se ha trabajado mucho en la importancia de los Derechos de los Niños y este tipo de maltratos lo único que hace es vulnerarlos.
Otro tipo de violencia, que a pesar de las innumerables luchas de diferentes organizaciones, hoy día es muy común es el de privarle a los niños y niñas tener un vínculo con la madre o con el padre. En muchos casos, los adultos colocan en un lugar de rehén a los niños dándole más preponderancia a cuestiones personales, obviando la importancia que tiene, poder brindarle un hogar o una familia.
Como adultos, y en mí caso como Legisladora, siento la necesidad de garantizar que se cumpla cada palabra de todos los convenios, tratados y leyes, que necesitaron tanto trabajo de infinidad de personas y organizaciones.
Desde el lugar que nos toque estar tenemos que aportar ese granito de arena que haga que los niños y niñas crezcan de la mejor manera. Todos los días debemos trabajar para enaltecer y darle la importancia que la situación amerita.
Entenderlos, escucharlos, acompañarlos, es el camino. Tomarnos ese tiempo para saber cómo decirles las cosas es la mejor forma para educarlos.
Ellos son el futuro. Y si queremos que sean mejores que éste presente es fundamental entender que depende mucho de lo que les inculquemos y fundamentalmente, de cómo lo hacemos.
La violencia psicológica, los insultos, los gritos o la indiferencia dejan consecuencias a futuro y generalmente transcurren en la cotidianidad, pasando desapercibidos.
Los niños van formando su personalidad todos los días y nosotros, como adultos debemos darles todas las herramientas para que esa formación se haga de la manera más sana posible.
Es común horrorizarnos cuando vemos en las noticias a un adulto pegándole a un niño. Pero de la misma manera, tomamos con naturalidad que se le grite o se lo burle por alguna cuestión que a priori, parece ser graciosa. Es ahí cuando caemos en el error de creer que la violencia se manifiesta en los golpes, sin poder interpretar que lo que entendemos como normal, al niño le puede provocar miedo o inseguridad.
Caminamos por un hilo muy finito y es común cometer estos errores. Pero debemos entender que son errores que los perjudican y partiendo de esa base, tenemos la obligación de corregirlos.
A lo largo de los años se ha trabajado mucho en la importancia de los Derechos de los Niños y este tipo de maltratos lo único que hace es vulnerarlos.
Otro tipo de violencia, que a pesar de las innumerables luchas de diferentes organizaciones, hoy día es muy común es el de privarle a los niños y niñas tener un vínculo con la madre o con el padre. En muchos casos, los adultos colocan en un lugar de rehén a los niños dándole más preponderancia a cuestiones personales, obviando la importancia que tiene, poder brindarle un hogar o una familia.
Como adultos, y en mí caso como Legisladora, siento la necesidad de garantizar que se cumpla cada palabra de todos los convenios, tratados y leyes, que necesitaron tanto trabajo de infinidad de personas y organizaciones.
Desde el lugar que nos toque estar tenemos que aportar ese granito de arena que haga que los niños y niñas crezcan de la mejor manera. Todos los días debemos trabajar para enaltecer y darle la importancia que la situación amerita.
Entenderlos, escucharlos, acompañarlos, es el camino. Tomarnos ese tiempo para saber cómo decirles las cosas es la mejor forma para educarlos.
Ellos son el futuro. Y si queremos que sean mejores que éste presente es fundamental entender que depende mucho de lo que les inculquemos y fundamentalmente, de cómo lo hacemos.
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