DIEGO BERMEJO, 17 DIC. 2017
Tras 36 años de vigencia de la Ley del divorcio en España ya se pueden extraer unas cuentas conclusiones. Por ejemplo, que la duración media de los matrimonios en nuestro país se sitúa en los 16,3 años, o que cuando llega este momento, la mayoría de los cónyuges suma entre 40 y 49 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Con 2,2 divorcios por cada 1.000 habitantes durante el pasado año, España está lejos de situarse entre los países con una mayor tasa de divorcio.
Un ranking que encabeza Maldivas, muy destacada, con una tasa anual de 10,97, lo que supone más del doble que el 2º país con más divorcios por habitante, Rusia, con 4,5 anulaciones matrimoniales por cada 1.000 habitantes en el último año. Aunque España no aparece entre los 20 países con más divorcios, curiosamente sí lo hace la vecina Gibraltar, donde su tasa de divorcio, 3 por cada 1.000 habitantes, es suficiente como para alzarse a la 7ª posición de un ranking en el que, como cabía esperar, los países más religiosos, entre los que se encuentran los católicos Chile, Colombia o Irlanda, o los musulmanes Libia o Bahréin, ocupan la zona más baja.
Más allá de los números, siempre reveladores, el otro asunto que más interés genera sobre este fenómeno claramente al alza en Occidente, y que ha llevado a varios grupos de científicos a investigarlo, es el que tiene que ver con la existencia de patrones o actitudes capaces de advertir que la sombra del divorcio se cierne sobre un matrimonio. La Universidad de Washington descubría hasta 4 señales que, combinadas, se convertían en el cóctel definitivo para acabar con cualquier matrimonio, independiente-mente del tiempo que hubiera pasado desde que estos formalizaran su unión.
¿Cómo discutimos?
La 1ª de ellas tiene que ver con la forma en la que los miembros del matrimonio encaran sus discusiones. Por ejemplo, si en lugar de enfrentarte al problema que incomoda a tu pareja y que ha desatado la discusión optas una táctica evasiva, ignorando su exposición y centrando tu atención en el teléfono, el ordenador, la televisión o cualquier cosa que te distraiga, el estudio dice que estás ante un 1ª signo de alarma.
Partiendo del hecho de que afrontar una discusión nunca resulta agradable, los expertos coinciden en que la única manera de abordar conflictos de pareja y evitar que asuntos nimios acaben convirtiéndose en enormes es coger el toro por los cuernos. De lo contrario, la bola se irá haciendo grande hasta que acabe arrasando la relación.
Relaciones desiguales
La 2ª va un paso más allá y guarda relación con el trato despectivo con el que se tratan algunas parejas. Aquí el problema radica en que en muchas duplas, la relación no es de igual a igual, sino que una de las partes se ve por encima de la otra. Si te consideras más inteligente que tu cónyuge y, aunque sea aisladamente, se lo haces notar, estamos ante otro síntoma.
Echando mano de un ejemplo de lo más cotidiano, si durante una discusión doméstica como la que se produce cuando tu pareja se equivoca al hacer la compra, en lugar de esperar a escuchar a qué se ha podido deber la confusión lo 1º que se te viene a la cabeza es que compartes tu vida con una persona incapaz de ir al supermercado sola o sin una lista, puede que de forma inconsciente hayas empezando a experimentar un desprecio hacia tu cónyuge que irá al alza.
Según han podido comprobar los psicólogos expertos en asuntos maritales, las personas que se sienten más inteligentes que sus parejas tienden a minusvalorar sus opiniones y, lo que es más grave, a manifestar en muy poco tiempo serios problemas para empatizar con ellas.
Demasiado irascible
Una excesiva irascibilidad para con las actitudes de tu pareja puede ser otra de esas alertas que advierten de que el final del matrimonio se acerca peligrosamente. Según se ha podido demostrar, las personas que tienden a asociar determinados comportamientos negativos aislados a la personalidad de su pareja acaban por necesitar acabar con su relación.
El victimismo, mortal de necesidad
La última de las actitudes que actúa como una señal inequívoca de que la relación está más que tocada es la que tiene que ver con la asunción del papel de víctima por parte de alguno de los cónyuges. Tener una actitud defensiva, echando balones fuera continuamente y culpando de todos los problemas maritales a la otra parte, además de poco realista es, en la inmensa mayoría de los casos, una manera de engañarse que no se puede prolongar durante mucho tiempo.
Así lo pone de manifiesto una investigación en la que participaron 79 parejas de estadounidenses a las que se les analizó regularmente durante 14 años. Gracias a ella se descubrió que la presencia de alguna de estas 4 actitudes negativas en alguno de los cónyuges es una de las principales causas de ruptura en aquellas parejas que se divorcian durante los primeros años de su matrimonio.
Los cuatro jinetes del apocalipsis
Tal y como confirmaron a través de un experimento conjunto psicólogos de la Universidad de Washington y de la Universidad de California-Berkeley, cuando lo que denominaron "los cuatro jinetes del apocalipsis" (evasión, desprecio, crítica y actitud defensiva) aparecían combinados y de manera recurrente durante las discusiones maritales el matrimonio se abocaba irremediablemente al fracaso.
Tan evidente resultaba que, midiendo la frecuencia con las que estas se hacían presentes en un intervalo de 15 minutos de discusión en los matrimonios sometidos a examen, y tras preguntar a los sujetos de estudio sobre su nivel de satisfacción conyugal y por el nº de veces que se habían imaginado de nuevo solteros en los últimos tiempos, el nivel de acierto a la hora de determinar qué parejas se acabarían divorciando alcanzaba el 93%.
Otro estudio aún más reciente que analizó la vida marital de 373 parejas de recién casados confirmaba su hipótesis y agregaba que aquellas parejas que se gritaban entre sí, mostraban desprecio mutuo o se interrumpían durante sus discusiones en su 1º año de matrimonio tenían todas las papeletas para acabar divorciándose en los venideros 16 años. Como dijo el intelectual francés Jacques Bénigne Bossuet: "Todo conduce al divorcio si no se está en guardia".
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