lunes, 24 de enero de 2022

Los 7 hábitos de las personas felices

La felicidad, como dijo el poeta brasileño Vinicius de Moraes, es "como una pluma volando en el aire. Vuela liviana, pero no por mucho tiempo"
E&J, 18/01/2022
La vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad aparecen como derechos inalienables en la Declaración de Independencia Americana. “Derecho a buscar la felicidad” … no a alcanzarla…pero ¿es que realmente se puede alcanzar? Nos pasamos la vida buscando la felicidad y, cuando finalmente la encontramos, estamos un rato con ella y la dejamos escapar. Porque la felicidad no está hecha para retenerla. 
Porque nosotros sí estamos hechos para vivir en búsqueda constante: el eterno escondite que rige nuestra vida.
Nuestras emociones son mixtas, desordenadas, caóticas. 
Ciertos estudios han mostrado que las emociones y los afectos positivos y negativos pueden coexistir en el cerebro y ser relativamente independientes el uno del otro. Básicamente, lo que la biología nos dice es que un mantener un estado de felicidad de forma permanente en el tiempo es una quimera. Lo que tenemos en la vida son momentos de felicidad.
La felicidad plena se nos presenta como una meta desde nuestra infancia: el clásico “yo lo que quiero en la vida es ser feliz”, como si la felicidad fuese un destino al que se pudiera llegar y permanecer. 
Dado que alcanzar un estado de satisfacción constante es imposible, es necesario tener claro que las emociones negativas no representan un fracaso personal. Son, de hecho, lo que te hace ser humano.
Microfelicidad
No podemos aspirar a una felicidad permanente. Sí a vivir el mayor número de “momentos felices” posibles. Esos instantes de plenitud aparecen cuando uno menos se lo espera: cuando alguien te hace reír después de haber tenido un día horrible, durante un paseo por el campo o mientras ves una película un sábado por la noche. No podemos indicarte dónde encontrar los momentos felices, eso depende de cada persona. 
Lo que sí podemos decirte es qué pensamientos y acciones son capaces de arruinar cualquier instante de felicidad:
A. Vivir la vida pensando en el qué dirán. Aunque suene a cliché, es importante que dejes de buscar la aprobación constante del resto. Supeditarse a la opinión de los demás conlleva el riesgo de ponerse en un 2º o incluso último lugar y dejar de ser uno mismo y esto, a la larga genera un profundo sentimiento de insatisfacción. Nadie quiere despertarse un día y darse cuenta de que lleva mucho tiempo sin llevar la vida que realmente quiere.
B. No te menosprecies. Aprende a valorarte, a quererte. 
Si no lo haces, corres el riesgo de convertirte en tu peor enemigo.
C. No intentes controlarlo todo, es imposible. Hay cientos de factores que se escapan a nuestra voluntad. La vida es azar, incertidumbre.
D. No te martirices por cosas que no puedes cambiar y ten el valor para cambiar aquello que sí que tiene solución. La vida no se vive con la mente, sino con los sentidos. Deja de imaginar lo que “podría llegar a ser” y pon en marcha el plan para convertir ese sueño en realidad.
E. Pide ayuda. Pedir ayuda cuando se necesita es un acto de humildad y de valentía, pues a través de la petición de apoyo reconocemos el valor de las demás personas y luchamos contra la habitual presión hacia la idea de ser autosuficientes.
F. No culpes a los demás de tus errores. Echar la culpa a los demás es muy fácil. Sin embargo, asumir los errores es lo único que nos permitirá aprender de ellos, y eso nos permitirá crecer como personas.
G. No te compares. Cuando nos comparamos, solemos ver en el otro lo que nos falta, generando cierta «envidia» que nos hace sufrir sin aportar nada a cambio.

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