Divorcios se triplicaron
en últimas 3 décadas
HASSEL FALLAS / hassel.fallas@nacion.com/25
de febrero de 2017
El matrimonio Barrantes
Moreno fue uno de los 1ºs en divorciarse a inicios del siglo pasado.
En 1916, la pareja puso
fin a su unión de 5 años luego de celebrar una boda católica en la iglesia de
la Merced, San José, en mayo de 1911.
El siguiente matrimonio en
romperse se registraría en el Registro Civil 13 años después, demostrando lo
infrecuente de los divorcios en la Costa Rica de inicios del siglo XX.
El panorama empezó a
cambiar a partir de 1980. En ese año, por 1ª vez, por cada 100 bodas se
acabaron 10 matrimonios.
La cifra continuó
creciendo y en 1990 esa razón subió a 15 separaciones legales.
Es de esa fecha hasta
finales del año pasado, la cantidad de divorcios se triplicó en Costa Rica: se
firmaron 45 por cada 100 bodas realizadas.
Los casamientos (civiles y
católicos) sumaron 23.901 el año anterior mientras las sentencias de divorcio
alcanzaron las 10.649.
En 1990 esos números eran distintos: 22.275 casamientos
contra 3.283 rupturas conyugales.
¿Cuánto tiempo permanecen casadas las parejas?
La mayoría menos de 10 años. Así se concluye luego
de examinar la duración de cada uno de las uniones finalizadas en 2016.
Antes de la ruptura, 4.606
parejas (43% del total) convivieron entre 6 meses y 9,5 años.
Para otro 30% el lazo no
sobrepasó las 2 décadas y el 27% restante logró cohabitar, entre 20 y 60 años
antes de romper su ligamen.
Las cifras proceden de un
análisis hecho por La Nación sobre la base de datos del archivo
maestro de matrimonios del Registro Civil.
Una serie de cambios
legales, sociales y demográficos -ocurridos en las últimas 3 décadas- dan
contexto a la evolución de esa estadística.
Influencia de ley
Varias reformas
al Código de Familia podrían haber facilitado los divorcios en el país, opina Yolanda María Mora, especialista
en derecho de familia.
“Una legislación más libre
ha otorgado más libertad para divorciarse”, dice.
Hasta 1974,
la ley no permitía el divorcio por mutuo acuerdo y la infidelidad (adulterio)
solo se le endosaba a la mujer como causal. Para comprobarla en el hombre se
requería de “un concubinato público y escandaloso”, explica la abogada.
Ambas restricciones se
terminaron ese mismo año, al entrar en rigor el Código de Familia actual.
Sin embargo, para separarse por mutuo acuerdo era necesario que las
parejas cumplieran 5 años de casadas.
Además, antes de dictar
sentencia sobre una de esas solicitudes, el juez obligaba a los recurrentes a
“reflexionar 6 meses sobre su decisión”, para definir si la reiteraban o la
retiraban del juzgado. Este último requisito se eliminó en 1977.
El de los 5 años se bajó a
3 años de unión conyugal y perduró hasta 2008, cuando la
Sala Constitucional declaró ilegal forzar a las personas a mantener una
relación indeseada.
Por ese motivo, 1.018
parejas, con semanas o menos de 3 años de casadas, pudieron separarse el año
pasado.
Finalmente, Mora citó un cambio de ley de 1995, que permitió el
divorcio aun si uno de los cónyuges no lo quisiera por acuerdo mutuo. Para
ello, el interesado debe demostrar ante un juez una separación de hecho por 3
años, sin importar el motivo de la ruptura.
Aunque el Código de Familia estipula 8 causales de divorcio,
la infidelidad es la más común entre los casos que ha tramitado la abogada
Mora.
“Y en eso no importa la
edad. He llevado casos de veinteañeros- hombres y mujeres- que, a los meses de casados,
ya andan con otra persona. El adulterio se da tanto con relaciones
heterosexuales como homosexuales, e insisto, no importa el género”, asegura la
especialista.
En ese sentido, fue hasta
1994 que los magistrados de la Sala IIª aclararon que el adulterio no era
exclusivamente el heterosexual.
Efecto social
Además de los cambios
normativos, otros factores sociales influyen en el incremento de los divorcios.
Entre ellos los 3
principios de la teoría de la IIª transición demográfica, dice Gilbert Brenes,
demógrafo de la Universidad de Costa Rica.
“Hablo de mayor
secularismo (no hacerle tanto caso a la religión), de no seguir las tradiciones
de los abuelos y finalmente, un mayor nivel educativo,
donde se valoran más las metas individuales”,
dice.
Brenes añade que esos 3
elementos se asocian no solo a que haya más divorcios, sino a la posposición de la edad para el matrimonio y al crecimiento
de las uniones libres.
Un mayor grado de escolaridad ha contribuido principalmente entre las
mujeres. A ese factor se suma su constante incorporación
al mundo del trabajo remunerado y la divulgación y conciencia sobre sus
derechos frente a la pareja, comenta Irma Sandoval, investigadora del
Instituto de Estudios Sociales en Población de la Universidad Nacional.
“Seguimos viviendo en una sociedad
patriarcal, pero las mujeres están menos dispuestas a seguir un papel
tradicional dentro de los matrimonios. Hay más
libertad para tomar decisiones si no se cumplen las expectativas. Esa
razón de divorcios (45 por cada 100 bodas) no es más alta porque todavía hay mujeres que dependen económicamente de sus
maridos”, afirma Sandoval.
En el país, 46 de cada 100
mujeres casadas no disponen de más ingresos que los provistos por sus esposos u
otro miembro de la familia, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Hogares de
2016.
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