lunes, 20 de enero de 2014

Divorcio: La pobreza, antesala del fracaso escolar

IES Santa Ana clase alumnos educación
La provincia de Las Palmas contabiliza más núcleos familiares sin ingresos y con menores de 16 años.
SARAY ENCINOSO | Santa Cruz de Tenerife|
La clase social influye en el rendimiento escolar. La literatura educativa ha dejado constancia a lo largo de la historia de que la situación económica afecta a los resultados académicos. La pregunta hoy es cuánto y cómo será la huella que la crisis dejará en miles de jóvenes. Es muy difícil de cuantificar, pero hay datos que advierten del peligro. En todo el país hay 222.300 hogares sin ningún tipo de ingresos donde vive al menos un menor de 16 años; 16.300 de estas familias residen en Canarias. Estas cifras han ido creciendo a medida que la crisis se ha mantenido en el tiempo. ¿Qué futuro aguarda a estos jóvenes? ¿Están abocados a malos resultados en la escuela y a peores empleos?
El dato se hizo público esta semana gracias a una pregunta en el Congreso del diputado socialista Miguel Ángel Heredia. En la respuesta oficial, el Gobierno detalló que la provincia oriental cuenta con un nº mayor de núcleos familiares con todos sus miembros sin trabajar ni recibir ingresos. En Las Palmas hay 9.600 y en Santa Cruz de Tenerife 6.700. Estas cifras no solo revelan que la vida de estas personas es más precaria, sino que avisan de que hay una generación con el futuro hipotecado. 
Por comunidades autónomas, Andalucía se sitúa a la cabeza con 58.400, seguida de Cataluña (32.200) y Comunidad Valenciana (30.600). Extremadura (5.000), Baleares (6.000) y Galicia (7.000) son las que menos hogares con esas características registran.
José Saturnino Martínez, docente de Sociología de la Universidad de La Laguna (ULL), es uno de los expertos que considera que el origen socioeconómico es más relevante en el fracaso escolar que las políticas que se lleven a cabo en la enseñanza. A la hora de analizar el asunto de las desigualdades educativas “hay que tener en cuenta 2 cuestiones: la falta de ingresos y qué familias son las que tienen pocos ingresos”. Esa distinción es fundamental: el rendimiento escolar no mejora siempre que se incrementa el poder adquisitivo. A partir de un determinado nivel económico no hay una evolución ascendente en los resultados académicos. El dinero influye a la baja, es decir, cuando no hay, pero casi siempre porque es síntoma de otras carencias.
La educación de los padres es lo que más incide”. En concreto, los estudios de la madre son clave porque, a pesar de los avances en igualdad de género, son ellas las que normalmente están más pendientes de la educación de los hijos. 
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