por Paulina Sepúlveda - 19/01/2014
Un divorcio a la chilena. Ese era el modo en que las parejas disolvían su matrimonio en el país hasta 2004. Desde los 90, la institución del matrimonio fue declinando, y los divorcios -o nulidades en rigor, en aumento. Las parejas usaban un resquicio jurídico, como invalidar la unión por errores en su celebración, como incompetencia del oficial del Registro Civil o al casarse en una comuna equivocada.La ley de divorcio, promulgada el 7 de mayo de 2004, transparentó el escenario.
La normativa estableció 3 fórmulas de divorcio: unilateral -en que uno de los esposos demanda el divorcio, pero en el cual se debe esperar 3 años-, por culpa -cuando hay maltratos graves- y el mutuo acuerdo, cuando la pareja lo solicita de común acuerdo, 1 año después del término de la vida en común, mediante una escritura pública.
A 10 años de la ley de divorcio, y según cifras del Poder Judicial, los divorcios de común acuerdo representan hoy el 62,7% de las separaciones en Chile. Hasta el 15 de diciembre de 2013 sumaban 27.903, de los 44.449 divorcios en el país, según cifras del Registro Civil.
Parte de la explicación recae en la velocidad del trámite, la cualidad más valorada de la fórmula, según Rodrigo Moya, director de la Corporación de Asistencia Judicial (CAJ). “Hoy en día, la tramitación de un divorcio implica un tiempo acotado. La solicitud por mutuo acuerdo no excede los 30 días, puesto que se genera la responsabilidad a las partes en una sola audiencia. El usuario entra casado y sale judicialmente divorciado por la sentencia”, explica. (....)
El proceso se ha acelerado aún más, según Moya, ya que se eliminó el “trámite de consulta”. Este consistía en que una vez dictada la sentencia, la causa se elevaba a la Corte de Apelaciones, para comprobar que cumplía con la legalidad, lo que demoraba unos 4 a 5 meses más. Hoy, luego de una modificación a la ley realizada en 2010, es un paso que no se realiza.
Privilegiar los acuerdos
Para la jefa coordinadora de los Tribunales de Familia, Gloria Negroni, la consolidación de esta forma de separación -la modalidad creció 35,2% de 2011 a la fecha, con 20.626 casos más- responde, además de a la velocidad del trámite, a la colaboración entre las partes, que se ha establecido como uno de los principios de los Tribunales de Familia. “Es un empoderamiento de las personas que llegan a un acuerdo al momento de divorciarse. Ven cuánto contribuyen a la situación y que si colaboran, esto será más eficiente y eficaz”, dice.
Además, agrega Negroni, refleja una sociedad que se da cuenta de que la forma de resolver los conflictos es a través de acuerdos. Y muestra, a su vez, que para los ex cónyuges, pese a que el matrimonio se termina, la familia continúa. “Las personas valoran los vínculos y en un divorcio de común acuerdo se fortalecen. En cambio, en uno por culpa o unilateral, se pone todo lo negativo durante el juicio. El daño que se produce o puede llegar a producirse es mucho más grande”, sostiene.
Claudia Rodríguez, sicóloga de parejas y académica de la Facultad de Sicología de la Universidad Diego Portales (UDP), señala que un divorcio de mutuo acuerdo es una situación que puede generar condiciones para una separación más sana para la familia y los hijos, si es que los hay. “Separarse no es una situación fácil y hacerlo de este modo puede ser potencialmente más llevadero, lo que no significa que no haya dolor”, dice.
Se trata, establece, de un proceso complejo, en el que hay que evitar estar muy cegado por la rabia para perjudicar al otro. Debe haber un acuerdo, aunque sea el último del matrimonio.
Definitivamente el divorcio de mutuo acuerdo, es la mejor forma de dar por terminado un matrimonio, no sólo en Chile sino también aquí en España, es mucho más económica, rápida y hay menos traumas para la pareja e hijos (si hay). Un saludo, muy bueno tu blog!
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