Por Francisco Pérez Abellán./Domingo 22 de Julio de 2012
(....) En España está pendiente un gran debate nacional sobre la violencia contra la mujer, que no se ha dado en las televisiones. Ahora que algunas serán privadas y posiblemente con voluntad de ser negocio, tal vez se plantee el debate, con gente que sepa, no como la que han colocado los políticos al frente de los observatorios llamados de Violencia de Género, que no han hecho otra cosa que constatar como año a año subía la violencia de género y Medea tenía los dos sexos como un hermafrodita o un ángel de los que Camilo, el del Premio, quería con coño.
Los
hombres valientes no les pegan a las mujeres, los hombres inteligentes
no plantean las batallas con armas ruines, los hombres afectuosos no
quieren daño para sus hijos, y puestos a arreglar las cosas, son capaces
de perdonar falsas ofensas, hacer oídos sordos a tontos consejos, de
cuando las mujeres parecían propiedad de los hombres, y construir un
mundo nuevo en el que dos que se pusieron de acuerdo para engendrar un
hijo son capaces de mantener ese acuerdo para proteger su vida.
La violencia machista es estúpida, destructiva, no remunera ninguna
vieja cuenta, ni facilita venganza alguna: la sensación es de fracaso
absoluto.
El tonto que emprende este camino acaba suicidándose, hecho
entendido como fracaso total, o en la cárcel, como error máximo de una
vida llena de actos irresponsables.
Para no caer en el síndrome de Medea, bastará con que el varón tenga el
cerebro alerta, no se deslice en el matonismo ni se convierta en un
matachín.
Si consume alguna sustancia euforizante, cesará de inmediato
en su negativa actitud. Igual que no se conduce borracho, no se
resuelven los problemas de la vida bebiendo o esnifando. La única manera
de arreglar la vida de un hijo es tomando decisiones acerca de lo que
al hijo le interesa y, desde ese punto de vista, con generosidad y
sacrificio.
Es decir: lo que han hecho nuestros padres por nosotros toda
la vida, antes de la tontería esta de llamarle a la delincuencia
violencia de género.
Y a vosotros, machotes, ¿qué queréis que os diga?
La muerte de un hijo a
manos de su padre en esa lista de casi 40, es el fracaso de la
convivencia, de la civilización.
Desde luego el deceso de las leyes, que
son incapaces de frenar o cortar la hemorragia, pero aún más importante
la incapacidad de toda una nación, de enfrentar un problema en el que
básicamente se trata de cerrarle el paso a los maltratadores, individuos
hijos de Medea que, incapaces de reflexionar, de actuar con afecto o
cariño, amor o sacrificio, se valen de su fuerza para extrañas
compensaciones que les dejan insatisfechos y les mandan al infierno del
olvido.
(......)
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