Discriminación de las madres trabajadoras
CincoDias.com 02/05/2012 -Guadalupe Muñoz Álvarez. Académica correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación
Es indudable que la trabajadora española tiene dificultades para
compatibilizar el trabajo con su maternidad.
Se trata de una situación
difícil que nunca se les plantea a los trabajadores aunque ellos también
tienen igual responsabilidad paterno filial.
Se constata fácilmente que a las madres españolas no les resulta
fácil realizar las 2 tareas por los obstáculos que se les presentan.
Antes de contratar, ya en la 1ª entrevista para obtener el puesto,
el empleador pregunta ineludiblemente a la candidata si tiene hijos o,
todavía peor, si piensa tenerlos en el futuro.
Es un dato que nadie
debería facilitar, mejor no tendría que preguntarse.
Se trata de la vida
personal. Ninguna conexión con la eficacia.
Hace no muchos años los
empresarios contratantes se permitían preguntar a la trabajadora si
estaba casada; parece que solicitar un trabajo era quitar el puesto a un
hombre.
Hoy algo se ha avanzado.
Hay cierto respeto a la denuncia por
discriminación, pero si se consigue el trabajo, los problemas aparecen
desde la toma de posesión.
Pedir permiso para ir al médico -como si los
hombres no sufrieran enfermedades-, solicitar un día sin sueldo para
atender a un niño enfermo, descanso posparto o las horas de lactancia se
convierten, en general, en una tortura y que nadie lo niegue.
La
situación se invoca contra las mujeres y se cuestiona su rendimiento
como si los hombres trabajadores estuvieran relevados del papel de
padres -habrá excepciones, no muchas-. Generalmente, esto no sucede en
los trabajos de la Administración pública, pero sí en la empresa
privada.
El Tribunal Constitucional ha tenido que pronunciarse con frecuencia
sobre la discriminación laboral de la mujer embarazada.
No hace
demasiado tiempo una sentencia declaró nulo por discriminatorio el
despido de una trabajadora por su estado de gestación.
La empresa había
esgrimido como causa la disminución del rendimiento laboral, hecho que
aceptaron los tribunales de instancia, si bien el Constitucional,
analizando los hechos, mantuvo con acierto que aunque el mero dato de
que la empresa conociera el embarazo y posterior despido no es por sí
solo discriminatorio, sin embargo parece inconcebible que en este
supuesto, poco tiempo antes del despido, la empresa hubiera decidido
renovar el contrato a la trabajadora y aumentarle el sueldo por su
eficacia y después, al conocer su embarazo, se le comunica la extinción
del contrato por bajo rendimiento, ello crea una clara sospecha de
verosimilitud.
Existe un nexo causal entre el despido y el embarazo, sin
duda.
Por tanto, el alto tribunal consideró el derecho de la
trabajadora a la no discriminación por razón de sexo, argumentando que
la discriminación incluye también aquellos tratos peyorativos que se
fundan en razones o circunstancias que tengan que ver con el sexo de la
persona y es evidente que el embarazo está entre estas razones.
Es triste que en pleno siglo XXI, con tantas leyes protectoras, haya
que acudir a tan alta instancia para que se declare discriminatorio el
despido de una embarazada.
Es un camino largo.
Hasta llegar al Tribunal
Constitucional transcurre mucho tiempo y hay que sortear varios recursos
contra las resoluciones de los tribunales ordinarios, pero al mismo
tiempo produce satisfacción que tras el calvario judicial se admita de
esta forma la evidente existencia de una discriminación.
Tanto la normativa europea como la nacional mantienen una amplia
protección: tratados, directivas, Constitución, estatutos, convenios
internacionales, etc.
Pero en la práctica no hay muchas posibilidades.
En el libro:" Mujer e igualdad de trato. Análisis de la maternidad ",
dirigido por Teresa López, se hacen importantes sugerencias para
organizar nuevas políticas de apoyo a la familia con hijos pequeños.
Hay
que advertir que existen muchos sectores de producción desempeñados
casi exclusivamente por mujeres: farmacias, laboratorios, profesorado,
agricultura.
Jamás ha podido demostrarse que tengan más bajo rendimiento
y lo cierto es que muchas trabajadoras tienen hijos.
Por otra parte, los hombres trabajadores tienen que asumir su
responsabilidad.
Un genial humorista recientemente fallecido publicó
hace unos años una viñeta en la que la mujer le decía al marido: "En el
último sondeo has alcanzado una puntuación de 4,78 como padre de familia
así que tendrás que hacer un pequeño esfuerzo...".
Hay que repartir las
cargas. Es una crueldad que se cierren las puertas laborales o se evite
que obtengan trabajo las mujeres con hijos.
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