viernes, 18 de septiembre de 2009

El Papel del Tribunal Constitucional en España

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El Tribunal Constitucional, ¿actor político?
ENRIC Marín.18/9/2009
Cada nueva información en la que se explican interioridades de las intrigas que acompañan los debates del Tribunal Constitucional sobre el Estatut refuerza la imagen de politización partidista de esta alta instancia jurídica.

Decae un poco más su credibilidad institucional.
Digo un poco porque el prestigio del TC está ya muy precario: la crónica de los incidentes e irregularidades que acompañan la vida del TC desde que el Partido Popular interpuso su recurso es aterradora.

Un caso insólito en los países de nuestro entorno democrático.
Lo peor que le puede pasar a un tribunal de garantías constitucionales es convertirse en un actor político más.
Un juguete en manos del tacticismo partidista.
Los daños derivados de este hecho se extienden en diferentes direcciones.

El más evidente es el que focaliza la atención mediática en Catalunya:
¿qué sentido tendría una relectura a la baja del contenido del pacto político que representa el texto estatutario plebiscitado por la ciudadanía de este país?
Es evidente que este choque de legitimidades sería políticamente grave.
Pero las consecuencias no afectan solo a la relación entre Catalunya y España.
También se trata de la propia credibilidad del sistema democrático.

El TC es una pieza clave de la arquitectura institucional.
Una quiebra grave de su credibilidad afecta a la credibilidad del conjunto del sistema.
Si el árbitro no es imparcial, el juego ya no tiene sentido.
Todavía hay, sin embargo, una 3ª consecuencia negativa.
Una sentencia que altere los términos del pacto político que representa el Estatut acabaría de cerrar una tendencia interpretativa restrictiva y autoritaria de la Constitución.

La lectura doctrinal del texto constitucional se ha ido separando de una de sus funciones más básicas como carta de garantías y libertades individuales y colectivas.
Esto se haría del todo evidente por lo que respecta al reconocimiento de la diversidad cultural y nacional.
Daría carta de naturaleza a la lectura de que la Constitución prohíbe todo aquello que no reconoce explícitamente por encima de la idea de que, en principio, la Constitución permite todo aquello que no prohíbe explícitamente.

El efecto negativo de esta regresión se vería agravado por la sacralización del texto constitucional
La idea de que la Constitución del 78 es un texto intocable que no puede incorporar ninguna innovación que permita una mejor adecuación a la realidad social.
La alergia que produce cualquier iniciativa de modificación del texto es, a menudo, un reflejo conservador.
Para el potente nacionalismo español la Constitución se ha convertido, sobre todo, en una barrera de contención ante las reivindicaciones de Catalunya o el País Vasco.

Nota: ¿que ha ocurrido con otras leyes como la de la Violencia doméstica o del Divorcio ?

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