Alberto Tovar, economista, 05 octubre 2023
Una resolución que trasciende en múltiples aspectos de la vida es, sin duda, el divorcio. Más allá de las implicaciones legales y sociales, esta decisión ejerce un impacto contundente en la estabilidad financiera de los miembros de la familia.
Los divorcios en México se han elevado; mientras en 1980 la tasa por cada 100 matrimonios fue de 4.4, para 2000 fue de 7.4. En el 2013 era una razón de 18.6 y en el 2022 se registraron 166.766, lo que significa un 32.9 %.
Lo más seguro es que la tendencia siga al alza, basta recordar que en EE.UU. las estadísticas muestran que alrededor del 50 % de los matrimonios llegan al divorcio.
Adicionalmente, esta cifra podría no estar representando bien todo el tema de la separación, pues cada vez es más común que las parejas decidan vivir juntas sin haber un contrato matrimonial de por medio.
Es crucial no abordar el divorcio como una opción “fácil” si el matrimonio enfrenta dificultades. Además del desgaste emocional, el impacto financiero en la familia es considerable.
En algunos casos extremos, las parejas optan por mantener la relación legal, incluso viviendo separados bajo el mismo techo, debido a las restricciones presupuestales del divorcio.
La duplicidad de gastos al encontrarse separados es una realidad económica en la que ‘todos pierden’.
Si el hombre ha sido el principal proveedor, su ingreso disponible disminuirá, complicando la posibilidad de rehacer su vida con otra pareja.
En lo que respecta a las mujeres que se dedicaban al hogar, las circunstancias son peores, porque tienen el reto de reintegrarse al mundo laboral, donde su salario promedio es menor al de los hombres.
Un efecto colateral es la tendencia a proporcionar recursos excesivos a los hijos por un sentimiento de culpa, lo que no solo afecta las finanzas personales, sino que envía un mensaje equivocado sobre la gestión del dinero.
Es imperativo llegar a acuerdos claros en la administración de créditos y deudas. A menudo, la atención se centra en la división de activos, olvidando que las deudas también forman parte del patrimonio conyugal.
Por ello, es fundamental reflexionar profundamente antes de tomar decisiones tan trascendentales como el matrimonio y el divorcio.
En lo que respecta a las mujeres que se dedicaban al hogar, las circunstancias son peores, porque tienen el reto de reintegrarse al mundo laboral, donde su salario promedio es menor al de los hombres.
Un efecto colateral es la tendencia a proporcionar recursos excesivos a los hijos por un sentimiento de culpa, lo que no solo afecta las finanzas personales, sino que envía un mensaje equivocado sobre la gestión del dinero.
Es imperativo llegar a acuerdos claros en la administración de créditos y deudas. A menudo, la atención se centra en la división de activos, olvidando que las deudas también forman parte del patrimonio conyugal.
Por ello, es fundamental reflexionar profundamente antes de tomar decisiones tan trascendentales como el matrimonio y el divorcio.
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