«La pareja que entra en la aventura de tener hijos no es la misma que sale de esta».
El psicólogo Alberto Soler afirma que «hay personas que piensan que un hijo no les va a cambiar la vida, esperan seguir teniendo los mismos hábitos. Ahí empiezan los problemas»
María Dotor, València, 25.09.2019
Alberto Soler es licenciado en Psicología y especializado en Psicología Clínica y de la Salud. Además, es autor del canal de YouTube «Píldoras de Psicología» y compagina su consulta con charlas y conferencias sobre educación y crianza. Hemos charlado con él para que nos adelante de qué va a hablar en su ponencia «Sí, los hijos te cambian la vida» en el evento «Gestionando hijos», que se celebrará el 5 de octubre en el Palau de Congressos de València.
Los hijos te cambian la vida. ¿En un sentido positivo o negativo?
Los hijos te cambian la vida, eso está claro. Después, en función de otras variables (las expectativas que nos hubiéramos generado, nuestros recursos, contexto, condiciones laborales, conciliación, apoyo, etc.), ya pondremos ese signo. Si los hijos nos cambiaran la vida en un sentido negativo, haría miles de años que nos habríamos extinguido, ¿no? Ninguna especie hace algo que sea negativo para ella durante miles y miles de años.
¿Sabemos encajar esos cambios?
Por lo general sí, pero todavía hay parejas que piensan que tener un hijo no les va a cambiar la vida, esperan poder seguir manteniendo las mismas aficiones y hábitos, pero siendo uno más en casa, y eso es muy difícil. Antes o después se dan cuenta y se acaban adaptando a esa nueva situación, pero a veces el proceso es un poco complicado y puede implicar alguna que otra discusión, sobre todo cuando no hay corresponsabilidad en la pareja. Uno ha cambiado su vida, pero el otro sigue igual.
¿Cuál es el principal problema de las parejas cuando tienen un hijo?
Las parejas no tienen el problema, lo tiene un entorno que no entiende que una parte importante de la vida de las personas es criar a sus hijos. Vivimos en un entorno en el que es muy difícil reunir las condiciones necesarias para poder tener un hijo, de hecho, nuestro país va a la cabeza de Europa en retraso de la maternidad. ¿Los culpables? El desempleo, el trabajo precario, las dificultades de acceso a la vivienda, la consolidación laboral, las largas jornadas, los bajos salarios y la escasas políticas sociales, entre otros.
Cuando al final la pareja se decide a tener un hijo, muchas de estas dificultades no desaparecen y son motivo de muchos de los roces de las parejas.
Las estadísticas dicen que cada vez hay más padres divorciados. ¿Cómo afecta el divorcio a los niños?
El divorcio implica una pérdida muy importante para los hijos, que sufren las consecuencias de esa situación. Lo veo muchas veces en la consulta, hijos que cuando son un poco más mayores preguntan a sus padres «¿por qué vosotros no vivís juntos como los padres de mi amigo?». En función de la edad les afectará de un modo u otro, pero diferentes estudios han encontrado afectación tanto a nivel físico como emocional.
Aún así, ¿es mejor el divorcio que estar juntos pero discutiendo todo el día?
Planteada así la pregunta, parece que solo existan esas 2 opciones: juntos y mal o separados y bien, y no es tan sencillo. Vivimos en una sociedad de consumo, de usar y tirar, y no podemos extender eso a las relaciones de pareja.
Mucho menos cuando se tienen hijos. Hay situaciones en las que no queda otra alternativa que el divorcio (cuando hay desprecios, agresividad verbal o física, engaños, negligencia en el cuidado de los hijos, etc.), pero en la mayoría de parejas los problemas que les llevaron al divorcio podrían haberse resuelto con esfuerzo y voluntad por parte de ambos.
Antes mencionabas la corresponsabilidad, ¿en qué manera afecta positivamente la corresponsabilidad en la educación de nuestros hijos?
Más que afectar positivamente, yo diría que la ausencia de esa corresponsabilidad es un modelo muy negativo para ellos que va a perpetuar los estereotipos tradicionales de género.
Es necesario que desde el hogar, que es el 1º contexto de socialización para los niños y niñas, se les eduque de tal modo que no condicionemos su desarrollo en función de su sexo. Con nuestras acciones diarias les transmitimos gran cantidad de información, reglas y normas implícitas sobre cómo funciona el mundo, las parejas y las familias. Necesitamos reflexionar y predicar con el ejemplo.
¿Consideras que la corresponsabilidad se pone en práctica lo suficiente?
Cada vez más, pero no lo suficiente. Aún tenemos ese modelo del hombre que «ayuda en casa» y tenemos que cambiarlo por el de dos personas adultas que comparten unas mismas tareas y responsabilidades comunes. Cuando crecen los hijos hay que sumarles a esa responsabilidad compartida.
No es que la casa sea cosa de ella y él le echa un cable, es cosa de todos los que viven bajo el mismo techo.
¿Qué mensaje quieres transmitir principalmente en tu ponencia?
Un mensaje importante es que la pareja que entra en la aventura de tener hijos no es la misma que sale de esta.
La maternidad y paternidad transforman la relación de pareja y esperar que nada cambie es incrementar la probabilidad de que aparezcan dificultades que luego deberemos afrontar. Pero, con un poco de reflexión y esfuerzo, vamos a conseguir que esta aventura fortalezca la relación y vivamos todos en un ambiente feliz y constructivo.
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